Capítulo 13 - Tito

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El mes de diciembre viene marcado por la estabilidad. Después de contarle a Raoul parte de su verdad, Agoney estuvo unos días decaído, sintiendo el fantasma de su pasado más vivo que nunca. Pero gracias al apoyo y el cariño incondicional del rubio, el chico volvió poco a poco a estar bien, a ser él. El arranque de sinceridad del canario supuso el renacer de la confianza y, con él, la sanación de la relación. Raoul, aún sin algunas respuestas, había logrado entender y respetar los tiempos de Agoney mientras que el moreno se comprometió a estar más pendiente de como afectaba su forma de actuar al estado anímico de su novio.

Juntos reconstruyeron ese tándem perfecto que habían sido desde que comenzaron a salir, capaces de vencerlo todo.

O bueno, casi todo. Pues estos últimos días, Agoney -confiado por su sangre canaria- había salido de trabajar sin el abrigo y acabó con un gripazo de tres pares de narices a falta de cuatro días para Nochebuena. Y Raoul, que hacía tiempo que se había comprometido con Álvaro a cuidar a Rodri hoy, cree que se va a morir del cansancio.

Nada más salir del centro comercial, tras enviarle un WhatsApp a su chico y comprobar que no necesita nada urgentemente, hace la primera parada en casa de su hermano para recoger al pequeño, que casi salta sobre él de la emoción al verle. Dos besos, una charla rápida con Álvaro y vuelta al coche. Con el tiempo encima, ninguna gana de ponerse a cocinar, y Agoney enfermo, el catalán decide que su mejor opción es desde luego irse a pedir la cena al burguer, aprovechando que además le viene de paso a casa.

Y vaya, parece que la suerte no está de su parte. Raoul no había visto jamás tantos coches en la cola. Por fortuna, o desgracia, su sobrino pretende amenizarle la espera.

-¿Cuando estemos en casa vamos a jugar a las carreras? -Pregunta el pequeño paseando su Fórmula 1 de juguete por la ventana del coche.

-No lo pongas al cristal que lo rayas, Rodri -lo regaña pacientemente el rubio-. Y hoy nos iremos a dormir pronto, que Ago está malito y necesita descansar.

-Pues que duerma él, ¡yo quiero jugar contigo! -Pone un puchero el niño.

-Cariño, pero yo tengo que cuidarle, como hacen los papás contigo cuando te sube la fiebre o te duele la tripita -intenta hacerle entrar en razón Raoul haciéndole cosquillas por la barriga al crío, aprovechando que siguen parados en la cola.

-¿Puedo cuidarlo yo también? -Se ofrece Rodri sin dejar de prestar atención a su cochecito.

-Claro, seguro que le hace mucha ilusión -sonríe con ternura el adulto-. Ya verás.

El pequeño va a responder, pero el coche de delante termina de realizar su pedido y Raoul debe dejar de prestarle atención para ocupar su lugar. Le cuesta bastante poco decidirse, ya que Agoney y él siempre piden el mismo menú y a Rodri lo contentas fácilmente con un menú infantil a base de nuggets de pollo y patatas.

-Muy bien -afirma sonriente la dependienta anotando todo-. ¿Para el menú infantil querrá el juguete de niño o el de niña?

Vale, estará cansado, pero no lo suficiente como para pasar eso por alto. ¿De verdad acaban de preguntarle eso en pleno siglo XXI?

-¿Hay alguna diferencia entre uno y otro? -Alza la ceja con indignación el rubio.

-Oh, el de niño lleva un muñequito de acción que mueve los brazos y el de niña un pony con alas que también se mueven.

-¿Y si a mi niño le gustan los ponis? -Cuestiona el catalán-. ¿Es menos niño por eso?

-No estoy diciendo eso, señor, simplemente es una pregunta rutinaria -se defiende ella.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Where stories live. Discover now