22 Confusión

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—Listo, ahora la bota—dijo Heidi terminando de ponerse la crema especial que el doctor le había dado para su pierna. Tenía un olor agradable y se sentía bien. Tal vez los efectos estaban comenzando a funcionar en esta.

—Buenos días querida Heidi—dijo Clara entrando a la habitación encontrando a la pelinegra sentada en su cama colocándose la bota.

—Buenos días enamorada—bromeó. Clara le sonrió pícaramente—Que nos depara la lista para el día de hoy?

—Pues...—Clara sacó el papel del bolsillo de su vestido, acostumbraba a llevarlo ahí ya que era la dueña de dicha lista—Un paseo. Al fin, he esperado esta actividad por días.

—Que lindo, un paseo. Podré caminar durante todo el paseo—dijo Heidi sonriente, pero luego cambió su faceta a seria—Cómo se supone que voy a dar un paseo con ustedes querida Clarita?

—Acaso olvidaste que tu ya puedes caminar? Lento pero puedes—dijo Clara—Tranquila, hay una forma de llevarte.

—Vaya, piensas en todo—dijo Heidi más calmadas—Y cuál es esa forma?

—Cargándote.

Clara estaba loca si pretendía que la cargaran. Primero, la rubia no podría con el peso porque a pesar de que Heidi era pequeña y delgada, la bota hacía más trabajo y era el verdadero problema. Segundo, ya habían puesto esta idea en práctica cuando eran pequeños, y sin dudas el que salió más exhausto fue el pequeño Pedro para aquel entonces. Claro, había que tener en cuenta que habían crecido, estaban fuertes y no irían hasta la montaña. O al menos eso suponía Heidi.
Después de hablar sobre la forma en la que darían un paseo con la lesión de Heidi, se terminaron convenciendo de que sería cansados y arriesgado. Pero que lo harían de todas maneras. Estaban aburridos, ver siempre lo mismo, casas, gente, Dörfli, entre otras. Necesitaban aire fresco, las montañas, las flores, las nubes y las cabras. Prepararon todo para irse y cuando estaban por salir a Heidi se le ocurrió una muy buena pregunta:

—Dime querida Clara, tu enamorado irá con nosotros a nuestro paseo?—preguntó.

—Bueno, en realidad...—Clara fue interrumpida porque el sonido de unas pisadas se hizo presente.—Vienen el y su caballo.

Pedro, Charlie y un caballo de pelaje marrón muy brillante se acercaban a las muchachas—Buenos días señoritas! Es un hermoso día, hay un sol espléndido y un leve calor, que digo leve, gran!—dijo Charlie muy alentador.

—Espero que nuestra invitada no les de molestia alguna...—dijo Pedro acariciando el pelo del animal, que al parecer era hembra.

—Molestia? Pero si es una belleza—dijo Heidi acercándose cómo podía para verla más de cerca.

—Les presento a Gertrudis, una de mis mejores amigas. Te escoltará hasta la famosa montaña—dijo Charlie, se acercó a Heidi y le susurró—Que por cierto, es mi primera vez y estoy emocionado!

—Ya lo creo!—dijo Heidi—No es hermosa Clara?

—Lo es. Necesitábamos una pequeña ayudita y Charlie aportó a Gertrud—dijo Clara sonriéndole a este.

—Qué dices Gertrud? Que nos vayamos ya? Pues claro! En marcha—dijo Pedro. Ayudaron a subir a Heidi a la yegua y partieron hacia las amadas montañas, Los Alpes.

    Pedro iba adelante guiando a sus cabras como siempre, luego seguían Charlie y Clara quienes conversaban muy animadamente, la joven le iba contando como era todo allá arriba y tampoco se olvido el detalle de que seguro se iba a cansar por no estar acostumbrado, el muchacho estaba muy entusiasmado, no acostumbraba a ver paisajes así en la ciudad. Mientras tanto Heidi iba con Gertrudis y observaba todo, tal vez no volverían a salir a dar un paseo por un tiempo. Así que decidió aprovechar para reencontrarse con su hogar. No pudo evitar emocionarse al ver la cabaña, algo solitaria pero siempre acogedora, los abetos estaban más frescos que nunca, el agua corría por la fuente cristalinamente y los pájaros tomaban de está en su descanso de su vuelo. Cada detalle era simplemente como volver a estar en casa. Decidieron hacer una parada para que el caballo, mejor dicho yegua pudiera descansar y beber agua. Al cabo de unos minutos retomaron.
    No podía esperar, quería recostarse, contemplar absolutamente todo de aquel mágico lugar al que iba desde niña. Estar lesionada por varios días se había sentido como años sin volver a sus montañas. Como si hubiera traicionado a los suyos, las dormilonas, las cabras, el señor de las cumbres, los atardeceres, las siestas, los almuerzos y todo. Se acercaban más y trataba de mirar todo como si fuera la primera vez que subía. Ya se podían divisar todos los tulipanes y sus colores, y más adelante Los Alpes.

MOUNTAIN (Heidi x Pedro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora