𝑻𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝑶𝒏𝒆

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Evangeline Lumière

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Evangeline Lumière.

Luego de esa GRAN humillación por parte de mi madre fui a mi cuarto y escribí todo lo que Edward me dijo sobre los vampiros en un cuaderno. Anote sobre su alimentación, que les sucede al tomar sol, su proceso de transformación, etc.

Una hora más tarde de cenar, y ya en mi cuarto, escucho como algo toca la ventana de mi habitación. Al mirar hacia ahí veo a Edward entrando por la ventana.

—Tengo una pregunta. — dijo apenas paso parándose frente a mí.

Deje la ropa que tenía en las manos sobre la cama y lo voltea ver. Aún tenía los ojos negros.

—¿Aún no vas de caza? — pregunte preocupada.

—No, quiero saber algo de ti. — se sentó en mi cama y me miro expectante.

—Deberías ir a cazar, Edward. — me senté junto a él. — Debes estar hambriento.

—Tienes razón, estoy que muero de hambre.... — dijo sobándose el estómago. — Pero yo te conté casi todo de mí, quiero saber de ti.

—Te diré todo lo que quieras... — él sonrió y se sentó en el suelo frente a mí con las piernas cruzadas. — Pero no te lo voy a decir ahora. — su sonrisa decayó.

—¿Porque no? — hizo puchero.

—¡Porque debes ir a comer algo! — me pare y me puse al lado de mi ventana. — Ve a comer. — le ordené.

—Pero...

—¡Ahora, Edward! — lo interrumpí. Agacho la cabeza y se acercó a la ventana. — Mañana cuando vuelvas de cazar prometo contarte todo lo que quieras. — le di un beso en la mejilla y salió casi por completo de la ventana.

—¿Lo prometes? — pregunto metiendo la cabeza.

—Lo prometo. — le sonreí y él salió por completo—. ¡Y no comas perritos!— le grite desde la ventana.

Tome la ropa que deje hace rato en la cama y me metí a bañar. Hoy fue un día bastante largo.

La mañana siguiente informaron que no habría clases y aproveché para ponerme a limpiar mi hermosísima camioneta. Me vestí con una remera blanca básica ancha, una camisa de cuadros rojos igual ancha y un pantalón de jean viejo y holgado.

Salí de la casa, llené el cubo con agua y jabón, prendí la manguera y comencé a lavar el coche. Al cabo de unos 20 minutos un vampiro sin moles saltó sobre el capó del auto.

—¡Mi bebé! — me quejé. — ¿Podrías actuar como humano? Por si no lo recuerdas tengo vecinos, Cullen.

—Mañana te llevare a mi casa.

"¿Fue pregunta o afirmación?"

—¿A tu casa? — pregunte. Él asintió y reparó la abolladura que tenía el coche desde el accidente.

—Gracias.... — susurre. — Espera, ¿Me llevarás con tu familia?

—Si, ¿Porque no? — se encogió de hombros.

—¿Y si no les caigo bien? ¿Y si me odian? Y sí..— Edward me tomo de los hombros.

—Tranquila, estarás bien, yo estaré allí. — sonrió.

—Bien, está bien. — él sonrió con incredulidad. — ¿Qué? — pregunte alzando una ceja.

—Entonces... ¿No te preocupa estar en una casa llena de vampiros, sino pensar que no te aprueben?— se río.

—¿Que puedo decir? Soy especial. — dije encogiéndome de hombros y sonriendo. De pronto Edward sonrió. — ¿Qué pasa? — pregunte viendo a donde él veía.

—Una... complicación. — susurro. — Paso por ti mañana. — me dio un suave beso en la cabeza y otro en los labios y se fue.

"No importa que, nunca dejará de ser raro. Raro pero tierno, eso si"

—¡Eva! — me llamó Bill Black desde su camioneta.

—¡Hola! — salude alegremente. — ¿Vinieron a ver si la sigo cuidando? — pregunte dándole un pequeño golpe a la camioneta.

—Si, se ve muy bien. — respondió Jacob con una sonrisa.

—En realidad, vinimos a ver tu pantalla plana. El primer inaugural de los Mariners. — habló Bill. — Y Jacob no dejaba de fastidiar con que quería verte.

—Genial, papá, gracias... — susurro avergonzado.

—Soy honesto, hijo. — sonrió el señor Balck.

Por detrás de ellos venía llegando el señor Swan con unas latas de cerveza.

—Espero no llegar tarde a la fiesta. — dijo saludando a Bill y a Jacob. — Eva, ¿Como has estado? — pregunto tendiéndome su mano.

—Bien, ¿Y usted, señor Swan?— pregunte estrechando su mano.

—Por favor, dime Charlie, me haces sentir más viejo de lo que estoy. — sonrió.

—¿Se puede parecer más viejo? — pregunto mi madre saliendo de la casa. — ¿Listos para ver el partido? — pregunto alegremente.

Si no mal recuerdo, mamá, Charlie y Bill era muy buenos amigos en la secundaria. Es muy bonito que aún lo sigan siendo.

—¿Qué traes en la bolsa Bill? — pregunte.

—Pescado frito al estilo Harry Clearwater. — respondió feliz.

—Delicioso. — dijo el señor Swan.

Mamá, Bill y Charlie empezó a hablar sobre el caso de Waylon. Yo, por otro lado, me quedé con Jacob.

—Lamento lo que... dijo mi padre. — susurro avergonzado mientras se rascaba la nuca.

—Está bien Jakey. Parece que los padres son expertos en avergonzar a sus hijos. — bromee.

—No te das una idea. — sonrió.

Durante el partido los adultos estaban en la sala y nosotros dos aprovechamos para ponernos al día y cocinar un poco. A ninguno de los dos nos gusta el pescado.

A la mañana siguiente me desperté al sentir una mano fría en mi mejilla.

—Oye, pequeña. — la voz susurrante de Edward me da paz. — Debes levantarte.

—5 minutos más... — me quejé.

—Van a ser las 12 del mediodía. — apenas dijo eso abrí los ojos. — ¿Ya estas despiertan? — pregunto burlón.

—Púdrete. — susurré aún medio dormida y me metí a bañar. Cuando salí de la ducha él estaba sentado en mi pequeño sillón y con un libro en manos. —¿Que lees?— pregunte buscando mi ropa ya que estaba envuelta en una toalla.

"¿Qué te pones para conocer a la familia de tu CASI novio? Un traje de cuero con su látigo seguro que no"

—Orgullo y Prejuicio. — respondió. — Bonitas anotaciones. — sonrió viéndome.

—Lo sé, yo las hice. — tomé mi ropa y me fui al baño para cambiarme.

Me puse una remera con cuello de torga blanca, unos jeans tiro alto y un poquito holgados, un cinturón negro, botas del mismo color y un abrigo de lana, también negro, con varios collares dorados.

—¿Como me veo? — pregunte saliendo del baño.

—Preciosa. — se acercó a mí y me dio un beso. — ¿Lista para conocer a mis padres?

"¿Estaré lista para conocer a sus padres?" 

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