28. La amistad es un buen comienzo...

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LA AMISTAD ES UN BUEN COMIENZO PARA AMAR INCONDICIONALMENTE

CLOE


Hoy era un día muy importante. ¡Veré nuevamente a Erik! Estaba muy emocionada. Cada vez nuestra relación era más unida desde aquel día en el marítimo, hablábamos todas las noches hasta las tres o cuatro de la madrugada, con este chico las horas parecían segundos. Mis sentimientos estaban a flor de piel, nos reíamos y llorábamos, nos contábamos muchos episodios de nuestra vida... Me encantaba, nunca me había sentido tan bien con alguien. "Creo que si no llegamos a nada, puede ser un buen amigo en quien confiar".

Había tirado ya tres veces mi armario porque no sabía qué ponerme. Después de muchísimo tiempo me terminé decantando por unos pantalones vaqueros negros cortos y un top banda con una camisa manga corta blanca con dibujos de skates de muchos colores, que le daba un toque «muy Cloe». Me puse las Air Force blancas que, sin duda alguna, eran mis zapatos favoritos, combinaban con casi todo.

En mi larguísimo cabello castaño, lo único que hice fue desenredarlo y pasarme la plancha para quitar las ondas del moño con el que llevaba toda la mañana.

De maquillaje sabía poco, así que solo usé un lápiz negro en la línea de agua, me ricé las pestañas, me puse rímel y un poco de blush. De accesorios una fina gargantilla dorada y una pulsera a juego. Mi último toque, el perfume "Blooming Bouquet Miss Dior" y ya estaba lista para nuestra cita, entre comillas. Solo éramos amigos, aunque yo deseara algo más.

Cada segundo que pasaba me ponía más y más nerviosa. Eran las ocho de la tarde y ya estaba en el Monte San Pedro. Desde mi casa allí tardé veinte minutos andando. Subí en el ascensor panorámico desde donde se apreciaba Coruña al completo; sus magníficas vistas hacen de este sitio mi lugar mágico. Desde pequeña había venido muchas veces con mis padres y era visita obligada para cualquier familiar que se le ocurriera venir a visitarnos.

Había quedado con Erik en este precioso mirador porque sé que le apasionaba la fotografía y desde aquí podría captar instantáneas con atardeceres nunca vistos. Era un lugar especial para mí y ojalá lo fuera para él.

Llevaba treinta y cinco minutos de retraso para ser exacta y aún no había llegado. No sé si le pasó algo o me había dado plantón. Solo de pensarlo me enfadé.

Me levanté del césped, cogí mis cosas del suelo y, en ese momento alguien posó sus manos en mi cintura, lo cual me hizo soltar un grito un tanto histérico algo impropio en mí. Cuando me giré, vi a un risueño Erik pasándose las manos por sus rizos castaños tratando de arreglarlos.

¿Sabes el susto que me has dado? —le dije en actitud orgullosa. Cogí el bolso que se me había caído y empecé a caminar rápidamente sin rumbo fijo.

—¡Espera! ¡Era una broma! —dijo mientras hacía un intento fallido de puchero, que no le salía porque se asomaba su bonita sonrisa y, para ser sincera, se veía de lo más tierno. «Uff, Cloe».

Le miré embobada, no me podía resistir y empecé a reír también. Me dio un corto beso en la mejilla y un tímido abrazo que deseaba fuera a más. Mi mundo giró vuelta y media.

—Aparqué la moto en la subida, pero un poco mal, ya que pensé que te habías marchado —dijo con preocupación. 

—¿Podemos ir y aparcarla bien? —asentí con la cabeza y fuimos hasta la moto. —Siento haber tardado tanto, tuve que hacer un par de cosas con mi padre antes de salir y paré a repostar.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora