Capitulo 33:Evidencias

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*CAPITULO 33: EVIDENCIAS*

A veces lo único que se desea es tomar el cuerpo de la persona amada para adorarlo, con los labios, con su lengua con los blancos dientes, con las manos, desear prolijearle besos en el cuerpo, que toquen su alma y la hagan ir al más allá y volver a nosotros, tan satisfecha, felíz y plena que embriague el ser con su placer.

Sandrith Write.

"A las puertas del horno se quema el pan".

La modelo en éste momento pensó que no había frase más ciertas que esa, en su afán por obtener a Alessandro, pasó por alto la audacia que lo llevó a convertirse en el gran empresario que era en éste momento.

- Yo no te he dicho nada de ella, así que ¿cómo te enteraste de su existencia? sólo mi familia y mis escoltas saben que yo sostengo una relación fuera del ámbito profesional con ella, así que dime ¿cómo te enterraste? –  La aprisionó de ambos brazos haciendo presión. Tragó saliva con dificultad y un sentimiento nunca experimentado con el contrario la invadió, pues sus ojos eran dos llamas de fuego tan ardientes y dañinas como el mismo infierno.

- Aless... -  Intentó usar aquel tono meloso y coqueto que usaba en sus anteriores encuentros para desviar el tema, no se le perdía nada con intentarlo. Sin embargo la mirada tan gélida que le dedico el italiano, tan feroz cómo la de un león, le mostraron que no tendría escapatoria.

- ¡Responde! - Él grito con tal ferocidad que su pecho vibró junto con su estridente voz, aquel sonido infernal hizo que la modelo temblara en sus manos como una hoja, su corazón inició a andar acelerado, al comprender su inminente pérdida, lágrimas picaron en sus iris, y sin embargo no conmovieron a su interlocutor quién apretó con mayor ahínco sus brazos, dejando moretones en su piel por la fuerza que ejercía en su agarre.

- Me duele Alessandro... Por favor suéltame - Respondió con verdadero terror en su mirada y pequeñas lágrimas descendiendo por sus ojos, mirando con súplica, anhelo y dolor.

"Ya lo has perdido ésta vez para siempre" le volvió a decir aquella molesta voz. Al enfocar mejor sus ojos en los del italiano, toda la comprensión de su maldad y egoísmo calló sobre ella como una roca, pesada, grande y dolorosa.

Pequeñas lagrimas brotaron de sus ojos... Corriendo, un amargo llanto se arremolino en su garganta, "lo has perdido" volvió a decir la voz y ésta vez sí dolió en toda ella y su llanto ya no fué ahogado, se soltó en una gran lluvia, que mojó toda su fas descendiendo lenta, dolorosa y tortuosamente haciendo un camino de amargura hasta su corazón.

Al ver su estado, Sandro la liberó y se pasó las manos por su rostro y cabello desordenándolo, sintiéndose vil ante su trato rudo, pero nadie entendía la angustia y desolación tan grande en la que se encontraba su alma desde hace más de seis semanas, qué no tiene noticias del paradero de ella, dejó de decir su nombre hasta en su mente pues sentía que con nombrarla aumentaba su dolor y se volvía tan insoportable que deseaba arrancarse el corazón para no sufrir más.

Ante el recuerdo de esto, inició a caminar por el espacio cómo un niño abandonado por sus padres luego de ir a un parque de diversiones, cómo un colibrí que le fué arrebatado su jardín de flores.

Cuando el llanto de la modelo cesó, él la miró fijamente con mil preguntas en sus orbes que ella de inmediato comprendió, pues hace sólo unos minutos ella fué testigo de su dolor, cómo en su pecho hay una herida tan grande que es fácil de ver y tan profunda que no se ve el fin de ella.

"Dale un poco de agua a su desierto corazón" le volvió a susurrar la voz que ahora sabía, era su conciencia. 
 
- Quiero que sepas, que todo lo que hice fué porqué ti amo y deseaba estar contigo, y la única manera de hacerlo era sacando a la piedra que estaba atravesada en mi camino hasta tí. - Confesó la modelo luego de unos minutos donde se permitió clamarse de su llanto, y su respiración se normalizó, aunque su corazón estaba fragmentado dentro del cascaron vacío que era ahora su cuerpo, a partir de ahora jamás sería llenado por las caricias que le prolijeaba éste hombre, que se decía frío, pero que nadie mejor que ella sabía que era fuego inminente, y estar en sus brazos era tan cálido cómo el sol de la plaza, repentinamente sintió deseos nuevamente de llorar, pero no volvió a derramar ni una sola gota.

EL AMOR DE WINNIE BROWN (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora