Capítulo 24 - Amor

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Los días siguientes al accidente de Sirius Raoul los describiría como raros. Agoney cien por cien implicado en el pequeño, su relación en un standby que ninguno de los dos sabe muy bien hacia dónde va a bascular, y él más perdido que nunca han hecho de la situación que ambos comparten todo un caos. Y es que el catalán ha estado pensando y no tiene ni idea de cómo sentirse. Está claro que su preocupación por el minino negro ocupa gran parte de sus pensamientos, pero por otro lado está el tema de su relación con Agoney y con su abuelo.

Aún le duele recordar la angustia con la que su abuela narraba su propia vida, más aún le daña reconocer exactamente la sensación que describía la anciana en su propio cuerpo. El abuso y la manipulación que sufrió a los diecisiete años es la gran barrera de su vida, fue muy duro superar el dolor emocional y mental que le causó, y ahora que todo parece bajo control, le da miedo destaparlo aunque sea de la forma más mínima posible.

Por otro lado, Raoul es consciente de que no ha sido del todo justo con Andrés. Él le quería, le sigue queriendo a juzgar por cómo le habla Agoney de él, y él desapareció de su vida sin ningún tipo de explicación. A raíz de su situación actual con su pareja, el catalán ha descubierto que una de las peores sensaciones que alguien puede experimentar es la duda, el no saber qué puede pasar. Por ello, no quiere ni imaginarse el tiempo que habrá estado su abuelo sufriendo por la duda de no saber qué demonios pasó para que él huyese de un día para otro, llevándose con él a toda su familia.

¿Debería leer esa dichosa carta? Saber la versión de Andrés no estaría de más, hay muchas cosas que no le cuadran en la versión de su abuela. No le cabe en la cabeza que el mismo hombre que se pasaba las largas tardes de invierno inventándose cuentos para entretener a un Raoul y un Álvaro mucho más pequeños que ahora sea el monstruo que describe la anciana en ese vídeo tan doloroso. No puede ser que la luz que vio en sus ojos mientras miraba a su mujer al decirle que lo único importante era querer a la otra persona cuando le contó que era gay fuera mentira. No puede creer que ese hombre que se partió los riñones por enseñarle a montar en bici, sea el adultero irrespetuoso y que desprecia a su familia que había descrito su abuela ocho años atrás.

El politono de su móvil consigue darle una tregua mental momentánea. Tan efímera como lo que tarda en leer el nombre del contacto que lo llama.

-¿Sí?

-¡Te parecerá bonito! ¡Casi una semana sin saber nada de ti!

-Te he cogido el móvil, mamá, estoy vivo -resopla el rubio dejándose caer en el sofá.

-Pero si no te hubiese llamado, no lo sabría -insiste la mujer.

-¿Qué quieres? -Pone los ojos en blanco ante el dramatismo de su madre a pesar de que no puede verle.

-Podríais pasaros Ago y tú a comer y hablamos, que en nada tenéis la cita en el registro para firmar los papeles -comenta emocionada la mujer.

Joder. Los papeles. Entre las peleas y lo de Sirius ni siquiera se ha fijado en la fecha. Están a 28 de febrero. Se casan en tres días y Raoul tiene la sensación de que Agoney es tan poco consciente de ello como él.

Por no hablar de que a este paso se van a casar sin haber solucionado sus discusiones. Lo último que faltaba ya es tener que hacer el paripé delante de sus padres para que no noten que están algo más fríos de lo normal.

-Estamos muy liados, mamá, no vamos a poder ir -miente Raoul.

-¿Liados con qué? Si ya lo teníais todo cerrado -cuestiona Susana realmente extrañada, pues su hijo es un chico muy familiar como para soltar esas evasivas.

-Se nos ha puesto muy malito Sirius -sale del paso el rubio felicitandose a sí mismo por su agilidad mental-, Agoney se pasa el día en la clínica con él y cuando vuelve a casa sólo quiere acurrucarse conmigo y dormir las pocas horas que duerme, no estamos para visitas.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Where stories live. Discover now