Iba a ser la boda del año, quizás del siglo, todo el mundo de la cultivación la esperaba.
No así Jiang Cheng.
No le interesaba asistir a la boda de Lan XiChen y Jin GuangYao.
Tenía otros asuntos más importantes que resolver que asistir a una estúp...
NOTA INICIAL:Creo que terminó mi hiatus :D Aquí un capitulo para celebrar mis vacaciones(????
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–Es hora de regresar a casa; nuestra ayuda es requerida allá – Lan XiChen quedó perplejo, tomándole el peso de inmediato a las palabras del omega de los Jin.
–Dime todo lo que sepas, A-Yao – pidió el alfa, sin saber que su petición había sonado más a una exigencia. Continuó –WanYin y el joven maestro Wei están en peligro.
–¿"WanYin"? – preguntó con curiosidad su prometido.
Mordió su labio y agachó la mirada; aún tenía que zanjar aquel tema. Simplemente no se casaría con Jin GuangYao. No era correcto, no era lo que su corazón quería.
No obstante, tampoco sería cruel, lo hablaría con A-Yao primero, estaba seguro que el omega de los Jin lo entendería; siempre había sido amable con él. Por ahora, tenían una situación importante con la cual lidiar, es por ello que todo plan sobre conversaciones futuras, quedaría para cuando estuvieran más seguros.
–Debemos hablar, A-Yao, pero tendrá que ser más tarde – dijo y vio como Dage levantaba la cabeza cuando las palabras captaron su atención; por lo que Lan XiChen se apresuró a agregar –. Solo los dos...
–Lo sé, Er-Ge – sonrió –; te escucharé.
–¡Está bien, basta de reencuentros emotivos! ¡Aún estamos en el campo de batalla y el combate aún no acaba! ¡Lan XiChen, enano, tomen sus espadas y a derrotar a estos bastardos!
Por duras que hayan sido dichas estas palabras, llenaron a Lan XiChen de una sensación tan familiar que calentaron su pecho, pensó en cuánto extrañaba aquello; luchar hombro a hombro con sus amigos y hermanos jurados, especialmente con Nie MingJue, el cual no se había tomado para bien su compromiso con Jin GuangYao y no les hablaba como antes, pero que ahora estaba ahí, luchando para salvarle, como el amigo leal que siempre fue.
Y con la presencia de ellos, junto a la de su hermano menor, no pudo evitar sentir alivio, un pequeño rayo de consuelo en medio de la tormenta.
No se había olvidado de cómo Jiang Cheng desapareció frente suyo, con una herida que se apreciaba grave, y todo a manos de aquel "capitán". Solo esperaba que sus amigos le ayudaran a llegar con el omega que le había robado el corazón en aquel viaje inesperado.
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–¡Capturen a los heridos y persigan a los que huyan! – gritó la mujer con la cicatriz en el rostro –¡Ningún enemigo debe abandonar este lugar!
Los gritos de afirmación de las tropas "aliadas" no se hicieron esperar, haciendo sin demora lo ordenado por la mujer, quien, valiente y brutal, limpiaba su espada de la sangre de sus enemigos.
