Capítulo 12 - Confianza

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El sonido de la tostadora al expulsar el pan le corta el bostezo invitándole a dar un pequeño saltito del susto. Con parsimonia y arrastrando los pies por el suelo aún con el cansancio de acabar de levantarse, Raoul se dirige con un plato y un cuchillo hacia el aparato para poder sacar las tostadas sin quemarse en el proceso. El rubio ríe recordando el ridículo que acaba de hacer asustandose por el pitido del electrodoméstico y agradece con todo su ser que su novio siga durmiendo y no haya presenciado la imagen, pues con certeza sabe que las burlas le hubieran acompañado hasta el día de su muerte.

Tras posar el plato con el pan tostado sobre la mesa de la cocina y habiendo servido ya los cafés —el suyo con leche y el de Agoney solo y con sacarina— se dispone a despertar al chico que sigue envuelto entre las sábanas como si de un rollito de primavera se tratase. Apoyado en el umbral de la puerta, observa con ternura como el canario descansa soltando pequeños ronquidos del gusto.

"Luego el mamón dirá que no ronca, tendría que grabarlo un día" sonríe para sus adentros el catalán.

Viéndolo así, tan tranquilo y relajado, le da hasta lástima despertarlo. Entre la boda, el trabajo, las salidas constantes de las que Raoul aún desconoce el destino y con más discusiones que nunca en casa, reconoce que Agoney tampoco está para echar cohetes últimamente. De hecho, si fuera un día normal lo dejaría dormir hasta tarde, pero tienen planes que no pueden retrasar.

Lo que lleva al catalán a su nuevo dilema. ¿Despierta a Agoney de la forma que lo hubiera hecho hace unos meses o se limita a darle al interruptor de la luz sin más? O lo que es lo mismo, ¿qué hace con sus sentimientos respecto al chico? Está claro que lo quiere. No, lo ama. ¿Pero es su amor suficiente como para soportar todas las dudas e inseguridades que sin quererlo está generando la actitud de su novio en él?

Desde que el canario es conocedor de esto último está haciendo lo imposible por hacer que las cosas sigan como siempre, por demostrarle que nada ha cambiado. Pero sí lo ha hecho, porque donde antes había un muro de confianza y fe ciega en el contrario, ahora casi no quedan ni los cimientos. Porque ahora Raoul ve a Agoney con el móvil y duda de si realmente está hablando con Luis o Glenda, cuando antes lo asumía sin siquiera preguntar. Porque antes pasaba horas y horas sin saber del canario y al volver a casa lo recibía con un beso y un "qué has hecho hoy?" cuando ahora la ansiedad lo carcome si no sabe dónde está, algo que sucede muy a menudo.

Raoul nunca ha sido celoso, de hecho siempre ha odiado los celos y ha defendido que la confianza es la base de una relación, pero ahora que la suya con el moreno está tambaleándose por la falta de ésta, ya no sabe qué piensa ni quién es. Y eso es lo que más odia de la situación, estar empezando a perderse y a odiarse por ello.

Entonces ¿cómo actúa con Agoney si ya no se entiende ni a sí mismo? ¿Le gana el orgullo y empieza a ser esquivo con él hasta que le aclare de una vez lo que le sucede? ¿Le da todo el espacio que necesita a pesar de estar mal con cada día que pasa sin tener respuesta a las miles de preguntas que rondan por su mente? ¿Lo vuelve a hablar con él para acabar en un punto muerto como cada vez que discuten? ¿O simplemente lo trata con el cariño de siempre con la esperanza de que eso dé confianza al canario para sincerarse y todo vuelva a ser como antes?

Agotado ya antes de empezar el día, Raoul decide decantarse por la opción más fácil: la última. Así que, con sumo cuidado se acerca a la cama para recostarse junto al canario y empezar a juguetear con los rizos azabache del chico.

—Buenos días, moreno —susurra el rubio posando sus manos en la barbilla del canario y tirando de él para darle un casto beso en los labios.

—Mmm... —gruñe semidormido Agoney, luchando por abrir los ojos.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora