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Craig entró a su habitación bajo la atenta mirada de Tweek. Avanzó hasta su escritorio para buscar información para su tarea, se supone que tenía un trabajo en equipo, y había olvidado por completo hacer algo que él mismo había pedido.

Quería ir y recostarse en su cama, pero la mirada de Tweek lo intimidaba.

— ¿Que pasa?- preguntó cuando se sintió bastante acosado.

— Cómo vuelvas a dejarme solo te quemo vivo.- gruñó.

Craig lo miró con una ceja alzada. No dudaba que fuera a hacerlo, simplemente se sorprendía de su agresividad. Tweek se quedó de repente mirando a la nada con expresión sombría, y Craig puede jurar que escuchaba una voz filtrarse entre sus pensamientos. Aquella voz le provocaba dolor de cabeza y unas ganas tremendas de tirarse por la ventana si con eso dejaba de escucharla.

Si bien no era una voz espeluznante ni mucho menos, resultaba bastante molesta. Era como un zumbido persistente que no te dejaba concentrare en nada más. Craig se sostuvo la cabeza entre las manos y apretó con fuerza.

— Tienes que venir enseguida.- demando aquella voz. Si se concentraba en otra cosa lo único que podía escuchar era más voces murmurando de fondo, como si estuvieran discutiendo.- Es una emergencia.

— De acuerdo.- respondió Tweek.

Craig cerró los ojos cuando las voces dejaron de oírse y su cabeza pudo descansar. Sentía el cerebro palpitar con fuerza, como si la sangre se hubiera vuelto más espesa y presionara sus hemisferios contra las paredes de su cráneo, De la nada sintió un nudo en el estomago, un apretón en el pecho y una arcada provocó que vomitara un poco en su boca. Para cuando abrió los ojos no estaba en su habitación.

Miró para todos lados intentando identificar algo. Es horrible cuando tu mente enloquece y no te deja tranquilo ni siquiera por un segundo. Juraba que estaba por tener un ataque de ansiedad, no entendía nada de lo que estaba pasando, volvió a cerrar los ojos con fuerza, con la esperanza de que aquello que él creía una visión desapareciera. No funcionó. Seguía en ese extraño lugar que ni siquiera sabía como describir. Lo único que podía asegurar con certeza era que aquel lugar era demasiado bello para ser verdad. El suelo de aquella habitación era tan blanco y brillante de lo que jamás había visto en alguna casa o institución, y las paredes eran de un amarillo pastel que le daba un toque alegre y acogedor.

Y por la ventana... joder, eso era lo mejor. Por la ventana podía observarse un cielo de color verdoso repleto de nubes y rayos que iluminaban el paisaje a cada minuto. Podría quedarse horas mirando fijamente ese hermoso cielo tan perfecto que incluso le hacía olvidar el asco que sentía porque segundos atrás se había tragado su propio vomito.

— ¿Qué haces tú aquí?

A penas y pudo digerir la pregunta que Tweek le había hecho. No lo sé, pensó con un nudo en la garganta, quiero ir a casa. El demonio cambió su expresión de molestia a una compasiva y culpable a la vez.

Craig de alguna manera podía sentía lo que Tweek sentía. Culpa, molestia, miedo... Y estaba casi seguro de que para Tweek era lo mismo. Lo cual era extraño, podría llegar a parecer incluso difícil de explicar.

El rubio parpadeó varias veces, cerró la ventana en un movimiento brusco y se acercó a Craig de una zancada, le tomó la cara entre las manos mirándolo directamente a los ojos. No podría explicar la calma que sintió al ver aquellos ojos color zafiro; fue como encontrar de repente una solución a todos aquellos males que lo atormentaban constantemente.

— Craig, escúchame. Hagas lo que hagas no salgas de aquí por nada del mundo. Volveré lo más pronto que pueda para llevarte de nuevo a casa, ¿de acuerdo?- murmuró.

Alma Brillante ~Creek~Where stories live. Discover now