31. La inocencia me devolverá la alegría

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ERIK

Eran las 11:30 y sentí un mensaje que anunciaba que era hora de despertar.

Un Roi despeinado roncaba tirado en la cama de al lado. Debía marcharme de aquí cuanto antes. Miré al techo y me vino a la mente la misteriosa, esa chica inquieta e inocente que despertaba en mí sentimientos indescriptibles. Su valentía al darme ese beso casto y puro, era algo que nunca me había ocurrido. Me sorprendió gratamente ese impulso que delataba su ingenuidad. Yo le seguí con uno apasionado y debo decir, que a pesar de su inexperiencia, supo devolverlo y dejarme atónito de sensaciones.
Todas las chicas con las que había estado eran experimentadas, de hecho aprendí mucho de ellas; pero algún día me tocaba a mí mostrarle a alguien esas experiencias únicas que teníamos que vivir los adolescentes. No había dejado de pensar en Cloe desde que supe quién era.

La primera vez que la vi en persona, me sonó de algo, pero no supe de dónde. El día que la volví a ver en San Juan sus ojos se acoplaron con los míos y supe que me quería perder en ellos... «No tenía ni idea de quién era».

Nuestro encuentro con Lola fue tormentoso, la cual, supo aprovechar la situación para poner a Cloe al descubierto. Los ojos de la misteriosa irradiaban miedo a la burla a la que estaba siendo expuesta; me pareció tan frágil que para detener el espectáculo, decidí quedarme con Lola y dejé que se marchara. Si no, no sé de lo que hubiera sido capaz de hacer.

Desde que conocí a Lola siempre me había hablado mal de una supuesta amiga con vida perfecta, chica estudiosa e intachable, con padres maravillosos, hermano magnífico y hasta perro perfecto. En ese momento supe a quién se refería. Todo cuadraba.

Con Cloe hablaba todas las noches hasta tarde. La misteriosa tenía tema y eso me fascinaba; conocía muchos detalles de su vida y ella de la mía.

Ella era especial y debía ser muy cuidadoso, no me podía permitir hacerle daño a esta chica que nunca se había enamorado.

Decidí escribirle para alegrarle el día, o quizás era a mí a quien se lo iba a alegrar.

Mis días de adolescente.  Amar. I (Publicado en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora