Capítulo 18

98 27 87
                                    

Llevo toda la noche en el hospital, sin pegar ojo. A Jess la están operando de urgencia, y no hay garantías de que vaya a sobrevivir.

Saco el móvil y compruebo que Leo me ha contestado.

Estoy de camino, dice el mensaje.

No sé cuánto tiempo pasa desde que le pedí que por favor viniera al hospital hasta que llega, pero ya sólo quedamos Sky, Polly y yo. Nuestra jefa ordenó al resto ir a descansar para que todo mañana saliera perfecto. Lo mismo me mandó a mí, pero el trayecto al hospital lo hice conduciendo cuando no debía, no sólo por haber bebido, sino también porque sólo lograba ver a Scorpion y se me iba la cabeza.

―Joder, Liv, tienes buen gusto.

Levanto la cabeza extrañada por las palabras de Polly, pero pronto las entiendo, ya que Leo se encuentra acariciando mi pelo.

―¿Estás bien? ―pregunta con voz temblorosa. Creo que le he dado un susto de muerte al pobre.

―Sí, es una amiga la que está mal ―contesto intentando mantenerme fuerte―. ¿Puedes llevarme a casa? No estoy en condiciones de conducir.

―Claro ―asiente y dedica una mirada interrogatoria a Sky y Polly, que, por el contrario, fingen ignorarnos―. ¿Te llevo al campus o a mi casa?

No se me había pasado por la cabeza ir a su piso, pero no puedo irme con Lara. Llevo ignorándola desde el incidente con Regina, y ya no sé si soy bienvenida ahí. La otra opción es ir al cuarto de Jason, pero no estoy preparada para un interrogatorio, especialmente porque no puedo decirle la verdad.

―Me harías un gran favor si me dejaras quedarme en tu casa ―le pido. Él, como siempre, me dedica una sonrisa tranquilizadora.

―Siempre será tu casa también ―accede.

Me despido con la mano de mis compañeros de trabajo y salgo del hospital, buscando el coche de Leo.

―Está por aquí ―me guía él.

Una vez dentro, me acerca a él para depositar un beso en mi cabeza.

―Estoy aquí si quieres hablar, ¿vale?

Yo asiento y comienza a conducir. Siempre me ha gustado eso de Leo: nunca me presiona. Sabe que le contaré lo que quiera cuando me sienta preparada. Es lo mejor que me ha pasado en la vida, no tengo ninguna duda.

Gracias por eso, papá.

Una vez aparca, subimos en silencio. No es un silencio incómodo, sólo un silencio de respeto. Un silencio que me aporta, en parte, la tranquilidad que necesito.

―¿Quieres tomar un café o cualquier cosa?

―No, prefiero acostarme ya. Ha sido una noche dura.

Leo asiente y comienza a irse a su cuarto.

―¿Leo? ―pregunto antes de perderlo de vista.

―Dime ―responde mientras se gira.

―¿Crees que podrías prestarme algo de ropa para dormir?

―¿Ahora necesitas ropa para dormir? ―cuestiona enarcando una ceja―. Sabes que puedes coger lo que sea. Ven, asalta mi armario a tu gusto ―me invita.

Le sigo hacia su cuarto, ese que llevo tanto tiempo sin pisar. Sigue siendo tan ordenado como siempre. Cojo una de sus camisetas, la negra que llevaba puesta cuando lo conocí, y me voy.

Mientras subo las escaleras, pronuncia mi nombre, haciendo que me detenga.

―¿Quieres dormir conmigo? ―pregunta apenado.

La chica nuevaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon