8. Mejor estar solo que encontrarme contigo

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ERIK


Recuerdo que no había contestado el mensaje de Chris y fui directo a su conversación.

Broo, ¿qué tal estás? ¿Cómo llevas lo de Lucía?

Era evidente que mal. Christian estudiaba conmigo desde la ESO y sabía lo que me costaban las relaciones estables. Y cuando por fin decidí algo en serio, patiné sin frenos cuesta abajo.

Ey, Chris, bien, bueno, se sabía que iba a acabar así.

Él y yo intuíamos que algo no cuadraba.

Ya, bueno...

Después de ese mensaje preferí cambiar de tema, así que simplemente le dije:

Oye, tenemos que quedar, ya podemos salir y eres el único que no ha querido.

Eh, sí hoy a la tarde tengo cita con el tatuador a las cinco. Si quieres podemos quedar allí y tomamos algo cuando termine.

Vale, perfecto, allí nos vemos.

Dejé el móvil en el escritorio de mi habitación y lo puse a cargar. No tenía nada interesante que hacer hasta por la tarde que iría al gimnasio. Caminé hasta la estantería y cogí el libro que me había regalado mi padre la semana pasada. Me lo habían recomendado muchas veces. "La cena", de Herman Koch.

Me tumbé en la cama y quedé tan absorto en la historia que no me di cuenta de que ya habían pasado las horas y tenía que arreglar la mochila.

La trama del libro me pareció increíble. La historia, nauseabunda. ¿Cómo la sociedad podía ser tan superflua en dar importancia al sin valor? Las apariencias estaban por encima de los principios. ¿Cómo se podía fingir normalidad cuando se tenía que resolver un asunto grave que concernía a tus propios hijos? ¿Cómo unos padres podían justificar cualquier error de sus vástagos fuera cual fuera? ¿Todo era válido en la vida?

No todo valía. Me revolví incómodo. Me quedaban cuarenta páginas, pero no podía seguir leyendo, si no, no llegaría a tiempo. Tenía clase de Krav Maga.

Cogí mi mochila rápidamente y la metí en la moto. Cuando vi el teléfono tenía una notificación de Lucía. Ya le había dejado claro la última vez que no quería nada con ella, pero no paraba de decirme que quería explicármelo.  Ya me daba igual si se tiraba a uno o a treinta; mi obsesión con ella se terminó cuando la vi con otro, no sé por qué quería echarle sal a la herida. Sentí otro mensaje y pensé que era ella insistiendo. Simplemente pasé de sus mensajes y me subí a la moto.

Al acabar de entrenar, vi el mensaje de Lucía que no abrí y otro de Chris...

Al acabar de entrenar, vi el mensaje de Lucía que no abrí y otro de Chris

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Brooo, Lucía está aquí. Acabo de llegar y estaba en la puerta, me preguntó por ti otra vez ¿Qué le digo?

¿Qué dices? Nada, tío, nos vemos otro día, paso de ir si está ella.

¿Estás seguro?

Sí.

Vale.

Voy a dar una vuelta por la playa, dile que no sabes nada de mí.

Bueno, hablamos luego.

Ok.

Vivir en Vigo tenía sus ventajas. Era una ciudad relativamente pequeña y muy cómoda, muchas playas, buena fiesta y unos atardeceres espectaculares. Poder captar ese instante perfecto era mi vicio.

Subí una foto a IG desde la playa de Bouzas, mi rincón favorito para pensar y olvidar...

Subí una foto a IG desde la playa de Bouzas, mi rincón favorito para pensar y olvidar

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Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Onde histórias criam vida. Descubra agora