7 Clase de baile

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    El día sábado de la semana se hizo presente en los Alpes Suizos. Heidi, Pedro y Clara pasarían todo el día en Maienfeld con la abuelita. Habían sido invitados a almorzar y pasar la tarde, las niñas junto con el abuelo se dirigían hacia Dörfli y se quedarían allí en la casa del pueblo esa noche para no volver tarde a la cabaña.
Cuando pasaron por la cabaña de Pedro, Heidi dio un silbido para avisarle a su amigo que saliera y que puedan irse todos juntos.

—General, te has quedado dormido?—preguntó el abuelo a Pedro quien había tardado en salir.

—No, como crees viejo. Solo me tardé porque mi madre estaba diciéndome un par de cosas—respondió Pedro sospechosamente. Heidi lanzó una mirada a Clara quien la entendió al instante.

—Luego soy yo la impuntual—susurró Heidi, Pedro se volteó para fulminarla con la mirada ya que el abuelito y el iban delante de las amigas.

Clara se rió y dijo después de un rato de caminar:—Recuerdas que en la carta que te envíe dije que traía regalos?

—Oh si, lo recuerdo pero lo había olvidado—respondió Heidi de forma honesta. Pedro no dudó ni un segundo en parar la oreja para escuchar lo que la rubia decía.

—Bueno no solo eran mis regalos, junto con la abuela los escogimos. Por eso los tiene ella, porque quiere entregárselos personalmente—informó Clara.

—Muero por saber qué es—exclamó Heidi rodeando con uno de sus brazos a su amiga.

—Yo también, espero que sea... —dijo Pedro pero fue interrumpido.

—Comida, lo sabemos —interrumpió Heidi, el abuelo largó una carcajada mientras que Pedro se moría de vergüenza.

—De hecho iba decir... iba decir, un li-libro... si eso—se excusó el castaño. Las risas se hicieron presentes en la caminata.

—Un libro? De verdad?—dijo Clara.

—Si, por qué?—dijo Pedro.

—No sabía que te gustaba leer—habló la rubia.

—Es porque no lo hace, nunca lo he visto tomando un libro siquiera—dijo Heidi.

—A veces leo el libro de mi abuela, el de los poemas—siguió excusándose.

—Ah si? Dime Pedro, de que trata el tercer poema? El de la página 25 para ser más específica...—preguntó Heidi poniéndolo a prueba.

—Sé perfectamente cual poema es, y trata sobre... sobre la... flora y fauna, por supuesto—mintió porque la verdad es que no tenía ni la más pálida idea. Heidi no aguantaba la risa pero decidió hacerlo.

—Te habrás equivocado porque trata sobre el viento, sabes? —dijo Heidi.

—Creo que una vez se lo leí a la abuelita—dijo Clara.

—Hablando de eso, tendríamos que ir un día a visitarla también, no?—propuso la pelinegra.

—Lo haremos, claro que si—asintió Clara.

    Al llegar a la casa dejaron un par de bolsos que traían con ropa, luego fueron apurados por el abuelito quien les recordaba que faltaba poco para el almuerzo, que no hagan esperar a la abuelita y que no tendrían que llegar tarde. Nuevamente realizaron la segunda caminata del día hacia Maienfeld, no quedaba muy lejos pero debía apurarse si querían llegar de manera cortés.
Ya se encontraban en la gran casa donde el señor Sessemann y la abuelita se estaban hospedando. Clara tocó la puerta emocionada mientras que Heidi y Pedro esperaban detrás de ella ansiosos. Sebastián, el mayordomo de la familia Sessemann, se hizo presente al abrir la puerta.

MOUNTAIN (Heidi x Pedro)Where stories live. Discover now