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Tweek

Estaba asustado, no lo iba a negar, y la razón principal que le evitó ocultarlo era que él sabía lo fácil que sería para cualquiera darse cuenta de algo así. Sentía que le temblaban las rodillas y gracias al cielo estaba sentado; de no ser así lo más probable era que caería desplomado. Estaba nervioso también, el sentimiento lo consumía desde lo más profundo de sus entrañas y brotaba a chorros esparciéndose por todo su cuerpo. De alguna forma agradecía no haber probado bocado aún pese a que estaba muriéndose de hambre; sus tripas gruñian, recriminando por la falta de alimento, intentó ignorarlo. Era seguro que, de comer algo, vomitaría enseguida por los nervios. El corazón le latía rápido, desbocado, parecía querer salir huyendo, y no lo culpaba; él también saldría corriendo si tuviera la oportunidad.

Habían pasado tres días desde que se había presentado en la oficina de Damien. Aquél día era consciente de lo que tarde o temprano tendría que afrontar, aún lo era, pero se debatía cada minuto si había hecho lo correcto. Es decir, habría podido quedarse callado, no decir nada y soportar su propia condena que de por sí era bastante pesada, sin embargo, esconder algo como eso no era lo correcto, y hace muchos años atrás había aprendido por las malas que mentiras siempre se descubren.

Si era totalmente sincero esperaba que Damien explotara; era con ellos con quienes se sentía más avergonzado, después de todo Tweek era consciente de lo mucho que ellos se habían esforzado para cuidarlo, darle cariño, enseñarle muchas de las cosas que sabía y viendo siempre por su bienestar. Se sentía egoísta intentando pedir un abrazo de cualquiera de ellos, pero era lo que deseaba, lo que anhelaba: un abrazo de quienes habían sido sus figuras de autoridad, que lo habían aceptado cuando se quedó sin padres, sin nadie.

Boris saltó a sus piernas, sacándolo de sus pensamientos; Tweek dio un pequeño salto por el susto, ella maulló mirándolo fijamente. Tweek sonrió con ternura, acarició el pelaje de la espalda de su gata, la tomó por la mejillas, haciéndole cariñitos cerca de la orejas y debajo de la barbilla.

— Me alegra que estés aquí, Boris.- mencionó. La gata cerró los ojos, disfrutando de las caricias que le eran otorgadas.- Mi corazoncito precioso.- dijo haciendo una voz melosa y un poco tonta.- Lamento haberte dejado sola por tanto tiempo.

Boris se recostó en sus piernas; Tweek siguió acariciándola con delicadeza. Sentía mucha paz junto a ella, era como... como cuando pasas mucho tiempo con hambre y al llegar a casa te preparas tu comida favorita, entonces disfrutas cada bocado, despacio, tranquilo, satisfecho, feliz. Estar con Boris era algo similar, ella lo hacía sentir en casa, y de no tenerla su vida sería tan vacía, tan triste y sin sentido. La personalidad de Boris era única, en ocasiones la gata tenía ciertas actitudes que lo hacían reír, cómo por ejemplo quedarse mirándolo sentada cerca de su plato cada mañana, era cómo si estuviera demandando comida, o cuando Tweek se ponía a jugar con ella con un listón viejo que ella casi tenía hecho trizas.

Si había algo de lo que podríamos estar seguros era que Tweek adoraba su gata y la mayoría de cosas que ella acostumbra hacer. Incluso si sólo se estaba estirando. Tweek se dejó caer contra el respaldo de la silla, obligando a la gata a buscar un nuevo lugar cómodo para acostarse . Miró al techo suspirando profundamente; el miedo seguía ahí: acechando. ¡Claro que seguía ahí! Estaba sólo a unas horas de su juicio. Ayer le había llegado la carta de aviso, donde, básicamente, le demandaban asistir a la corte donde los demonios líderes lo juzgarían por el crimen que había cometido.

Intentaba repetirse que ya sabía lo que iba a enfrentar cuando hizo lo que hizo, que su acción tendría una consecuencia. Ciertamente lo merecía y lo sabe. Merecía recibir un castigo, uno grande, lo suficiente como para no querer volver a pensar siquiera en cometer una estupidez de tal magnitud. Era un cobarde, y su mente estaba encargándose de recordarselo a cada segundo. " Lo hice por él" se decía tratando inútilmente de defenderse. Claro que no lo había hecho pensando en Craig, había sido por él mismo, porque quería tener una excusa para volver a romper las reglas, lo hizo porque es débil, y patético. Porque estaba enamorado, y algo tan bonito y delicado no podía estar en alguien como él, cuya función es destruir.

Alma Brillante ~Creek~Where stories live. Discover now