53. Tú decides :(:

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THIAGO


Día tras día la observaba, la buscaba por el instituto cual dependiente. La seguía por el patio cuando se cogía del brazo de Yezzy. El chico parecía un buen chaval, noté que su cercanía con Cloe no tenía malas intenciones, todo lo contrario; la protegía y, por alguna razón, eso me gustaba. Tenía los huevos que me faltaban a mí. Era muy solícito con ella, envidié sus roces, sus abrazos cómplices protegiéndose el uno al otro. No le vi intenciones de ligón y me pareció que no se la comía con los ojos como hacía yo. Era raro, ¿no?

Aquella mañana provoqué a Cloe nuevamente cuando llegó tarde, le escribí una nota con "you decide", ese símbolo que el psicólogo un día me dijo en una terapia.

«Tú decides Thiago, seguir hundido, sumido en la tristeza o salir del hueco y enfrentar la vida para algún día sonreír».

Y lo tatué en mi muñeca a modo de recordatorio. Reflexioné día y noche en cómo cambiar mi tristeza por esperanza y creo que, poco a poco, lo conseguía. Me esforzaba en casa por sonreír, por hacer feliz a mi pequeña familia y esa fue mi meta en cuanto pisé esta ciudad.

Y entonces llegó ella. Ese día que la vi en el marítimo con su mirada triste algo me cambió. Desde ese momento no pude dejar de pensar en ella, me gustó su sencillez, la pasión con la que besó al puto pijo estirado, la necesidad con la que le pedía con gestos al novio ser querida, su lado infantil y temeroso que mostraba cuando se acercaba a los grupos, cogida del brazo de Yezzy, aquellos cambios de vestuario intentando no resaltar en ningún grupo que la fuese a juzgar, ese libro manga que no pegaba con su estilo natural y sencillo. Su reacción cuando nos llamaron a jefatura, coincidiríamos también en la optativa, «todo se cuadraba a mi favor».

Su sorpresa cuando nos preguntaron quién había repetido; sabía perfectamente que se refería a mí. Repetí segundo de la ESO, suspendiendo diez de las doce asignaturas que tenía. Y todo por mi rebeldía, al revivir mi oculta y trastocada infancia. Psicólogos y psiquiatras me guiaron por el sendero del bien. Acudí a infinidad de terapias que me ayudaron a canalizar mis emociones, mis sentimientos. A partir de tercero quise seguir adelante sacando lo mejor de mí. Sin apenas estudiar, aprobaba, solo con prestar atención me valió para recuperar mi promedio. Y aquí estaba, frente a la jefa de estudios y esa chica que deseaba sentir cerca de mí.

Corté su paso a la salida de dirección, me empujó temblando, apartaba la mirada con miedo. «Eso no es lo que quiero, no me tengas miedo»,  pensé con preocupación.

—Quizás en Arte Dramático te enseñe a besar, estirada —dije con deseo y ganas de picarla. Me gustaba ver el brillo de sus bonitos ojos.

—Aléjate de mí, capullo, no necesito que tú me enseñes nada.

Me pisó con toda sus fuerzas y se alejó. Solo unos segundos cerca de ella me bastaron para desearla con todas mis fuerzas, deseos de quererla bonito. Sentí su dulce perfume: era una mezcla de vainilla con aroma infantil. Su rechazo me daba vida. Llevaba cinco días que no gastaba mi tiempo pensando en el ayer, solo vivía el presente y mi futuro, y eso me alegró, aunque de momento no fuese con ella.

 Llevaba cinco días que no gastaba mi tiempo pensando en el ayer, solo vivía el presente y mi futuro, y eso me alegró, aunque de momento no fuese con ella

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Mis tardes eran monótonas, entre jugar a la play  y patinar en soledad, observando la felicidad en otras personas. «Una mierda en toda regla». Pero aquella tarde, algo me impulsó a ver a Cloe, a observarla, a seguirla. Ese día mi mundo cambió... Tenía que buscar la manera de conseguir su atención e indagar. Por qué estaba triste. Quizás la alegre o quizás sea ella la que me alegrará a mí.

THIAGO: Hola Ali, necesito un favor...

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora