Parte V: BAJO ENGAÑO - CAPÍTULO 73

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CAPÍTULO 73

—Si yo estuviera en el lugar de Myr, les daría la misma respuesta —intervino Liderman en la conversación por primera vez—. Especialmente porque es obvio que falta una parte importante de la historia. No pueden esperar que Myr renuncie al plan del que forma parte sin conocer de forma cabal los métodos propuestos para que la Restauración se lleve a cabo. Necesita comprender que la facción de la que ustedes forman parte entiende la Restauración como un acto de justicia y no de venganza. Necesita conocer las intenciones de Ileanrod y la razón por la que ustedes dos ya no están alineados con sus propósitos.

—Entonces... —dijo Calpar despacio—. ¿Hay tres facciones de druidas? ¿Iriad, Ileanrod y ustedes?

—Sí —confirmó Kalinda con reticencia.

Calpar reflexionó por un minuto: ¿Lo que había visto Marga en sus visiones era el plan del tal Ileanrod? Tenía que ser. El Caballero Negro se preguntó si Cormac y Lug sabían de todo esto. Sí, debían saberlo, ¿o no?

—Mis amigos están siguiendo el plan de Ileanrod y ustedes me apartaron del grupo para desbaratar todo. Ustedes son los responsables de la desviación del plan —los acusó Calpar.

—Si conocieras los detalles del plan de Ileanrod, tú mismo te habrías negado a participar —le retrucó Orel.

Calpar solo le dirigió una mirada furiosa, sin contestar. Solo estaban tratando de enredarlo, de engañarlo.

—El plan está roto —dijo Calpar con frustración—. Todo está arruinado, así que felicidades a los tres —se puso de pie bruscamente.

—Myr, espera —lo detuvo del brazo Liderman—. El plan del que eres parte no está roto, no todavía. Tienes tiempo para volver a Sansovino. Solo te pido que escuches lo que Orel y Kalinda tienen para decir —le rogó.

—¡Ellos rompieron el plan mucho antes de Sansovino! —soltó Calpar su brazo abruptamente de la mano del comerciante—. ¡Ellos enviaron al psicópata de Stefan a Caer Dunair! ¡A partir de allí todo salió mal!

—¡Stefan! —gritó Kalinda, pronunciando el nombre como si le causara náuseas—. ¡Ese maldito es uno de los peones de Ileanrod! ¡Jamás nos asociaríamos con ese mago inmundo! No tenemos nada que ver con eso. Nuestra única acción hasta el momento ha sido solo contactarte y rescatarte de Sefinam, Myr, nada más.

Calpar se la quedó mirando por un largo momento, considerando. Según Felisa, Dana sabía que Stefan iba a secuestrar y torturar a Liam. Si era así, eso era parte del plan original. Pero entonces, ¿por qué había fallado su encuentro con ellos? ¿Por qué Dana había cruzado sin él? Si Kalinda estaba diciendo la verdad, ¿quién había saboteado el plan? ¿El propio Ileanrod? ¿Por qué? Necesitaba más información.

Sin decir ni una palabra, el Caballero Negro se volvió a sentar en el suelo. Los demás suspiraron con cierto alivio.

—Háblenme de Ileanrod —pidió Calpar.

—Como te dijo Kalinda, Ileanrod planeaba la Restauración de una forma violenta y sangrienta, algo que Arundel no podía aceptar —habló Orel—. Al principio, Kalinda y yo estuvimos de acuerdo con Ileanrod. Nos parecía justo devolver el golpe de la misma manera por cómo los humanos nos habían tratado. Pero como dijimos, el plan era a largo plazo e incluía mezclarnos con los humanos, hacernos pasar por ellos. Eso cambió las cosas.

—¿Cómo? —inquirió Calpar.

—¿No es obvio? Descubrimos lo evidente: no todos los humanos son iguales —respondió Orel.

—Encontraron simpatizantes con su causa —dedujo Calpar, mirando de soslayo a Liderman.

—Comprendimos que la mayoría de los humanos solo quieren vivir en armonía y paz, y son capaces de gran compasión y solidaridad si se les da la oportunidad —intervino Kalinda—. Terminar con su raza ya no era una opción para nosotros. Nos... encariñamos con ellos, los entendimos...

—Kalinda y yo tratamos de explicárselo a Ileanrod —continuó Orel—, pero él nos trató de traidores y nos mandó a matar. Dispuso las cosas de modo que pareciera que los humanos que defendíamos fueran los encargados de ejecutarnos. Kalinda escapó de la hoguera a duras penas. Yo tuve que huir de Istruna, cambiar mi nombre y volverme un mercader errante para evadirme de los asesinos que Ileanrod mandaba tras de mí sin cesar. Mientras tanto, su plan seguía en pie, solo que la corrupción humana que tanto desdeñaba lo alcanzó a él también y se volvió tan avariento y ambicioso como los magos. Se convirtió en el Mago Mayor de Istruna, y desde su puesto, comenzó la manipulación de todo Ingra, volviendo a los reinos uno contra otro, manejando las ambiciones de los demás Magos Mayores para que los humanos se fueran autodestruyendo con guerras, purgas, tortura y muerte, exacerbando la xenofobia entre los propios humanos. Ileanrod promovió la traición y el exterminio de humanos por humanos y lo llamó "exquisita justicia".

—Todo esto lo hacía, según él, para preparar el camino para la Reina de Obsidiana —comentó Kalinda.

—Excepto que el momento de la Reina de Obsidiana no llegaba e Ileanrod comenzó a impacientarse —agregó Orel—. Y entonces, forzó las cosas con la ayuda de Valamir.

—¿Qué fue lo que hizo? —entrecerró los ojos Calpar.

—Estudió las líneas de tiempo y descubrió la forma de atraer a la Llave de los Mundos a Ingra. Usó a una profetisa para crear un plan que obligaría la aparición de la Reina de Obsidiana.

—Marga —murmuró Calpar—. Marga fue manipulada.

—Ileanrod sabe que necesita a la Llave de los Mundos y a la Reina de Obsidiana para lograr la Restauración, pero ha acomodado los eventos para que la Restauración se lleve a cabo bajo sus términos —continuó Orel.

—¿Que son?

—Asumir el poder de todo Ingra él mismo —respondió Kalinda.

Calpar asintió con la cabeza. Tenía sentido. Con Sabrina atrapada en el Bucle, Ileanrod pretendía tomar su lugar.

—Si todo esto es cierto —dijo Calpar—, es imperativo que vuelva a Sansovino. Mis amigos deben saber de esto cuanto antes.

—No, no lo entiendes —meneó la cabeza Orel—. Si vuelves con ellos, volverás a caer en el plan de Ileanrod. Mantenerte separado de ellos es lo que nos da la ventaja. Tú eres el enlace entre la Llave de los Mundos y la Reina. El único que conoce a ambos y que puede reunirlos. Él único que puede evitar que Ileanrod le ponga las manos encima a la Reina.

—Creo que han sido mal informados —respondió Calpar—. Yo no soy el que conoce a la Reina. Solo sé quién es, pero nunca he tenido contacto con ella. Ileanrod se encargó de eso, aparentemente, porque nuestro encuentro nunca sucedió.

—Eso no es posible —murmuró Kalinda, preocupada, cruzando una mirada inquieta con Orel.

LA REINA DE OBSIDIANA - Libro VIII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora