Capítulo 16 - Sincero

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Finales de enero, el frío cala con más profundidad en los huesos del canario que, acostumbrado a otro tipo de clima, permanece refugiado bajo las sábanas mendigando por un poquito de calor antes de tener que enfrentarse a la salida de la cama. Jugar con las patitas heladas de Sirius, aún a riesgo de llevarse un buen mordisco u otro arañazo, parece una buena excusa para no levantarse, así que no duda en enzarzarse en una pelea absurda con el gato por ver quién de los dos aguanta más tiempo entre el calor de las mantas. Desde la cocina, un Raoul mucho más espabilado sigue dándole el sermón del día.

—¿Pero por qué no? —Pregunta con verdadero fastidio el rubio mientras prepara los desayunos.

—Pues porque no, amor. —Agoney empieza a cansarse del bucle—. Para empezar la última vez que fui se montó un cuadro que flipas y además ya tengo otros planes.

—Joder, es que el partido de hoy es súper importante —intenta hacerse entender el catalán dejándose ver por el umbral de la puerta de la habitación—. Y prácticamente no vienes a verme nunca, me gustaría que lo hicieras.

—No estoy a gusto, Raoul, ya te lo dije —se encoge de hombros el moreno.

Con una mueca apenada, el menor se sienta al borde de la cama y le tiende su batín al contrario para que se lo ponga y salga de una vez por todas de la cama. Agoney deja a Sirius, quien parece ser el ganador de este asalto y se desplaza hasta el lado de la cama de Raoul para volver a dormirse, y se pone la prenda agradeciéndole el gesto a su chico con una sonrisa y un beso rápido.

—Los papás de Martina me dijeron que podías sentarte con ellos, que iban a intentar que no ocurriera lo del otro día —insiste el rubio.

—Cariño, que hoy no voy a ir. El finde que viene me vuelvo a pillar el sábado y me tendrás allí, pero hoy no —sentencia el canario sentándose en la mesa para empezar a desayunar.

Pese a haber zanjado la discusión, el catalán se sienta frente a él con semblante serio y un claro puchero en los labios. Desayuna pendiente del móvil, sin decirle una palabra al contrario. Agoney esboza media sonrisa al verle, pues su chico enfurruñado como un niño pequeño cuando algo no sale como él quiere es la cosa más bonita del mundo. Lo que no sabe Agoney es que Raoul ha entrado en Twitter a repasar algunos de los comentarios que se guardó sobre su video viral para obligarse a recordar lo mucho que se quieren.

El catalán bloquea rápidamente el móvil en cuanto ve en el moreno la intención de ponerse en pie y acercarse a él, cosa que acaba sucediendo segundos después de predecirlo. Agoney envuelve con sus brazos a Raoul por la espalda antes de besarle repetidamente la mejilla con la intención de que se le pase el cabreo.

—Ay, mi niño pequeño y diminuto, que es más caprichoso que Rodri —bromea empezando a dejar besos castos por todo su cuello y hombros, a la par que le acaricia los costados.

Y bueno, puede que eso haya funcionado un poquito, pero Raoul tampoco es que lo vaya a admitir. Así que, con altanería y una última mirada de indignación hacia su prometido, sale de casa casi sin despedirse.

Pese a todo, Agoney suelta una carcajada cuando lo ve marchar. Adora a ese idiota y a todo su drama con su alma, no puede esperar el momento de volver a casa para comérselo a besos con el pretexto de que le perdone.

Pero de momento, debe prepararse y arreglarse para ir a la residencia a ver a Andrés, pues entre la boda, el trabajo, intentar no descuidar a Raoul y los nuevos horarios de Álvaro y Sandra que les obligan a cuidarse con su sobrino más tiempo que antes, hace demasiado que no va a visitarlo. Y, sintiéndolo mucho por su chico, Agoney prefiere aguantar uno de sus cabreos espontáneos que cancelar la visita al anciano, pues lo último que necesita el hombre es verse abandonado de nuevo.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Where stories live. Discover now