16 Noramala

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—Completamente rota.—dijo el doctor observando sus anotaciones.

—Es imposible—dijo Heidi tomando su cabeza (más bien su frente) entre sus manos —No me puede estar pasando esto.

—A ver querida, tu pierna sufrió varias lesiones. No está rota del todo pero le tomará algo tiempo recuperarse—explicó el doctor de Dörfli.

—Cuánto tiempo doctor?—preguntó el abuelito.

—Más o menos un mes, pero cuando se trata de lesiones suele recuperarse más rápido. Tengamos fe por ahora, ya tenemos por asegurado de que Heidi no sufrió heridas mayores y está sana y salva—dijo el doctor fingiendo una sonrisa mientras guardaba sus cosas en un maletín—Vendré la semana próxima para revisarte.

—Está bien. Muchas gracias—dijo Heidi con algo de tristeza en su voz.

—Se lo agradecemos, doctor—dijo el abuelito mientras le abría la puerta, este asintió y se fue.

El abuelito observó a Heidi, postrada en una cama con la pierna enyesada. Sin poder hacer nada ni disfrutar del verano junto a sus amigos. Luego se percató de una ligera lágrima en su rosada mejilla.

—Amo mi suerte—dijo Heidi sarcásticamente mientras trataba de alcanzar los pañuelos para limpiarse su ya húmeda cara.

—Deberías hacerlo pequeña. Pudieron haber muerto. No los regaño solo porque ya están mayores y no estaban jugando cosas de niños—dijo el abuelo alcanzándole un pañuelo.

—Olvidas algo... tengo toda la pierna en mil pedazos ¿lo recuerdas?—dijo pero otras lágrimas se hicieron presentes.

El abuelito se arrodilló frente a ella—Escucha, estarás bien. No dejes que este accidente arruine tu verano.

—Es que, siento que seré una carga para todos en lo siguientes días y más para ti. Y lo único que quiero hacer es ayudarte en todo momento, no que te ocupes de mi. Se supone que es mi turno de cuidarte—dijo Heidi entrando en llanto.

—Pero cariño, eres muy joven todavía. He cuidado de ti todos estos años, en algún momento de tu vida te quebrarías algún hueso. No es problema para mi y nunca lo has sido—dijo el abuelito secando sus lágrimas.

—Quiero que te mantengas sano, no que me tengas que traer la comida o ir a conseguir todo lo que necesitamos—Heidi ya tenía su rostro completamente rojo de la frustración.

—Eres de mucha ayuda para mi, créeme pequeña. Pero estas cosas pasan y lamentablemente no podemos remediarlas, solo nos queda cuidarte y esperar. Recuerda que todo pasa por algo siempre—dijo el abuelito con una de sus más sinceras sonrisas.

—Lo crees?—preguntó Heidi mirándolo a los ojos. Este asintió—Te prometo que cuidaré de ti hasta en tus últimos días de ancianito.

El abuelito largó una carcajada y al segundo Heidi se la siguió, a la muchacha le hizo recordar en aquellos años atrás, en esos días en los que se había venido a vivir a la cabaña y reían de todas las inocentes cosas y ocurrencias que la pequeña Heidi decía.
Fueron interrumpidos porque alguien tocó la puerta de la recámara.

—Abuelito! Ya podemos pasar?—preguntaba Clara desde el otro lado.

—Por supuesto. Pasen—dijo el viejo. La puerta se abrió y Heidi pudo divisar unas preocupadas caras, pero alegres a la vez.

—Qué dijo el doctor?—preguntaron Clara y Pedro al unísono.

—Bueno, básicamente mi pierna está "rota"—dijo Heidi y a Clara se le detuvo el corazón por unos segundos—Digo, no está rota pero si muy dañada en varias partes por los golpes. Dijo que volvería a recuperarme dentro de un mes.

MOUNTAIN (Heidi x Pedro)Where stories live. Discover now