Capítulo 30

66 23 42
                                    

¿Está siendo mi mejor noche? Sin lugar a dudas. No he parado de bailar mientras sirvo copas. Incluso me he echado unos bailes con la banda de esta noche, que son todo chicas. Se han venido con un cuerpo de baile que es, simplemente, impresionante.

Jason, Mark y compañía se encuentran reunidos en un par de mesas contiguas, y ahora mismo me dirijo hacia ellos atraída por sus insistentes llamadas. No pretendía ignorarlos, pero esto está hasta los topes y no puedo estar todo el tiempo pendiente del mismo grupo.

―¿Os lo estáis pasando bien? ―pregunto alzando la voz, ya que hay mucho ruido esta noche.

―Increíblemente bien ―responde Howard sin quitar sus ojos del cuerpo de baile.

―¡Quédate un rato, Kat! ―salta Trevor atrayéndome hacia él, sentándome en su regazo.

―Estoy trabajando, melón ―justifico revolviéndole el pelo―. ¿Necesitáis algo?

―Más bebidas especiales de estas, podría renunciar a la cerveza por esto ―todos se alborotan como si hubiese deseado el mayor de los males a sus familiares―. Vale, vale, tranquilos, era la euforia del momento.

―Ya vuelvo con vuestras bebidas, anda ―me doy la vuelta, pero Regina me agarra suavemente del brazo―. ¿Puedo ir contigo? Me gustaría hablarte de algo ―asiento porque no quiero movidas esta noche.

―Tú dirás ―le digo llegando a la barra.

―Quería darte las gracias. Jason me ha contado que te encargarías de mi problema, y hace unas horas que no tengo noticias de ese animal. Aunque volviera a molestarme en unos días, te agradezco mucho de corazón que te hayas ofrecido a solucionarlo. No me lo merezco.

―Regina, aunque fueras mi enemiga mortal, eso nadie se lo merece.

―Lo sé, pero he sido una perra contigo y no te lo merecías. A mí Leo, o sea, el profesor Álvarez, me gustaba desde que nos vimos en aquel bar. Me dolió mucho que no quisiera conocerme al saber que sería su alumna y, en un ataque de rabia por su indiferencia, le culpé de mi aborto. En realidad, no lo dije así, pero mencioné su nombre y Jason lo malinterpretó, y preferí seguir esa mentira antes que decir la verdad ―una lágrima se le escapa―. Es un buen hombre, y me arrepiento muchísimo de culparlo cuando él sólo me apoyó. Y a ti he intentado alejarte de Jason, y ahora me siento fatal porque lo hayáis dejado, no sé qué me pasó, perdóname por favor ―rompe a llorar y se aferra a mí en un abrazo que, aunque tardo en devolvérselo, termino haciéndolo.

―Ya está, Regina. Todas cometemos errores. Si te sientes mejor así, quiero que sepas que te perdono ―Regina se separa y me mira con sus ojos vidriosos.

―¿De verdad? ―asiento y vuelve a abrazarme―. Gracias, Kat. ¿Crees que podría disculparme con el profesor?

―Está a punto de llegar, así que puedes hacerlo esta misma noche. Aunque dudo que Leo considere que haya nada que perdonar, tiene un corazón de oro.

Regina sonríe y, sinceramente, me la creo. Puede que se deba a la alegría de que todo haya salido bien.

Cuando Josh y Leo aparecen por la puerta, acompañados de Lorelai, quien viene agarrada del brazo de mi mejor amigo, Franco corre hacia mí.

―Liv, tus amigos están aquí. Dime que esta noche te vas a tirar al cachitas.

―Dios, Franco, hay cosas más importantes que el sexo.

―Lo digo por tu bien. Se nota que llevas muchos días sin copular, tu cutis está peor que nunca.

Voy a replicarle, pero me echo a reír cuando veo que él lo hace.

La chica nuevaWhere stories live. Discover now