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Lo primero que vio al despertar fueron sus grandes ojos color zafiro mirándolo con curiosidad. No podría explicar la sensación que tuvo en ese momento, como si estuviera a punto de lanzarse al vacío y no le importara en lo absoluto.

Eran hermosos. Se achicaron un poco en una sonrisa. Fue hasta entonces que notó la presión en el abdomen, estaba sentado encima suyo. Lo miró con molestia.

— Había comenzado a preocuparme.- le dijo.- No despertabas, y creo que tu madre está molesta.

— ¿Por qué?- susurró tallándose los ojos con los puños.

— Porqué tú puerta está cerrada con llave y no contestaste las veces que vino a comprobar si seguías vivo.

— Pudiste haber respondido tú.- replicó.

Tweek se bajó de la cama con actitud juguetona, lo miró con una sonrisa. Craig rodó los ojos. Se tapó con las mantas hasta la cabeza, seguía pensando que en ocasiones, en lugar de un demonio, parecía un niño pequeño y molesto.

— Por cierto, vas a llegar tarde a la escuela si vuelves a dormirte.- mencionó. Esta vez fue diferente, lo más probable es que suene demasiado extraño, pero pudo sentir la voz de Tweek dentro de su cabeza. Decidió ignorarlo, quizá era cosa del sueño. Y después recordó la escuela.

Craig se descubrió con rapidez, buscó su celular por toda la cama. Estaba tirado en el piso, al levantarlo y tratar de encenderlo se dio cuenta de que no tenía batería, suspiró con frustración. De cualquier manera se levantó dispuesto a vestirse. Al levantarse de la cama sintió todo moverse, y su visión se tornó oscura por pocos segundos.

Cerró los ojos y suspiró, al volver a abrirlos todo estaba como de costumbre. Sin embargo Tweek lo miraba con el entrecejo fruncido.

— ¿Que esperas? Sal de aquí, voy a vestirme.

— Ya te he dicho que no me interesa verte, puedes hacerlo con toda libertad.- repuso con fastidio.

Molesto, tomó lo primero que encontró, dispuesto a lanzarselo a ese demonio insolente. Se detuvo al notar que el no tenía eso antes, era un peluche de un dragón. Lejos de ser aterrador, era bastante adorable, es decir, era de color morado con lunares verdes, azules, blancos y naranjas, sus alas eran desproporcionadamente pequeñas en comparación con el resto de su cuerpo voluminoso.  Sonrió al recordar hace unos días cuando Tweek se presentó en su habitación por primera vez. Abrazó al peluche por impulso.

— ¿Yo tenía esto?- preguntó. Tweek lo miró de reojo con altanería.

— Vas a llegar tarde.- a pesar de que aquello sonaba como un regaño, podía notarse con facilidad su tono avergonzado.

Craig dejó al dragón sobre su cama con cuidado, y, apresurado, volvió a buscar ropa para vestirse. Se sentía un poco incomodo al vestirse frente a Tweek, pero no tenía tiempo para pensar en eso, así que sólo lo hizo, y ya. Aunque tampoco era para tanto.

Tomó su mochila, metió las libretas que estaban regadas por ahí, y bajó de prisa. Podía sentir a Tweek bajando detrás de él.

— Craig, ¿Ya viste que hora es?- reprendió su padre nada más entrar. Su mamá y Ruby seguramente ya se habrían ido.

Craig se giró hacia el reloj de pared, faltaba media hora para iniciar clases, tendría que tomar un bus. Hizo una mueca.

— Lo siento.- dijo.

Tomó una manzana, acomodó correctamente los cordones de su mochila y caminó hacia la salida.

— Eh, tomo una para mi también.- y ahí estaba de nuevo, la sensación de haber sentido la voz dentro del cerebro.

Alma Brillante ~Creek~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora