Escape. Capítulo 32.

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POV Camila

El pánico se apoderó de mí, creía entender el porqué de las oposiciones de nuestros padres.

No pude soportarlo, por primera vez sentí la necesidad de huir y eso haría.

- ¿Se va señorita? –me preguntó Sally al ver mi valija en mi mano.

-Sí, no digas nada a nadie por favor. Tu no me viste –le dije antes de darle un abrazo.

Con los ojos llorosos pude salir de mi casa sin que nadie más me viera.

-Al aeropuerto –indiqué al chofer que me miró confundido.

POV Lauren

Estaba en el hospital junto a mi hermana que tenía sus ojos abiertos y me escuchaba leer. El respirador no la dejaba hablar así que con mucho esfuerzo me pidió que le leyera aquel libro que le regalé en su cumpleaños.

- ¿Sabes algo de papá? –preguntó mi hermano interrumpiendo.

-No –me limité a responder - ¿Qué con él? –pregunté incrédula.

-Está en cirugía –lo miré sin gesto alguno –Yo también odio que te haya hecho aquello Lauren pero ahora está luchando por su vida.

Taylor llamó nuestra atención y entendimos que quería saber lo que le había pasado a nuestro padre.

-Entraron a su oficina esta mañana y unos hombres lo golpearon. Sus estúpidas deudas también le valieron una bala en la cabeza –el enojo de Chris era bastante claro.

-Cada acción recibe una reacción, él está pagando por lo que hizo –el rencor habló por mí y aunque me di cuenta de lo que había dicho, no me arrepentí.

-Lauren… -mi hermano comenzaría con un sermón así que negué con la cabeza.

-No puedo perdonarlo tan fácilmente Chris, no porque pueda morir lo haré. Siento que sería hipócrita de mi parte hacerlo –suspiró y se acercó a Taylor.

- ¿Te sientes mejor hoy? –su intento de charla comenzó con esa pregunta.

Horas habían pasado y ahora estábamos junto a mi madre en la sala de espera por noticias de mi padre.

Notaba a mi mamá nerviosa y ansiosa, supuse que sería por Michael.                     Chris salía y entraba a cada rato para responder sus llamadas y yo sólo deseaba que Camila estuviera conmigo. La extrañaba muchísimo y en mi cabeza no dejaban de repetirse los gratos momentos que había pasado con ella hasta hace unos días. Miré el tatuaje en mi mano y no pude evitar sonreír como una tonta.

- ¿Qué es eso? –mi mamá observaba mi mano con disgusto.

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