El inicio de la tormenta. Capítulo 29.

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POV Camila

Todo un mes había pasado y aunque yo era feliz con Lauren, me sentía culpable de ocultar a mis padres una pizca de mi felicidad. Yo no creía posible que mis padres pudieran reaccionar de mala manera ante nuestra relación pero mi novia realmente temía de lo que sus padres pudieran decir.

–Buen día cielo –mi madre besó mi mejilla y me abrazó cuando entré a la cocina –Feliz cumpleaños –me sonrió con alegría y extendió su mano con una pequeña cajita en ella –No lo abras hasta más tarde.

–Gracias mamá –la abracé de nuevo.

– ¿Ya llegó Lauren? –preguntó mi papá y mi mamá respondió de forma negativa.

– ¿Lauren? –pregunté viendo a mi madre.

–Sí, vendrá a dejar unas cosas que manda Clara –explicó antes de beber un poco de café.

– ¡Feliz cumpleaños Mila! –mi hermana me abrazó por la cintura y yo le sonreí.

–Gracias pequeña –me agaché y le di un buen abrazo.

–La señorita Jauregui acaba de llegar –anunció Sally entrando a la cocina con una caja de cartón y la dejó en la mesa.

–Ve a saludarla hija –mi mamá comenzaba a abrir la caja.

Al salir de la cocina la vi llevar otra caja idéntica a la que mi mamá abría en la cocina.

–Hola princesa –dijo dejando la caja en el piso para abrazarme.

–Hola amor –hablé con el mismo discreto tono que ella para que no nos escucharan.

–Tengo ganas de darte un beso –susurró acercándose a mí.

–Hola Lauren –mi mamá interrumpió y enseguida mi novia se alejó dando un paso atrás.

–Hola Sinu –se saludaron con un beso en la mejilla.

–Mi mamá mandó todo en las cajas y manda disculpas por no poder venir a ayudarte a cocinar –Lauren hablaba y yo no podía dejar de mirarla.

–No tiene por qué preocuparse, pero no puede faltar a la comida –Sally apareció y tomó la otra caja para llevarse y mi mamá se fue detrás de ella.

–Amor, tengo que irme pero vendré más tarde ¿sí? –miré hacia todos lados y cuando vi que no había nadie la besé por unos segundos –Camz –susurró.

–Lo sé, pero es que odio no poder besarte cuando yo quiera –bajé la mirada.

–Pronto, te lo prometo –levantó mi barbilla tomándola entre su pulgar y su dedo índice.

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