32 Confesiones

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Era la cuarta vez que la señorita Anderson pedía silencio. Ese día los niños estaban muy conversadores, para suerte de Heidi quien había escogido la historia más interesante y conocida de aquella biblioteca para sus lectores de ocho años. "Caperucita Roja"

—Pero señorita Heidi. Esa historia la oímos a menudo, la anterior señorita que nos leía siempre lo hacía—protestó un niño de cabello rizado rojo.

—Hablé con su anterior lectora y confirmé que les había leído la versión infantil de este libro—Heidi les enseñó la tapa del libro que estaba adaptada para niños de cinco años—El manuscrito que leeré hoy es más complejo, para su edad. Me explico?

—Aún así nos sabemos todo el cuento de memoria—dijo otro niño de unos grandes ojos verdes—Se la podría contar ahora mismo y resumida.

—Pero claro que si, todos pueden hacer eso.—Heidi cerró el libro y aclaró su garganta para poder meter más dramatización a su resumen—El cuento de hadas de aquella abuelita y la nieta que debía escoger entre dos caminos y se terminó guiando por la opción más fácil y tentadora.

Algunos niños reían mientras que otros no prestaban atención—Bien les haré caso entonces, parte de mi trabajo es escuchar las opiniones de los demás para saber si en verdad han entendido la historia, además de entretener por supuesto. ¿Alguien puede decirme que enseñanza nos regala el cuento?

—No comer tantas porquerías como la abuelita que termina siendo el lobo?—dijo una niña con inocencia, Heidi comenzó a reír y luego los niños también. Las carcajadas pararon cundo la gran puerta de la biblioteca se abrió causando que todas las miradas se dirigieran a esta. Un sonriente Pedro se hizo a parecer tras cerrarla.

—Que haces aquí?—preguntó Heidi con una sonrisa.

—Estaba aburrido y no se me ocurrió otra cosa que venir—dijo el castaño acercándose a ella para depositar un beso en su mejilla. Una aclaración de garganta los hizo separarse, los niños los miraban con mucha atención y confusión—Hola!

—Chicos, el es Pedro. Nos acompañará hoy—dijo Heidi presentándolo a sus expectantes. Algunos murmuraron un hola y Pedro se sentó en el piso con los demás.—Estábamos por leer Caperucita Roja.

—De verdad? Vaya creí que les leerías algo más aventurero—dijo Pedro con suma sinceridad, Heidi hizo una mueca.

—Eso es lo que le decíamos!—murmuró de nuevo el niño de cabezo con rizos.

—Por favor señorita Heidi, lea otra—dijo otro, algunos niños apoyaban la idea de cambiar el cuento mientras que otros no protestaban porque estaban en la suya.

—Cambiaré de libro si alguno me responde que ha aprendido sobre este—dijo Heidi finalmente. Todos se permanecieron en silencio—Nadie? Bien. Se los diré, pero antes debo hacerles dos preguntas.

Heidi pensó dos veces antes de hablar porque estaba a punto de tocar uno de los temas más serios para ella y la mayoría de las personas—Díganme chicos, a cuantos se ustedes les han dicho que no hablen con extraños?—los niños se miraron entre sí, algunos levantaron las manos y la pelinegra asintió—Okey, ahora cuantos de ustedes han hablado con extraños?

La mayoría de las manitas se elevaron, Heidi quedó satisfecha y dijo: —La idea central del cuento. A pesar de las supuestas buenas intenciones que el lobo presentó a Caperucita Roja, este detrás escondía propósitos muy macabros. En su momento, esta historia fue creada para concienciar a las jóvenes de los peligros de relacionarse con extraños.

Todos posaron sus miradas directo a ella—He decidido que no sólo las niñas tendrían que tener esto en cuenta. Más bien todos nosotros. Lamentablemente, vivimos en un mundo en el que debemos cuidarnos a cada momento de nuestras vidas porque hay gente muy mala rodeándonos. Y la peor parte es que no sabemos quiénes son esas personas y ni siquiera nos damos cuenta de sus propósitos, del el niño más pequeño hasta la persona más grande.

MOUNTAIN (Heidi x Pedro)Where stories live. Discover now