Parte II: BAJO TORTURA - CAPÍTULO 12

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PARTE II: BAJO TORTURA

CAPÍTULO 12

Felisa tomó uno de los cristales de la colección privada de Stefan y jugueteó con él un momento, mientras esperaba pacientemente por el Mago Mayor en su oficina. Cuando oyó la puerta de la oficina abrirse de golpe, colocó el cristal rápidamente en su estante otra vez.

—Te he dicho muchas veces que no toques mis cristales —la reprendió Stefan.

—La próxima vez, no me hagas esperarte tanto como para que tenga que encontrar entretenimiento —replicó ella.

—La próxima vez, te haré esperar colgada de los pies en el balcón —le gruñó él.

Felisa trató de sonreír, como si la amenaza de Stefan fuera solo una broma, pero sabía muy bien que el mago hablaba en serio.

—¿Qué averiguaste sobre el bibliotecario Bernard? —fue al grano Stefan.

—Desapareció de Marakar al mismo tiempo que Sabrina —dijo Felisa.

—No pago por tus servicios para que me vengas con información obvia que puedo deducir por mí mismo —le recriminó él.

—Lo sé, por eso te traje información menos obvia, si es que tienes la paciencia suficiente para dejarme terminar de hablar. No es mi culpa que tu prisionero te ponga de mal humor, Stefan. Si estás enojado, desahógate con él, no conmigo —le espetó ella.

—¿Sabes lo que me costó conseguir ese nombre de él? —Stefan dio un puñetazo furioso sobre la mesa—. Por momentos, pienso que Orsi ha perdido su toque.

—¿A cuántas sesiones lo has sometido ya? —preguntó Felisa.

—Cuatro, pero no sabe nada. No sabe dónde está Sabrina ni los demás del grupo. No sabe por qué debían llevarla a Caer Dunair. No sabe por qué los soldados de Marakar estaban intentando matarla en vez de capturarla viva. No sabe ni siquiera por qué le encargaron protegerla, excepto por una historia ridícula sobre escapar de un matrimonio con Gaspar de Novera.

—¿El heredero de Istruna?

—Sí.

—Puede que esa historia no sea tan ridícula —dijo Felisa—. Ariosto ha estado tratando con embajadores de Istruna en Marakar desde hace un tiempo. Creo que trama una alianza para invadir Agrimar.

Stefan lanzó una carcajada:

—¡Cómo si fuéramos a dejar que Agrimar caiga en sus manos! ¿No ha aprendido Ariosto sus lecciones de historia?

—Tal vez la historia no importa si descubrió quién es en verdad su hija —opinó Felisa.

El rostro de Stefan se puso serio de repente.

—Sabrina no se dejará manejar por Ariosto —dijo el mago, secamente.

—Ni por ti, ¿no es ese el problema? —lo provocó peligrosamente Felisa.

Los ojos de Stefan destellaron con una furia de fuego. Felisa había puesto el dedo en la llaga.

—Supongo que el grado de influencia que puedes llegar a ejercer sobre ella depende de lo que ella sabe sobre sí misma. ¿Qué ha aportado tu prisionero al respecto? Tengo entendido que ella y él se volvieron amigos.

Stefan refrenó su cólera y decidió responder de forma civilizada:

—Es difícil discernirlo. Da la impresión de que ella le oculta algo, pero no sé si es lo que creemos, podría ser alguna otra trivialidad sin importancia de su vida en la corte.

LA REINA DE OBSIDIANA - Libro VIII de la SAGA DE LUGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora