30 Perfección

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—Estas lista? Te estás tardando una eternidad—dijo Pedro del otro lado de la puerta de la habitación de Heidi.

—Soy una mujer. No se si te diste cuenta o apenas te estás enterando—respondió Heidi acomodando su cabello que no tenía un buen día hoy.

—Pero que tanto haces ahí? Al menos me dejarías pasar?—preguntó ya cansado de esperar.

—Claro que no! Necesito privacidad y lo sabes—Heidi no dejaba de dar vueltas en su cuarto.

—Apresúrate o sino Pepe se irá sin nosotros!—dijo Pedro bajando las escaleras hasta que Heidi saliera de su cueva, está simplemente rodó los ojos.

El amigo de Pedro, Pepe quien era el dueño de todas las canoas de Dörfli los estaba esperando en el lago desde hacía como una hora aproximadamente. Heidi se encontraba arreglándose con mucha desesperación y rapidez porque Pedro le aseguró que la llevaría a un lugar muy especial. Básicamente una cita y sería la primera de todas. Pero no le dió características sobre esta, si sería al aire libre, si sería algo más formal o como debía vestir o que llevar. Termino optando por un vestido cómodo pero con sus detalles, después de todo era una cita y no tenía nada de malo querer arreglarse. Heidi tenía muy en cuenta que Pedro ya la veía con otros ojos, y tal vez ser bella y perfecta sería uno de los requisitos para estar en pareja y que ambos estén satisfechos.

Cuán equivocada estaba la pequeña Heidi.

—Cáscaras! Heidi me iré sin ti sino bajas pronto!—gritó Pedro desde la cocina mientras comía una manzana roja.

—Que molesto estás hoy, eh?—dijo Heidi bajando las escaleras y yendo hacia la cocina. Pedro la observó de pies a cabeza con la boca entre abierta, la manzana casi se le cae al mirarla hasta que reaccionó.

—Eres tu?—dijo Pedro acercándose a ella. Heidi rió silenciosamente—Vaya, que linda estas.

—Gracias—dijo Heidi con una sonrisa victoriosa—No estoy segura si me vestí bien para la ocasión...

Pedro puso su dedo índice en sus labios haciéndola callar—Shh, de eso nada. Estas radiante, así que mejor nos apuramos y nos vamos.

—Usted guíeme señor pastor—dijo Heidi, Pedro le ofreció su brazo para hacer el paseo de forma más elegante ya que sabía que a Heidi le gustaban esas cosas.

—Un bello día nos espera mi dama—dijo este abriendo la puerta, Heidi tomó la canasta que había preparado con bocadillos para ellos y salieron.

El aire frío que provenía de las montañas chocó con los rostros de los jóvenes. La nieve ya no era tan abundante como hace unos días pero aún así se sentía la helada. Los muchachos acostumbrados a aquellas temperaturas se dirigían hacia el lugar donde Pedro tenía pensado ir. Sin mencionar que Heidi había olvidado comentarle al abuelito que saldría.

—A donde van par de niños?—preguntó el viejo desde su taller de trabajo al verlos pasar el jardín delantero. Ambos pararon en seco al escucharlo.

—Abuelo, saldremos a...—Heidi miró a Pedro por respuestas pero este estaba más despistado que de costumbre—Vamos a ayudar a un amigo con un par de cosas de la escuela.

—Y por qué van tomados del brazo?—preguntó de nuevo, no era ningún estúpido. No podían engañarlo pero no era el momento de decirle que estaban comenzando una relación amorosa e irían a una cita romántica.

—Me aseguraba de que Heidi no cayera y resbalara con el... hielo—dijo Pedro, pero a los segundos se dio cuenta de que no había ni una pizca de hielo en donde se encontraban.

MOUNTAIN (Heidi x Pedro)Where stories live. Discover now