CAPÍTULO X

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Después de aquella charla con el profesor de fotografía experimental, pasé el resto del receso pensando en si regresaría o no al pasado. Soy una persona indecisa, además, él no me explicó a detalle el cómo viajar por aquel vórtice espacial.

Escuchaba las acaloradas conversaciones de los que me invitaron a almorzar, pero no comprendí nada de lo que decían porque, en primer lugar, jamás les presté ni una poca de atención.

Di un sorbo a mi café. Estaba muy amargo, me dejó una extraña sensación en los dientes y la lengua. Así me gustaba.

— ¿No comerás nada? — preguntó Avan.

Yo negué con la cabeza.

¿Qué carajos estaba haciendo ahí? No hablaba, no comía... Sólo estorbaba en ese grupo de gente tan interesante y cool.

— Sólo estorbaba en ese grupo de gente tan interesante y cool... — murmuré a mis adentros.

— ¿Qué? — Karina, que estaba a mi costado izquierdo, se inclinó hacia mí.

— Nada — contesté, encogiéndome de hombros mientras alzaba la mirada.

Hubo un largo silencio que fue roto por los murmullos de los chicos a mí alrededor.

— Oye, estábamos pensando que más tarde podrías acompañarnos a una reunión que tendremos los de la sección — dijo Avan —. No es algo grande ni desenfrenado, pero...

— ¿Te gustaría ir? — interrumpió Karina. El cabello naranja le caía sobre la frente y su enorme sonrisa le hacía ver más joven de lo que era. Había algo diferente en ella, en realidad, en todos, pero no supe qué; algo que no tenían antes de que yo cayera en el Berlín de los 90s.

Permanecí un buen rato observándola y ella se sonrojó.

— No tienes por qué respondernos ahora — mencionó.

Nació el silencio por segunda ves, pero fue roto por uno de los chicos que nos acompañaba, pues teníamos que regresar a clases.



Las clases y mis nuevos amigos – si es que me podía referir así a ellos de manera tan rápida – hicieron que me olvidara de la indecisión de sí regresar o no al pasado. El profesor Schmidt tenía algo de razón, bueno, mi baja autoestima me lo decía. Antes de que mi última clase diera por terminada, cerré los ojos por un instante y vi a Christoph al otro lado de una avenida y me vi a mí y entonces corrimos el uno hacia el otro, pero él se miraba tan decepcionado... Abrí los ojos cuando el profesor de lenguaje audiovisual informó que ya podíamos salir.

Comencé a meter mis útiles al bolso cuando sentí el mapa que el profesor Schmidt me dio. Recorrió una electricidad por mis dedos, pero sentir la mano de Karina tocar mi hombro y ver que Avan nos hacía señas para que nos fuéramos provocó que olvidara el plano de la ciudad.



Las comisuras de mis labios se alzaron en una gran sonrisa al sentir el aire chocar contra mi rostro. Escuché a Karina reír junto a Avan y el sentimiento de libertad desapareció cuando el automóvil se detuvo en luz roja. Dirigí los ojos hacia el vehículo de al lado, percatándome de lo despeinado que quedó mi cabello. Al intentar arreglarlo con ayuda del reflejo del cristal, éste se bajó y sentí mi corazón saltar y cuando él me miró sé que también sintió algo.

Christoph Schneider se había sacado las gafas de sol mientras conversaba con alguien. Soltó una risa y se volvió por un instante, cuando lo hizo no me tomó tanta importancia, pero después de que lo captó, sus azules y magníficos ojos se cruzaron con mis comunes ojos café. Sus labios se separaron como si fuese a decir algo, pero luego pareció que también quería asomarse bien desde la ventana del conductor para percatarse si de verdad era yo.

TRAUM [ Christoph Schneider ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora