Capítulo 26 - Ensayo

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Raoul se muerde el labio preso de la histeria, arrancando a base de pequeños mordiscos la piel muerta y agrietada que le deja el frío. Ha llegado el día. El primer ensayo de cara a la celebración de la ceremonia de su boda con Agoney es hoy e irónicamente esto le da absolutamente igual. Tiene cosas bastante más importantes en las que pensar, como por ejemplo: cuánto tiempo les lleva firmar los papeles necesarios para hacer algo tan simple como sacar a alguien de un edificio durante un par de horas.

Agoney, bastante más hecho a la burocracia del lugar, se limita a rellenar todo lo que le piden y sentarse a esperar junto a su marido una vez ha terminado.

Eso sí, pese a manejar la situación de forma distinta, ambos sienten el nerviosismo a la par, pues las cosas pueden salir o demasiado bien o increíblemente mal.

—No te muerdas el labio que luego te haces heridas y sangras —riñe el canario al contrario liberando con sus dedos la boca de Raoul de sus propios dientes.

—Lo dices como si más de la mitad de mi sangrado labial no fuese culpa tuya —alza una ceja escéptico el menor.

—Pues por eso lo digo, yo hago que sangres, tú haces que sangres... vas a acabar con anemia a este paso, pibe —bromea el moreno intentando quitar hierro al asunto.

—¿Crees que saldrá bien? —Cuestiona Raoul con auténtico miedo a la par que deja caer su cabeza sobre el hombro del contrario, pues el sueño y el descanso no han sido el punto fuerte de la noche del catalán.

—No lo sé, mi vida, pero intentarlo es la única forma de descubrirlo —suspira exhausto mentalmente Agoney a la par que dibuja garabatos imaginarios con el índice en el muslo de su chico.

—¿Qué vamos a hacer si al final resulta que sale mal? —Pregunta el rubio conteniendo la respiración sin darse cuenta prácticamente.

Pero la respuesta a esa pregunta nunca llegaría, pues en ese preciso instante, un extrañado aunque sonriente Andrés sale del interior del centro para recibir a ambos chicos con un fuerte abrazo. Aún es incapaz de creerse que todo lo vivido estos últimos días con su nieto sea real.

—Buenos días, parejita —saluda emocionado el más mayor—. ¿A dónde me lleváis tan temprano?

—Hola, Andrés —corresponde el abrazo Agoney—. En unas horas tenemos los ensayos de la ceremonia.

—Y necesitamos que nos hagas de público —concluye el rubio antes de separarse del anciano.

—¿Por qué yo?

—Porque si hay gente en los ensayos nos da menos palo hacer lo mismo luego en la ceremonia con todos mirando —explica su nieto—. Y normalmente a estos ensayos se lleva a los familiares.

—Y tú eres familia —se encoge de hombros Agoney poniéndose en marcha hacia el coche, seguido bien de cerca por los otros dos hombres.

El comentario agrada a Andrés en un principio, pero no procesa bien toda la información hasta que no está sentado en la parte de atrás del coche del canario. ¿Raoul ha dicho familiares? ¿Es decir que...?

—¿Vais a llevarme estando ahí Susana? —Frunce el ceño el anciano sin estar muy convencido con el plan de la pareja.

—Premio para el caballero —afirma con un tono burlesco el rubio pese a estar a punto de echar el corazón por la boca.

—¿De verdad pensáis que es buena idea plantarme ahí así porque sí y sin avisar?

—Punto uno: es nuestra boda y nosotros decidimos quién puede plantarse porque sí y quién no —informa Agoney al volante.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum