51. Ella

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THIAGO


Llegaba justo de hora, algo inusual en mí. Suelo ser puntual hasta para ir al baño, pero no calculé con precisión la distancia de mi nueva casa al instituto. No podía llegar tarde el primer día. Justo salían los grupos del polideportivo en fila como un rebaño. Pregunté dónde estaba primero sin conocer la sección que me tocaba.

Tras observar los caretos de la gente tapados por las mascarillas, mis ojos se toparon con aquella mirada, esa que se cruzó en mi camino; joder, era ella, la chica de ayer, «puta casualidad». ¿En qué curso estará? La seguí sin que ella notara mi presencia. Quedó la última en la fila, subía las escaleras con lentitud y, nuevamente sin ninguna explicación, nos tropezamos, esta vez empujándola bruscamente. No me di la vuelta y la dejé tirada. Corrí en busca de mi clase, llegaba tarde. Luego volveríamos a coincidir. Leí los listados en la cartelera y entré en aquella jauría de lobos que me observaron de arriba a abajo; no sabía dónde sentarme y opté por quedarme de pie junto al encerado. Tras de mí, apareció un profesor con cara de pocos amigos; me preguntó mi nombre y me hizo esperar allí. Justo entró una pareja, un chico alto, rubio, de ojos claros y ella. «¡Mierda!» El chico se paró a mi lado y ella a continuación. Nos presentaron por nuestros nombres como "los nuevos". Ella también era nueva. «Cloe Méndez Vila». El profesor nos indicó los puestos, ellos junto a la ventana y yo dos filas más allá. En el cambio de hora decidí acercarme, pero, ¿cómo? En plan ligón, no. Fui directo a molestar para ver su reacción. ¿Sumisa? ¿Lanzada? ¿Con miedo? Pues no. La chica, después de darme un buen repaso y ante mi cruel salida, me encaró, la reté y la muy jodida, no bajó la mirada.

Era explosiva, pura dinamita que estalló provocando en mí un cúmulo de sensaciones indescriptibles. Esos ojos de mirada intensa y pobladas pestañas me miraron y mi mundo se detuvo. Me tragué las palabras y la observé sin moverme, esperando que me cediera su puesto. Pero no. «Pringado» y «gilipollas» fueron sus respuestas a mi sutil presentación. También la repasé con mis ojos dándome cuenta de su frase "Good day" en aquel discreto pecho, nada exagerado. La chica tenía buen cuerpo. Se tapó denotando inseguridad, ¿por qué? No tenía nada que esconder, nadie debería esconder su cuerpo. Tuve una salida un tanto provocadora, pero eso era lo que buscaba, provocarla.

Bad day "princesa" —enmarcando mis dedos imitando sus comillas.

No se movió y me tuve que sentar delante del otro nuevo. Había ganado esta vez pero no por mucho tiempo... Esta chica se acababa de convertir en mi reto personal.

 Esta chica se acababa de convertir en mi reto personal

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Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now