𝑺𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏

4.7K 401 31
                                    

Evangeline Lumière.

Otra vez es lunes, hoy veré a los Cullen de nuevo.

Pase todo el domingo pensando y analizando sobre los vampiros. Además, si existen vampiro también los hombres lobo, después de todo son enemigos naturales.

No hacía tanto frío como otros días así que me puse algo sencillo. Me puse un pantalón de jean azul, una camisa sin mangas con cuello de torga, una chaqueta marrón claro que llega hasta más abajo de mis rodillas, unas zapatillas blancas y mi mochila.

Baje por las escaleras y desayune junto a mí madre. Luego me dirigí hacia la escuela lista para enfrentar a Edward y saber si esos seres terroríficos que cuentas las historias son reales.

Al llegar aparqué mi auto y localicé a los Cullen. Apenas vi a Eddie le hice una seña con la cabeza para que vallamos al bosque y por su expresión parecía saber lo que venía.

Caminamos hacia el bosque y terminamos una parte rodeada de árboles con neblina.

—Quiero saber.... — dije mientras lo volteaba a ver.

—¿Qué es lo que sabes? — pregunto. Mantenía su distancia y daba vueltas a mi alrededor mirándome como si fuera su próxima presa.

"Tengo miedo..."

—Eres demasiado rápido, piel fría y pálida, tus ojos cambian y empiezo a sospechar que eres de otra época. — fui enumerando con mis dedos.

—¿Qué más? — se paró detrás de mí. Podía sentir su mirada clavada en mí, incluso podía llegar a sentir su aliento en nuca aun sabiendo que mantenía la distancia.

—No comes ni bebes, no tomas sol y eres fuerte, muy fuerte...— aclaré.

—¿Qué quieres saber especialmente? — pregunto a la lejanía.

—¿Cuándo naciste?

—El 20 de junio. — respondió.

—El año. — le exigí.

—1901.

Realmente era real. No sé cómo no lo vi antes, tantas señales frente a mis ojos y jamás presté atención. Fue en ese instante que comprendí todo, me enamoré de un maldito vampiro de más de 100 años. Esto no puede estar pasando, tengo que estar soñando, pronto despertaré.

—Por favor, día algo. — su tacto en mi brazo confirmo que no era un sueño.

—¿Qué quieres que diga? — ahora me daba escalofríos.

—¿En qué piensas? — sonaba afligido.

—Es salir de Forks y nunca volver. — respondí con honestidad.

Alejo su mano de mi brazo.

—No lo hagas, te lo suplico. — mentiría si dijera que no estoy asustada pero su voz me tranquilizaba.

—¿Vas a matarme? — cuestione insegura.

—¡Jamás!— respondió rápidamente. — Desde que te conocí no puedo estar lejos de ti. — suspiro. — Eres como una droga a la que soy adicto. Estoy totalmente a tus pies, haría hasta lo imposible si tú me lo pides.

—¿Cualquier quiero cosa? — pregunte volteándolo a ver.

—Lo que sea. — sus ojos reflejaban total honestidad.

—No vuelvas a buscarme. — en su rostro pude ver la tristeza que le causaban mis palabras. — A menos que yo te llame o te hable, no quiero verte ni oírte mucho menos sentir que me persigues a cada lado que voy. — Cuando terminé de hablar me di media vuelta y volví al estacionamiento de la escuela. Me subí al auto y me alejé lo más que pude de allí.

SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora