Parte XVII: BAJO MANO FIRME - CAPÍTULO 156

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CAPÍTULO 156

—No, no me interesan las protestas de los que están en la parte norte —dijo Sabrina con firmeza—. Las letrinas deben estar al sur y los desagües deben ser excavados hacia el río, corriente abajo, cerca de la desembocadura al mar. A menos, claro, que esta gente prefiera contaminar la única fuente de agua dulce de la isla cerca de su nacimiento y perecer de sed o de cólera o disentería.

El sylvano que estaba a cargo de la construcción de las letrinas apretó los labios sin contestar. Las cuestiones que Sabrina planteaba nunca habían sido un problema en Arundel y los sylvanos tenían muchas dificultades para adaptarse a la nueva situación en Sorventus. Para empezar, la isla era pequeña y estaba sobrepoblada con los cinco mil sylvanos rescatados. La privacidad a la que estaban acostumbrados en la ciudadela era inexistente y las comodidades simples como una cama, una silla, una mesa o un baño cercano eran nulas. En un primer momento, todo eso no les había preocupado, pues estaban agradecidos de haber sido salvados de una muerte segura, pero ahora, con el correr de los días, muchos comenzaban a preguntarse sobre su futuro en Ingra. La falta de respuestas inmediatas por parte de la Reina de Obsidiana no ayudaba.

Felisa no tenía tiempo para organizar a los sylvanos y responder a sus necesidades inmediatas. Sus preocupaciones eran más del tipo político y concernían la reintroducción de la raza en el continente a largo plazo. Fue Sabrina la que planteó la necesidad de atender cuestiones a corto plazo en una de las numerosas reuniones de lo que habían dado en llamar Concejo Restaurador. Con sus conocimientos, gracias su vasta educación en Marakar, Sabrina había expuesto un plan detallado de cómo organizar a los sylvanos en un campamento funcional y ordenado, poniendo a todos a trabajar en distintas faenas: grupos dedicados a la pesca marina y la procuración de otros alimentos, grupos dedicados a la administración y distribución de agua filtrada, grupos dedicados a todos los aspectos de higiene y ordenamiento de parcelas para acampar, grupos dedicados a la confección de utensilios domésticos, trabajando la cerámica y la madera, etc. Sabrina propuso que Calpar debería mantener el clima sin lluvias y con una agradable temperatura que permitiera a los sylvanos dormir bajo las estrellas sin inconvenientes.

Todas las propuestas de Sabrina fueron recibidas con gran aceptación por el Concejo Restaurador y Felisa descubrió a una poderosa e inteligente aliada en la princesa rebelde de Marakar. La Reina de Obsidiana dio total poder a Sabrina para que organizara el campamento y tomara las decisiones necesarias para velar por el bienestar de los sylvanos en Sorventus. Nombró a Orel, a Liderman y a Bruno como sus asistentes e instruyó a los sylvanos para que obedecieran a sus delegados en todo. Kalinda fue puesta a cargo del área de salud, atendiendo posibles enfermos en un ala del viejo palacio blanco. Hasta el momento, no había sido necesario instaurar autoridades encargadas del orden, pero Sabrina expuso que sería prudente tener algunos nombres pensados para que actuaran como mediadores en caso de que se produjeran situaciones de conflicto.

—¿Estamos ante un problema irresoluble aquí, Terrence? —preguntó Sabrina al sylvano encargado de las letrinas—. ¿Tengo que hablar personalmente con esta gente que está protestando?

—No, señora —aseguró respetuosamente el sylvano—. Yo puedo manejarlos. Creo que cuando escuchen la explicación que me ha dado, entenderán y aceptarán la situación.

—Bien —asintió Sabrina—. Si no es así, búscame. No discutas con ellos por tu cuenta, eso solo exacerbará las cosas.

Terrence hizo una inclinación de cabeza y se alejó. Sabrina continuó con su inspección diaria del campamento.

—¡Sabrina! —la llamó Orel, caminando hacia ella desde el este.

Ella se volvió hacia su asistente:

—¿Problemas?

—No —meneó Orel la cabeza—. Reunión de Concejo.

—No terminé mis rondas todavía, mi reporte de hoy no está listo —protestó Sabrina.

—Estoy seguro de que el campamento se sostendrá sin incidentes aun si te ausentas por un par de horas.

—Les avisaré a Liderman y a Bruno que terminen la inspección por mí hoy.

—Ellos también fueron llamados a la reunión —dijo Orel.

—¿Esta es una reunión de Concejo completo? ¿Quién la convocó? —inquirió Sabrina.

—Valamir.

—¿Hay noticias del continente? —preguntó Sabrina con ansiedad.

—Supongo que lo sabremos en la reunión.

—Vamos —emprendió la marcha sin dilaciones Sabrina hacia el palacio blanco.

Orel la siguió. Cruzaron el estrecho río por un puente improvisado con troncos y siguieron por un sendero ensanchado y limpio de malezas que era mantenido en buen estado para el transporte de alimentos desde la costa.

—Es una maravilla lo que has logrado en poco tiempo —comentó Orel, señalando los distintos asentamientos a los lados del río—. Me imagino que tus claras capacidades organizativas serán de gran ventaja para Marakar cuando asumas el trono.

—Tal vez —desvió la mirada Sabrina—. Trabajar con una población reducida y por un plazo corto es una cosa, trabajar con todo un reino con planes para años por venir es mucho más complejo.

—Algo me dice que puedes manejarlo hasta dormida —sonrió Orel.

Sabrina no contestó. Sí, estaba entusiasmada con su trabajo en el campamento. Ella era una líder natural con el sentido práctico necesario para tratar con las necesidades de la gente, la persona ideal para traer el progreso a un reino atrasado y anquilosado como Marakar. La princesa trató de no pensar que ella en realidad no era la heredera verdadera de Ariosto, no era su hija, y que, por lo tanto, sus aspiraciones al trono estaban basadas en una mentira. Sí, su trabajo en el campamento era lo suficientemente demandante y extenuante como para permitirle no pensar demasiado en su propio futuro, el cual era demasiado incierto y confuso.

LA REINA DE OBSIDIANA - Libro VIII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora