Capítulo 3

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Me desperté con los rayos de sol colándose por mi ventana. Con toda la tranquilidad del mundo, me desperecé en mi maravillosa cama nueva. Leonardo me había mostrado todo su piso, y de las tres habitaciones disponibles ésta era la que había elegido. Era amplia, como de ensueño. Tenía un tocador con un espejo hermoso enfrente de la cama; a la derecha de la cama, una puerta que daba a un lujoso pero pequeño baño, ideal para mí. La ducha era perfecta, y en otro de los baños de la casa había bañera, así que tenía dónde elegir. Además, mi cuarto también contaba con un vestidor que más bien parecía otra habitación (¡hasta tenía un sofá!) y, para no hacerle el feo, voy a tener que comprar mucha más ropa de la que tengo. En serio, sería pecado no ocupar todos los compartimentos. Mi parte favorita, sin embargo, era la ventana: una hermosa cristalera con vistas al mar. Había algunos edificios de por medio, pero las vistas eran fantásticas.

Tras darme una ducha rápida, me vestí y bajé a desayunar. No vi a Leonardo por ninguna parte, así que me permití prepararle el desayuno. Ayer me había preparado la comida (cocina de maravilla, lo cual es un lujazo), me había enseñado toda la casa y se había dedicado a contarme historias sobre cómo conoció a papá y sus aventuras de jóvenes (como si él no lo siguiera siendo). Para cenar, ordenamos pizza y yo me fui a dormir al poco de acabar, justo después de colocar todas mis cosas.

Tras distribuir los huevos revueltos y el café, me puse a desayunar sin esperarlo. Para cuando estaba comenzando a disfrutar sin preocuparme por otra cosa más que por el delicioso sabor de la comida más importante del día, mi teléfono comenzó a vibrar, revelando un mensaje de Troy:

Estoy en Los Ángeles, llámame cuando puedas.

Así, sin nada más. Ni un saludo, ni un qué tal. No me demoré y lo llamé tan pronto como salí del estado de shock en el que me había dejado su mensaje.

Tras tres tonos, escuché su voz:

── Hola, nena.

── Troy, ¿cómo estás? ¿Qué haces aquí? ¿Cuánto te vas a quedar?

Antes de que siguiera vomitando preguntas, Troy soltó una leve risa. No parecía sincera, lo cual hizo que todos los músculos de mi cuerpo se tensaran.

── Estoy tan bien como puede estar alguien a quien su novia lo ha engañado con su mejor amigo y después se le muere el amigo en cuestión por culpa de no saber controlarse mientras se burlaba de follarse a mi chica. Vamos, mejor imposible.

── Lo siento tanto, Troy. Por favor, déjame explicarte ── rogué desesperada.

── De acuerdo, te escucho.

Tras contarle entre lágrimas lo colocada que estaba hace tres años, cuando cometí el grave error que llevó a James a la muerte, y lo arrepentida que estaba, me dijo que lo mejor sería hablarlo en persona, por lo que le dejé una nota a Leonardo explicando que saldría a dar una vuelta y me dirigí a la dirección que me dio Troy.

Cuando llegué, descubrí que se trataba de un hotel. Troy estaba en la puerta, y corrí a sus brazos con miedo de que me rechazara. Sin embargo, no lo hizo, y qué bien se sintió eso.

── Te echaba de menos ── susurré en su oído ──. Tenía mucho miedo de no volver a verte.

Troy me alejó unos centímetros de él, lo justo para poder besarme. En ese mismo me sentí completa, especialmente cuando comprobé lo mucho que le seguía atrayendo.

Terminamos subiendo a una de las habitaciones y perdiendo la noción del tiempo mientras hacíamos el amor tres veces seguidas. Troy, como siempre, se mostró muy posesivo, aunque quizás estaba vez lo estaba siendo más. Llegó a preguntarme si sentía lo mismo que cuando lo hice con James, aunque él ya sabía la respuesta.

La chica nuevaWhere stories live. Discover now