64. Felices 16

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CLOE


Caminé por el paseo marítimo hasta encontrarme con un rubio guapísimo que me esperaba sentado en un banco de madera desgastado por la humedad y el salitre. El nene miraba el móvil concentrado.

Levantó la vista como sintiendo mi presencia y al verme a lo lejos se puso de pie. Vestía una sudadera de rayas rojas, azul marino y blancas, unos vaqueros azules ajustados, mascarilla negra y las gafas de sol. Comenzó a caminar hacia mí tarareando:

—¡Cuuuuuumpleaños feliz! —Mi querido Yezzy se acercó corriendo, me abrazó y me alzó en el aire. —Te deseo a ti....

Empezamos a reírnos y me rodeó con sus brazos. Sus manos eran cálidas, su perfume delicioso, desprendía una felicidad perfecta para animar el vacío que sentía por no poder estar con Erik.

—Cloe, aprovecha que hoy soy todo tuyo. —En cuanto dijo eso mi cabeza fue directamente a mi conversación con Thiago, mañana iba a salir con él aunque no quisiera. 

¿Realmente no quería? Este chico me estresaba y me confundía a la vez; había algo en él que me llamaba la atención. Le tenía que enseñar Coruña... ¿Por qué se vendría de Barcelona? ¿Con quién vivirá? ¿Será una familia estable o sus padres estarán divorciados? El que le dijera "hijo puta" le molestó considerablemente. ¿Tendrá hermanos? «¿Por qué tantas preguntas para alguien que no me interesaba?»

—¡Tierra llamando a Cloeeee! —me sorprendió un Yezzy muy cerca de mi cara chasqueando los dedos.— ¿Estás bien?

—Sip, estoy perfectamente y contigo más. —Fui sincera, con él me sentía arropada y en familia, como si lo conociera de toda la vida.

Emprendimos el trayecto hasta la cafetería a la que le había prometido que le llevaría. Apenas conocía Coruña y me había propuesto enseñarle a mi inquieto amigo cada rincón de esta preciosa ciudad. Le guiñé el ojo, me cogí de su brazo y seguimos caminando hablando de mi precioso novio que me había sorprendido con su ramo de flores.

—No me lo puedo creer, —dijo Yezzy, mirando al frente.

Giré mi cabeza bruscamente hacia donde él estaba mirando. Me sorprendió tanto o más que a mi querido amigo.

Era Thiago. ¿Qué raro, no? Pero esta vez era distinto, caminaba hacia nosotros. Iba con una señora en silla de ruedas y un señor que le daba la mano; él empujaba la silla. Era de lo más tierno ver al supuesto prepotente de clase ayudando a esa pareja, «¿Thiago, eres tú?»

—Yezzy, vámonos —dije antes de que nos viera. Pero mi amigo tenía otros planes para nosotros.

—¡Hola, Thiago! —gritó Yezzy saltando y agitando la mano con fuerza para llamar su atención.

Mientras Thiago se acercaba le di un codazo en las costillas, que supongo que le dolería porque se encogió. Se rio al ver mi semblante y yo me tapé la cara con las manos, no quería verlo.

—Hola, Yezzy, hola, Cloe —dijo acercándose con aquella pareja.

¿Cloe? ¿Desde cuándo me llamaba así?

—Hola —dijimos al unísono.

Mi nervioso amigo lo saludó animado y yo apenas levanté la mirada.

Thiago, cel, no ens presentes als teus amics? —preguntó la señora en silla de ruedas. Era mayor, delgada y muy elegante, con el cabello blanco recogido en un moño discreto; sus ojos eran claros tras unas gafas finas de marca, no pude fijarme mucho en el color porque me daba vergüenza, pero me transmitió una ternura indescriptible. A su lado un señor alto, de la misma estatura que Thiago. A él sí le pude ver el celeste de sus ojos, el mismo que ¿su hijo o su nieto? No sé cuál era su relación, pero me intrigaba saberlo.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now