24. Infierno en San Juan

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CLOE


Esta tarde Erik estará muy cerca; solo de pensar que venía a Coruña me emocionaba, aunque no fuese para verme a mí. Me perturbaba la idea de pensar que la persona que quizás esté con él sea mi examiga. Ir con mis padres al marítimo hoy no era una buena idea. Si me encontraba a Lola y Erik no sabría cómo actuar, ni qué decir... No quería que sospecharan que estaba enfadada con mi amiga de la infancia.

Fui sola a caminar un rato para comprobar con quién iría a disfrutar de la fiesta del San Juan; aunque fuese de lejos, lo vería. Él no sabía cómo era yo... Eran las 22:30. Este año el San Juan era diferente, no se encenderían las famosas hogueras de Riazor, ni fiestas en la playa, pero el marítimo era un ir y venir de personas con mascarilla. Caminaba sin pensar mi destino...

Me llamó mi madre para decirme que nos veríamos en El Bahía, un restaurante muy frecuentado en nuestras reuniones familiares en el paseo marítimo. Por fin mis padres estarían libres tres días seguidos. Disfrutaré con ellos en cuanto vuelva; solo quería ver de lejos al chico que me alegraba con sus mensajes.

Había recorrido cinco kilómetros sin rastro ni de Erik ni de Lola. No me quedaba más remedio que regresar e ir al encuentro con mis padres. Cada paso era una desilusión por no encontrarles, pero, a la vez, una esperanza de que Lola no quedara con Erik. Nada más lejos de la realidad...

Ver a lo lejos a Lola dando tumbos y fuera de control era algo que nunca me imaginé ver ni en sueños. Pero mi vista no me engañaba, era ella, sin duda. Estaba con varios compañeros del instituto. Álex, mi antiguo crush, Raúl, Claudia y Ana la rodeaban con carcajadas y se burlaban de su penoso espectáculo. Un poco más allá vi a un chico delgado y muy alto, con el cabello desaliñado y una risa sonora contagiosa. A su derecha, ahí estaba Erik...

¡Oh, dios! Mi cuerpo se entumeció, me quedé paralizada. No sabía cómo reaccionar; traté de pasar desapercibida, pero el grito de Lola «Nenaaaa» al verme, me descubrió.

Me acerqué tímidamente para saludar al grupo. Todos al unísono alzaron la vista y lanzaron un simple «Hola, Cloe». Me sorprendí al oír que sabían mi nombre, hasta Álex, que me miró con indiferencia. «Capullo». Aunque no le di importancia porque lo único que me hipnotizó fueron esos ojos, esa mirada arrolladora que me cautivó. Era Erik observándome como esperando mi reacción. Quizás en ese momento era lo único que quería ver.

—¡¡Nenaa!! —gritó Lola eufórica, al tiempo que se tiró sobre mí para darme un fuerte abrazo. Apenas se tenía en pie.

—¿Qué te ha pasado? —le dije sorprendida, separándola de mí. Olía a alcohol puro, su aspecto era asqueroso.

—¡Hoy es el mejor día de mi vida! —espetó con una sonrisa alocada— Y todo gracias a ti amiga —me dijo, mirándome fijamente.

Erik se acercó y mi cuerpo emitió señales de descontrol. Me ericé al sentir su presencia.

—¿Te llamas Cloe?

Sentí su voz grave frente a mí. «Cloe, contrólate, no te vayas a desmayar». Me sujetaban mis diosas interiores porque, si era por mí, caía redonda.

Asentí con la cabeza y fijé mi vista cual imbécil en sus preciosos ojos verdes con una inseguridad propia en mí.

Sonreí temblorosa y susurré:

—Erik, ¿verdad? —Tuve una conexión automática.

Lola se abalanzó sobre él y le estampó un beso que él respondió con un abrazo y los ojos en blanco. No parecía cómodo, pero se lo devolvió.

—Amiga, eres mi Cupido por pasarme el IG de Erik. Te presento a mi novio —escupió con burla.

«What?» ¿En qué tiempo?

Me quedé paralizada. Un calor recorrió todo mi cuerpo, no sé si era ira, tristeza o dolor. Mis ojos suplicaron a Lola que no dijera nada, pero su grado etílico no sabía entender o, simplemente, me ignoraba.

—No entiendo —soltó Erik—. Tú eres la chica del perro del otro día, ¿no? —dijo fijando sus ojos en mí. Yo afirmé tímidamente, pero Lola continuó.

Ella me pasó tu insta, estaba stalkeándote.

Risas descontroladas de todos los presentes, y Lola prosiguió poniéndome en ridículo.

Pero no era capaz de escribirte, así que yo me adelanté y quedé contigo. Y míranos, aquí estamos, amor.

Quería salir airosa dando un paso hacia atrás, pero en ese instante Erik se acercó acotando nuestras distancias y me preguntó:

¿Quién eres en realidad?

No tuve respuesta, enmudecí y, para salir del paso, me giré ignorando su pregunta. Me cogió del brazo suavemente y bloqueó mi paso. Bajé la mirada y, sin querer, mis lágrimas cayeron de la vergüenza que sentía. Desde atrás, una celosa Lola gritó:

Deja de hacerte la interesante. Su ridícula cuenta se llama @clomevil, la muy idiota te sigue en silencio.

Eso es lo que ella creía, no sabía que ya había hablado con él, ese era mi secreto. Pero ¿por qué me exponía de esa manera? ¿Por qué se burlaba delante de todo el mundo? Había sido mi gran amiga durante años y ahora todo se destruía.

Erik no daba crédito a lo que oía. Me miró fijamente, sonrió y me dijo:

¿Eres tú la misteriosa?

Me zafé de sus manos y salí corriendo. Lloré desconsoladamente sin querer escuchar ni ver a nadie.

No me detuve hasta que recordé la llamada de mi madre. Me sequé con rapidez las lágrimas que no paraban de brotar de mis ojos con las mangas de la sudadera, la manché con el maquillaje, pero nada me importaba. La llamé y le dije que nos veíamos en casa porque no me encontraba bien.

Estaba agobiada, no dejaba de pensar y pensar.

No paraban de llegarme mensajes de Erik, no sabía qué decirle, tenía miedo...

No paraban de llegarme mensajes de Erik, no sabía qué decirle, tenía miedo

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El amor es un mundo desconocido por descubrir.

¡¡Estoy lista!!

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now