Capítulo 6

146 40 43
                                    

Dios mío, qué bien huele lo que sea que está preparando Leonardo. El exquisito olor llegaba a la planta de arriba, y mis fosas nasales se deleitaban con gusto.

──Dios mío, ¿tienes una cita? Porque lo que sea que estás preparando está hecho para conquistar, eso está claro ──dije mientras bajaba las escaleras.

Leonardo se asomó por la cocina y la imagen era muy tierna. Se le veía exhausto, pero también alegre, ilusionado.

──Pues espero que tengas razón, Kat. ¿Te acuerdas de Sarah? Es una de las secretarias de la oficina.

Leonardo trabajaba en la empresa de su padre, aunque sólo de vez en cuando. Básicamente se pasaba por ahí cuando le apetecía matar el tiempo y no tenía con qué, aunque últimamente estaba casi todos los días ahí. Ahora veo porqué.

──¿Esa chica tan mona con la que estabas el otro día?

──La misma.

Josh y yo estábamos dando una vuelta por un centro comercial cuando nos los encontramos en una tienda de ropa. Él la estaba acompañando y ayudando, mostrando interés, preocupándose por lo que le podía gustar y lo que iba con ella. Ese día me inundó una inmensa alegría. Nadie merecía más la felicidad que Leo. Bueno, Josh también merecía todo lo bonito de la vida.

──¿Vais en serio? ──pregunté con una sonrisa pícara en mis labios.

──No sé, ojalá. Ven, prueba esto y dime qué te parece.

Me acerqué a él y me metió una cuchara en la boca. Dios mío, lo que sea que llevara esa salsa era comida sagrada. No sé si es posible experimentar un orgasmo probando comida, pero yo acababa de hacerlo.

──Leo, estoy segura de que Sarah se enamorará de ti esta noche, si es que no lo está ya.

──Eso espero ──contestó con una sonrisa que conjuntaba a la perfección con el brillo en sus ojos.

──¿Quieres que duerma fuera para que tengáis más privacidad?

──No te preocupes por eso, el ático es lo suficientemente grande como para que ni te enteres de si se queda a dormir o no.

──Que la sienta dormir no es lo que me preocupa, Leo.

Ambos nos reímos y él volvió a la cocina.

──Bueno, yo me voy. ¡Pásalo bien! ¡Y usa protección!

──Ya soy mayorcito, Kat ──agregó riéndose.

──Bueno, bueno, ¡era un recordatorio! ──expresé levantando mis manos en señal de rendición.

──Y tú, ¿dónde vas tan guapa?

Llevaba puesta una camiseta blanca de tirantes y una falda negra de tubo. No me parecía nada del otro mundo, pero agradecía el cumplido.

──Josh me quiere llevar a cenar. No sé dónde vamos, pero confío en su buen gusto.

──Disfruta de tus últimos días de libertad, enana ──dijo mi compañero de piso──. Ah, y usa condones, ya sabes ──añadió con un guiño de ojo.

──¡Josh es mi mejor amigo! Es como mi hermano mayor, por dios. Ugh, es asqueroso hasta pensarlo.

Se rió con ganas y el desagrado se fue tan rápido como vino.

──Si conozco a Josh como creo que lo conozco ──continuó──, te llevará de fiesta después. Disfruta, Kat, y olvídate del imbécil de tu ex de una vez.

Le sonreí y me fui. Fue una sonrisa sincera, lo juro. Entre la recuperada amistad sin tensión sexual con Leo y mis conversaciones con Josh había superado la ruptura con sobresaliente, y estaba orgullosa de ello.

La chica nuevaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt