Capítulo 28 - Despedida

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Desde que han llegado a casa, después de despedirse de las niñas en la pizzeria, no han parado ni un segundo. A petición, o más bien orden, de Raoul los dos chicos se han pasado toda la tarde limpiando la casa para, según el catalán, adecentarla para la llegada de sus amigos. Algo que el canario no termina de comprender y así se lo hace saber en cuanto tiene ocasión.

—Amor, son nuestros amigos, saben de sobra que vivimos en la inmundicia —razona el moreno barriendo toda la arena que Sirius ha decidido expulsar fuera de su cajita—. ¿Es necesario que limpiemos todo?

—Cielo, acabo de recoger dos camisetas tuyas de tirantes de debajo de la cama —informa el rubio echándolas en el cesto de la ropa sucia—. Tirantes. Estamos en marzo. Así que sí, es necesario limpiarlo todo.

—Pero es que Ricky y Roi no van a meterse debajo de la cama para ver lo que hay o lo que deja de haber ahí —contraataca Agoney—. Igual que los pelos de la ducha, nadie va a ducharse aquí hoy, ¿qué más da que pase el agua o no?

—Agoney, por Dios, eso es una cerdada —pone una mueca de asco el catalán haciéndose con el ambientador para echarlo por las habitaciones que ya están limpias—. Ya no solo por los invitados, sino por nuestra propia higiene.

—Estás empezando a hablar como mis padres, el matrimonio te está sentando fatal —bromea el mayor tirando a la basura el contenido del recogedor.

—¡No te equivoques, cariño, lo que me está sentando fatal es estar casado con un guarro! —Grita Raoul antes de volver a la cocina y guardar el ambientador de nuevo en la despensa.

—Vaya, cuando hago otro tipo de guarradas no te quejas tanto... —Agoney tira del antebrazo del contrario para pegar sus cuerpos por completo.

—Esto ahora no procede —carraspea el rubio clavando su mirada en los labios del tinerfeño.

—¿Ah, no? —Pregunta socarrón el más mayor antes de pasar la lengua por todo el cuello contrario, desde la base hasta poco más abajo de la oreja—. Entre unas cosas y otras llevamos demasiado sin follar, pollito.

—No puedes usar las palabras follar y pollito en la misma frase, es anticonstitucional —sentencia Raoul dejándose hacer mientras pasea sus dedos por el pecho del moreno.

Agoney suelta una sonora carcajada ante la salida de su chico para después hundir de nuevo el rostro en su cuello, dejando besos en cada porción de piel que pilla a su paso. Y vale, puede que su marido sí que tenga razón y llevan demasiado tiempo sin mantener relaciones sexuales, pues Raoul nota el calor en su bajo vientre expandirse a gran velocidad solo con un par de besos y mordiscos en el cuello.

—Ago que éstos están al caer —advierte el rubio sintiendo como se le acelera la respiración.

—Pues no les abrimos, que se vayan ellos a donde quiera que tengan pensado —sugiere llevando las manos a los glúteos contrarios para masajearlos con suavidad—. A mí me apetece disfrutar de este culo en mi despedida de soltero.

—No seas rancio, que tienes toda la vida para disfrutar de él —ríe Raoul sobre los labios contrarios antes de ponerse ligeramente de puntillas para besarlos—. Además, nuestros amigos se han currado las dos despedidas, no les harás el feo, ¿no?

—Vale —cede en tono de burla el tinerfeño antes de inclinarse de nuevo con la intención de juntar sus labios.

Momento justo en el que el timbre suena, advirtiéndoles de que sus primeros invitados han llegado.

—Los mato, de verdad —suelta un enfurruñado Agoney.

—Voy a abrir —niega con la cabeza el catalán concediéndole el beso que les han cortado—. Tú ve preparando algo para picar, va.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora