Capítulo 19 - Fuera de Juego

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La alarma del móvil de Raoul inunda la habitación, señalando el comienzo de un nuevo día. Para sorpresa del catalán, que decide remolonear unos minutos más en la cama, Agoney se levanta de ésta como un resorte. En lo que el rubio ha dado media vuelta sobre sí mismo, el canario ha apagado el despertador, ha escogido la ropa que va a ponerse y se ha metido en el baño para ducharse. Hoy va a ser un gran día y él tiene que estar a la altura.

Con un montón de pensamientos y escenarios en la cabeza, Agoney abre el grifo y se coloca bajo la alcachofa de la ducha sintiendo su cuerpo relajarse gracias al calor del agua, pues estando a mediados de febrero es una sensación que se agradece.

Por ello, no puede evitar estremecerse cuando una corriente de aire helado invade de repente la calidez de su espalda, haciéndolo tiritar. Aunque esto no le molesta en exceso cuando la mampara de la ducha vuelve a cerrarse y el frío es sustituido de nuevo por el calor del cuerpo de su novio semidormido dejándole un beso cariñoso en el hombro para después abrazarse a él por la cintura apoyando la mejilla sobre su omóplato, aun a riesgo de tragar agua si decide quedarse en esa posición demasiado tiempo.

A Agoney le va a explotar el pecho de amor.

—Buenos días —murmura Raoul contra la piel del contrario, luchando por abrir los ojos.

—Buenos días, dormilón —responde el tinerfeño sonriendo a la par que voltea ligeramente la cara para besarle la cabeza a su chico.

—No me toques los huevos que aquí la marmota suprema eres tú —contraataca entre bostezos el menor, haciendo reír a carcajadas al otro chico—. ¿Se puede saber por qué has tardado tan poco en despejarte hoy?

—No sé, estoy algo nervioso, supongo —se defiende el moreno mordiéndose el interior de su labio inferior de forma inconsciente.

—¿Por? —Inquiere el catalán dejando toquecitos con los labios sobre la base del cuello del contrario.

—Quiero que salga todo bien, me da miedo que no congenien y tener que elegir de nuevo entre uno u otro... yo qué sé —se frota los ojos con desesperación el mayor.

—Relájate, pajarillo —pide Raoul masajeándole los hombros al contrario, obligándole así a rebajar la tensión que se había apoderado de su postura—. Va a salir bien porque los dos te queremos y vamos a hacer lo imposible para que nuestro niño esté contento. Por no hablar de que, a una mala, si somos incapaces de soportarnos, ninguno te haría elegir. Pero repito, eso no va a pasar.

—¿De verdad?

—De verdad de la buena, amor —sentencia el rubio volviendo a bajar sus manos hasta la cintura del contrario para recostarse de nuevo sobre su espalda.

—¿Cómo eres capaz de hablar tan bien si hace a penas dos segundos estabas peleando contigo mismo por despertarte? —Comenta Agoney con una risita divertida y cargada de admiración.

—Me he espabilado pensando en formas de desestresarte... —afirma el menor con un tono pícaro a la par que acaricia el abdomen de su chico bajando lentamente la mano hasta llegar a su entrepierna.

—Joder, Raoul —gime el isleño inclinando la cabeza hacia atrás sin haberse visto venir esa salida por parte de su novio.

—¿Me dejas relajarte, cariño? —Pregunta el rubio en un tono demasiado inocente para estar inmediatamente después recorriendo el cuello de Agoney de abajo a arriba con la lengua.

—Soy todo tuyo —sentencia en un jadeo el mayor al sentir los perfectos dientes de su chico atrapando el lóbulo de su oreja derecha.

Y sí, finalmente parece que Raoul ha conseguido relajar al canario. Así se lo hace saber Miki en cuanto cruzan la puerta de su despacho en la agencia de planificación de bodas.

ALONE WITH YOU (Ragoney) Where stories live. Discover now