Capítulo 2

254 55 111
                                    


──Pasajeros con destino a Los Ángeles, les informamos que estamos a punto de aterrizar. Por favor, rogamos que se abrochen el cinturón de seguridad y mantengan sus dispositivos electrónicos apagados. Esperamos que el vuelo haya sido de su agrado y que podamos contar en más ocasiones con su compañía. Buenos días.

Genial, ya me estaba empezando a morir de hambre. Podría haber pedido algo en el avión, pero prefiero esperar un poco y comer por menos dinero. No soy rata, sólo me gusta administrar bien lo que tengo. O por lo menos pretendo hacerlo a partir de ahora.

Kate me había dado casi todos sus ahorros, lo cual era una barbaridad. Dios, en tan sólo un año se había convertido en una madre para mí.

Leonardo me dijo que vendría a buscarme. Para que pudiera reconocerlo, me dijo que buscara a un hombre con una camiseta negra. Really? Como es una prenda tan rara de llevar, se me hará facilísimo saber quién es. Modo ironía on.

Si lo pienso bien, los hombres de la edad de mi padre suelen ir más formales vestidos, así que supongo que sí que será fácil reconocerlo.

Con todos estos pensamientos he llegado a la cinta transportadora de maletas. Creo que me he demorado demasiado, ya que la correspondiente al vuelo de Nashville está llena de gente y no encuentro un solo hueco junto a la máquina.

Tras diez largos minutos, atisbo mi preciosa maleta plateada bajar por la rampa sin ningún tipo de cuidado, como si no le importara salir herida, como si su intención fuera acabar destrozada. Vaya, like mother like daughter.

Estaba poniéndome sensible cuando veo mi maleta alejarse de la zona en la que estoy, por lo que salgo corriendo sin importar a quién me lleve por delante.

Oh, no, está a punto de perderse por el túnel. Llevo ya mucho tiempo aquí, no estoy dispuesta a quedarme más tiempo. En mis 18 años de existencia he descubierto que el tiempo vale oro, y que nunca sabes cuándo se te va a acabar. La muerte llega como un tornado: te lleva en un momento, dejando todo tu alrededor destrozado, y ese todo, en mi experiencia de vida, siempre he sido yo.

── ¡Eh, tú! ── grito al chico que está al final de la cinta, justo por donde está a punto de pasar mi maleta ──. ¡Por favor! ¿Podrías coger esa maleta plateada? Esa grande de ahí ── digo apuntando con mi dedo índice ──.

El chico finalmente reacciona y la coge justo a tiempo. Dios mío, casi me quedo sin garganta. Cuando llego junto al señor X (no sé su nombre, pero su expresión es de incógnita total) intento sonreír para parecer amable y educada. Es alto, tiene el pelo rapado, y es bastante mono, aunque tiene cara de oler mierda, lo cual le resta bastante atractivo.

── Deberías estar más atenta, chica O ── dice entregándome la maleta ──. Tienes suerte de que haya chicos maravillosos como yo por aquí.

── ¿Chicos maravillosos? Chicos sordos, querrás decir. Te ha costado bastante escucharme, o más bien hacerme caso. Por cierto, mi nombre no empieza por O, así que no has acertado, chico desastre.

── La O no es por tu nombre, sino por lo olvidadiza que eres. Esta maleta lleva tres vueltas sin que nadie se digne a cogerla, así que asumo que o te has olvidado de que tenías que coger una maleta, o te has olvidado de dónde venías y por eso no sabías en qué cinta esperar ── dice con una sonrisa de lado ──. Además, con lo alto que eres capaz de gritar, seguro que valdrías para cantante de ópera, así que O es un buen nombre para ti.

Muy a mi pesar, se me escapa una leve risa. Miro hacia abajo para ocultarla, pero él se da cuenta.

── Me alegro de que te guste tu nuevo nombre. Y, ahora, explícame, ¿por qué soy un chico desastre? ── comenta cruzándose de brazos y fingiendo seriedad en su rostro.

La chica nuevaWhere stories live. Discover now