11. Los cobardes se arrepienten de no haberlo intentado.

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CLOE


¿Por qué no podía ser tan valiente como Lola? ¿Quizás por eso nadie se había fijado en mí?

Extrañamente mi IG seguía subiendo, pero mis ánimos disminuían. ¿Existirá algo que me pudiera dar alegría en esta vida?

Quise probar la efectividad de mis nuevos seguidores o tentar al prodigioso destino, así que subí una historia (hacía una hora) con un sticker de pregunta en el que pedí que me dijeran algo que me alegrara el día.

En tan solo diez minutos me contestaron tres personas, lograron que esbozara una sonrisa y se me encogiera el corazón.

Me escribieron cosas muy bonitas. Una chica respondió: «¡Valórate! Nadie lo va a hacer mejor que tú». Otra chica me dijo: «Nunca dejes de sonreír, lleva la frente en alto, te quiero», la típica frase de mi padre que me perseguía a diario; otra me ilusionó: «Hay mucha gente, pero como tú ninguna». Perfectos desconocidos me daban fuerza; era ilógio que extraños me animaran y mi amiga del alma me hundiera en el fondo del mar.

De repente, un grito de Andrés me hizo saltar y el teléfono voló de mis manos, pero me daba exactamente igual. Corrí escaleras abajo y cuando llegué al salón, me sonrió y dijo:

—Lo siento Cloe, es que acabo de perder en el Mario Karts.

«Joder con Andrés». Me tensé y sentí que se me arrugaba el cuero cabelludo de la impresión.

—¿En serio has pegado ese grito por tal es...? —exclamé alterada pero me contuve al instante cuando le vi con los ojitos aguados y me hizo un gran puchero que me derrumbó; he de admitir que le consentía demasiado.

—No grites tanto, nene, me has asustado. Ven, vamos arriba y te pongo unos dibujos —le cogí en brazos y sequé una lágrima que caía por su mejilla.

Subimos a mi habitación y recogí el teléfono que estaba en el suelo, lo miré y detallé una raya que cruzaba de un lado a otro. «¡Mierda!» Quité el cristal protector y nada, como nuevo, lo desbloqueé y vi una respuesta a mi historia que ponía «me encantan tus fotos». Subí un poquito la mirada y observé que era de Erik, «OMG». Una descarga eléctrica recorrió mi espina dorsal y se me pusieron rojas las mejillas al instante. Esbocé una sonrisa de oreja a oreja, él sí que me había alegrado el día. Pensé en contárselo a Lola, pero ella, obviamente, me diría otra de sus estupideces. Así que este era el momento de estrenar mi valentía...

Le contesté en privado cruzando los dedos.

Clomevil: Hola ¡Muchas gracias!

Estaba en línea y a los diez segundo exactos me contestó.

Erikr__02: De nada, es la verdad. ¿De dónde eres?

Dudé un segundo en responder ¿Y si era un viejo verde en vez de un chaval? ¿O un pederasta que le robaba las fotos a otras personas? Mil dudas me hicieron valorar la situación, pero al final me tenía que arriesgar. Hoy era el día para demostrarme que podía con todo.

Clomevil: De Galicia ¿y tú?

Erikr__02: ¿En serio? Yo también ¿de qué parte? Yo soy de Vigo.

¡Uff, qué estrés! Mis labios se humedecían y mis manos temblaban. «¡Qué nerviosa me ponía este chico!»

Clomevil: Yo de Coruña...

Pensé, al tiempo, que mi estómago se contraía. Por primera vez alguien me decía algo que no fuese «dame los deberes, nena».

Clomevil: También me gustan mucho tus fotos.

Me quedé esperando con la mirada fija en el móvil como una auténtica estúpida y no respondía. Joder ¿será que dije algo mal? O fui demasiado desesperada al contestar al segundo...

 Joder ¿será que dije algo mal? O fui demasiado desesperada al contestar al segundo

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Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now