Capítulo 15

117 31 50
                                    

Las ganas de ir al baño me despiertan demasiado temprano. Aparto lentamente el brazo que me rodea y salgo en búsqueda del servicio. Esta casa es enorme. Tras unas 4 puertas que resultaron ser habitaciones (todas ellas ocupadas por diversas parejas) logro dar con el cuarto de baño.

Una vez termino, y tras apreciar la belleza de decoración de la mansión, me entra el hambre. ¿Será demasiado descarado coger algo para comer? Aún son las 6:30, y hasta las 8:30 no pasaré a por Josh para desayunar, así que decido coger comida prestada para no morirme de hambre. Debí haber cogido los donuts que Liam me ofreció antes de cerrar.

Tras bajar las escaleras, encuentro la cocina, que está tras una puerta abierta. Hay café preparado, pero opto por coger una manzana, ya que hay muchas en el frutero sobre la encimera. Ni siquiera se darán cuenta.

Dios, sabe a gloria. Un gemido involuntario escapa de mi garganta, pero se ve amortiguado por el sonido de la puerta principal. Apenas me da tiempo a bajarme de la mesa sobre la que me he sentado cuando un chico entra con heridas en su rostro y presionando su abdomen. Me doy prisa en ayudarlo a sentarse.

──¿Estás bien?

Su mirada, sorprendida, se clava en mí. Es entonces, al verlo golpeado como la otra vez, cuando recuerdo de dónde conozco al hombre misterioso de la sala Éxtasis: es el chico al que Josh y yo acompañamos a casa la noche de la carrera, al que Troy estaba pegando. La duda de que Troy siga en la ciudad y sea responsable de esto hace que me sienta culpable, ya que, aunque ya no seamos nada, sé que yo era la razón por la que no estaba totalmente corrompido por el mundo del dinero fácil, y le aclaré precisamente la primera noche que vi a este chico que ya no era suya. Quizá, y solo quizá, no tenerme a su lado haga sus días más difíciles y vuelva a sufrir como antes, arrasando con todo lo que pasa frente a él.

──He tenido noches mejores ──responde casi sin aliento.

Rápidamente abro el congelador y agradezco mentalmente que tengan cubitos de hielo. Envuelvo tres en un paño que encuentro y lo deposito sobre sus heridas faciales, haciendo que se estremezca.

──No tienes porqué ayudarme ──declara fríamente.

──No me cuesta nada. Ya estaba desvelada.

Él asiente. Se nota que está aguantándose, pero prefiero no hacer comentarios al respecto.

──¿Ha sido el mismo chico que la otra vez? ──pregunto sin poder contenerme.

Él me mira de una manera que no sé descifrar. ¿Se acordará de que lo trajimos a su casa esa noche? Casa que, ahora que recuerdo, era muy similar a esta por fuera. Eso junto con el hecho de que haya entrado con llave me da a entender que estoy en casa del chico que tenía que evitar. Genial, Kat, sigue tomando buenas decisiones. Con lo bien que estarías en tu cuarto.

──No ──responde finalmente──. Ese me pegó porque le dije que aprendiera a tratar a una mujer y a aceptar que no son de su propiedad.

Lo miro sorprendida. Si esa noche me sentí mal por él, ahora el doble. Se ganó una paliza por defenderme. Bueno, por defender a una persona del trato nefasto de Troy, pero esa persona era yo, por lo que me siento más culpable aún.

──Siento que te golpeara. No te lo merecías ──digo sin mirarlo──. Y muchas gracias por la defensa.

──Ninguna mujer merece ser tratada así.

Le sonrío levemente guardando el pensamiento de que, quizá, yo sí.

──¿Tienes alcohol? Habría que desinfectar tu ceja y el labio partido.

──Sí, está en el baño.

Sin perder tiempo, voy a por él. Cuando vuelvo, él tiene el rostro entre sus manos.

La chica nuevaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz