57. No soy lo que parece

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THIAGO


Jamás le haría daño a Cloe. Esa chica desde que la vi por primera vez, sin ella saberlo, había cambiado mi vida. Yo buscaba la manera de picarla y molestarla porque sé que sería la única forma de que me hiciera caso. Estaba muy enamorada del pijo y no sería fácil conseguir su atención.

A Erik lo calé desde el primer día, cuando llegó en su radiante moto con aires de grandeza. Y no lo digo por su vestimenta, sino por su actitud. Te aseguro que me podría vestir mucho mejor que él, pero para mí, el dinero estaba hecho para disfrutar de la vida sin demostrarle nada a nadie.

Mi abuelo era poseedor de una gran fortuna que heredó de sus padres, dos notarías en el centro de Barcelona y un centenar de inmuebles y locales comerciales repartidos por la ciudad condal. Estudió y se preparó durante años para dirigir semejante imperio y trabajó sin descanso hasta su jubilación hace diez años. Luchó día y noche por ser cada día mejor y eso me lo transmitió desde niño; pero nunca me consintió absolutamente todos mis caprichos, ni siquiera después de la gran tragedia que vivió mi familia. Tenía mil motivos para llenarme de regalos, pero él sabía que eso me perjudicaría más. Él deseaba que yo fuera feliz a toda costa y que estudiara lo que yo quisiera, pero que estudiara. Y como él siempre me decía, «Sé un hombre de bien».

Recuerdo una noche en la que se sinceró conmigo diciéndome:

«Thiago, el mundo está lleno de desgracias y desgraciados que nos cruzaremos en el camino. Debemos evitar a toda costa ser ese desgraciado que dañe a los demás porque, lamentablemente, las desgracias llegan sin llamarlas y en muchos casos son inevitables. Puedes tener mucho dinero, pero nunca lo demuestres para sentirte superior a otros, porque entonces serás un verdadero  fracasado. Aunque tengas dinero para comprar el mundo, las cosas verdaderamente importantes de la vida no tienen precio, son difíciles de conseguir y jamás las podrás comprar. Sé feliz con los pequeños detalles, esos que no tienen valor económico, ama las sonrisas que te den cuando hagas feliz a alguien, disfruta las caricias que cada día son más escasas, besa sin pensar, un beso bien dado con amor siempre será bien recibido, valora la sinceridad de una persona que te querrá sin importarle lo que tengas, cuida y respeta lo que amas, porque algún día nos vamos de este mundo y nos llevamos solo los recuerdos, pero dejaremos en nuestros seres queridos lo bueno y lo malo que hemos hecho».

Aunque suene increíble, me había fijado en Cloe con mis mejores intenciones. Pensaba mucho en ella, su mirada transmitía inocencia y ternura, era una fiera cuando se defendía, pero débil cuando se enamoraba. Eso que tenía con el pijo no era amor. Nadie podía tener miedo y eso fue lo que transmitió cuando él la despreció bruscamente en la discusión. Sé que fue por mi culpa y, tarde o temprano, le demostraré que lo hice con la única intención de verla feliz. Erik era el típico tío que conquistaba y se creía dueño del mundo y de las personas a su alcance. Sabía manipular, eso lo noté al ver la fragilidad de Cloe cuando intentó calmarlo. Yo no toleraba el maltrato y pateé la papelera para no salir corriendo y partirle la cara al imbécil que la acababa de rechazar. Aun sin tener la razón, nunca debes permitir que te griten o te hagan un desaire tan lamentable, y menos delante de medio instituto.

Cuando entraba en clase solo sentía la necesidad de verla, de observarla, de picarla. Si tuviese la oportunidad de demostrarle que yo, un ser lleno de imperfecciones y traumas, la quería de verdad. Si pudiese tener diez minutos de cercanía con ella, le demostraría quién era y quién quería ser. Porque ella en dos días me había dado esperanzas; mi tristeza había pasado a deseos de ser feliz.

La princesa que odiaba ser princesa me gustaba y mucho. Decidí liarme con Ali para ver si ella decía algo y creo que no le gustó. Sé que ella también me observaba y jugábamos a hacernos los locos cuando nuestras miradas se cruzaban. Ali era una chica increíble, supo desde el primer momento que me había fijado en Cloe y tengo que decir que me estaba ayudando para darle celos. En ningún momento la iba a utilizar, un tonteo lo tenía cualquiera y ese día cuando la besé en clase le conté mis intenciones con la estirada. Alicia también me confesó los problemas enquistados que tenía con su novio y su interés por Enzo, un tío de segundo al que tenía enamorado. Habíamos hecho buena amistad y nos ayudaríamos a lograr nuestros objetivos.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Where stories live. Discover now