Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Evangeline Lumière.
Cuando llegue a primera base Edward ya tenía la pelota, pero no llego a eliminarme.
—Muy lento, colmillito. — me burlé.
—Tal vez te dejé llegar a base. — respondió con indiferencia.
—O tal vez eres lento. — sonreí.
—¡Hijo, la pelota! — grito Carlisle y Edward se la paso sin dejar de verme.
—Suerte de principiantes. — se encogió de hombro.
—Puede ser... — lo pensé un segundo. — De hecho, tienes razón, ni siquiera sé cómo hice para pegarle a la pelota. — me reí.
—Si, hablando de eso, ¿Cómo lo hiciste? — pregunto poniendo sus manos en sus caderas.
—Solo calculé el tiempo y la fuerza que debería usar. — sonreí. — Matemáticas, mijo.
—¡Nerd! — escuche gritar a Emmett a lo lejos.
—¡Consumidor excesivo de esteroides! — le grite devuelta.
Edward se río y me dio un abrazo seguido de un beso en la frente.
Fui eliminada antes de llegar a segunda base, pero llegué a primera, ahora esa es mi marca personal. En un momento fortachón y Edward se dieron un fuerte golpe, pero ambos se pararon riendo y siguieron el juego. En el turno de Jasper la pelota fue muy alta, pero Emmett trepó por un árbol y la atrapó en el aire.
—Mi hombre mono. — escuche decir a Rosalie.
Siguieron jugando un rato más hasta que note algo raro en Alice.
—¡Alto! — grito y todos se detuvieron.
Todos se acercaron hacia donde yo estaba, ¿Qué está pasando?
—Se estaban yendo, pero nos escucharon. — hablo Alice.
—Lin, nos vamos. — me rodeó los hombros con su brazo.
—Es tarde... — hablo Carlisle y Edward se detuvo.
—Suéltate el pelo. — ordeno y obedecí.
—Es inútil, su olor llega hasta el ogro lado del campo. — hablo Rosalie.— Quédate detrás de nosotros. — me ordeno.
"¿Por qué todo el mundo me estar ordenando cosas?"
Por la orilla del bosque aparecieron tres perdonas. Una chica y dos chicos. Eran los vampiros de mis sueños.
"Empiezo a sospechar que somos la humana que persiguen"
Se acercaban a paso rápido y decidido.
—Fue mala idea traerte, lo siento. — se disculpó Edward.
—Estaré bien, Eddie— acaricié su mejilla y él sonrió.
