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Evangeline Lumière.
A la mañana siguiente estaba tan cansada que realmente dudaba de si quería ir a la escuela, pero finalmente mi madre me convenció.
La mañana fue realmente cómoda, mamá se había ido a trabajar temprano por lo cual estaba sola y en total silencio. Desayuné y comprobé que el clima para saber que ponerme, no estaba ni muy frío ni muy caluroso, normal diría yo, por lo cual me puse una falda pegada, una remera mangas largas de lana, un cancán negro y unas botas del mismo color.
Al salir de casa tomé una chaqueta por si hacía más frío, lo cual claramente hará. Me subí al auto, prendí la calefacción y me dispuse a tomar camino hacia la escuela.
Al llegar todo fue bastante normal: Jessica siendo hipócrita, Ángela siendo un amor de persona, Bella siendo tímida, Mike y Eric internado coquetearme mientras finjo que no me doy cuenta y, por último, Edward viéndome como si fuera un pedazo de carne al cual va devorar pronto. No es que me queje, ser devorada por alguien así es un privilegio, pero si da un poco de incomodidad que te mire como un psicópata-maniático.
—Tienes historia. — hablo Eric. — Queda al lado de mi salón, ¿Te guío? — pregunto.
—Si por favor.— dije cerrando el casillero. — No quiero perderme en mi segundo día. — él rio mientras ambos empezamos a caminar.
—Oye quería hacerte una pregunta, ¿Puedo? — su tono de voz fue disminuyendo a medida que hablaba.
—Ya la hiciste. — le respondió.
—Otra pregunta además de esa. — dijo rápidamente.— ¿Puedo? — sentir con la cabeza para que continuara. — ¿Quieressalirenunacitaconmigo? — hablo tan rápido que apenas lo entendí.
—¿Qué? — lo voltea a ver. — Eric, no te entendí ni madres vuelve a repetirlo.
Justo habíamos llegado a la clase de historia. — Yo pregunte. — tomo aire. — ¿Quieres ir a una cita conmigo? — dijo ya más calmado.
—Oh, era eso. — dije viéndolo y realmente parecía esperanzado. — Lo siento Eric, pero mi madre no me deja salir con chicos. — invente una excusa. — Pero, ¿Porque no le preguntas a alguien más? Te aseguro que debe haber muchas chicas que quieran salir contigo. — en sus ojos se reflejó la decepción.
"Pobrecito, me da pena"
—Claro, si tú lo dices. — su voz se apagó un poco. — Nos vemos, Eva. — me saludó con la mano y se alejó con la cabeza gacha.
Entre y lo primero que me di cuenta es que tenía clase con el fortachón, ¿Cómo se llamaba? ¿Emmet? Si, creo que Emmet.
—Señorita Lumière. — me llamo la profesora. — Tome esto y siéntese al lado del señor Cullen. — me tendió unos libros y apunto hacía el fortachón.
—Claro, gracias. — tomé los libros y me dirigí hacia mi asiento. — Hola. — saludé una vez me senté.
—Hola, zanahoria.— saludo con una gran sonrisa.
—¿Zanahoria? — pregunte sin entender y el señaló mi cabello. — Oh, gracias, fortachón.
—¿Fortachón? — pregunto sonriendo. — Buen apodo, zanahoria. — dijo apuntándome con su lápiz.
—Qué bueno, fortachón, porque te seguiré llamando así. — sonreí y volteé hacia la profesora para prestar atención.
El resto de la clase pasó normal. De vez en cuando fortachón y yo prestábamos atención a la maestra y el resto nos lo pasábamos hablando y riendo.
