Capítulo 3: Una mano amiga

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–Viajero, ¿necesitar ayuda usted?

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–Viajero, ¿necesitar ayuda usted?

La mujer parada en la entrada en el callejón habló. Esta vestía como todas las personas que vivían en ese lugar; con ropa de vivos colores y con un velo que cubría su cabeza. Por la falta de un aroma, Lan XiChen asumió que era una beta.

Lan XiChen no respondió nada, temeroso de las intenciones de la mujer. La circunstancia en la que se encontraba le impedía confiar en alguien desconocido. Apegó más al omega en sus brazos a su cuerpo, casi cubriéndolo de la vista de la mujer extranjera.

Quizás notando la desconfianza del joven frente a ella, la mujer junto las manos frente a ella y dio una leve reverencia... tal como lo hacían los cultivadores.

El efecto fue inmediato, Lan XiChen físicamente se relajó e instintivamente supo que la mujer podía ser de confianza. Después de todo ese saludo de respeto de los cultivadores solo se realizaba entre ellos.

–Joven Amos, seguirme.... Ayuda yo a ustedes.

–¿Por qué debería seguirte? – aun así, no se podía fiar solo por una reverencia.

–Peligro... tu... él... acá.

Si bien no fue una frase coherente, Lan XiChen entendió perfectamente bien lo arriesgado que era mantenerse ahí. Además si la mujer les podría prestar auxilio, aunque sea una mínima de ayuda, él la tomaría. Después de todo quizá no tengan otro ofrecimiento así.

Por ello, luego de que la misteriosa mujer les ofreció ayuda, Lan XiChen decidió confiar en ella y seguirla. Con cuidado de no despertar al omega, lo puso en su espalda y caminó tras los pasos de la beta.

Quiso hacerle preguntas, pero la mujer se notaba nerviosa, miraba a todos lados, como ocultándose de algo o alguien, en cada esquina se detenía y solo podían avanzar hasta que ella lo señalara. Además, iban por caminos no muy recurridos.

El nerviosismo obvio de la mujer fue contagiado a Lan XiChen quien comenzaba a dudar acerca de su decisión de confiar y seguir a la beta.

"A-Yao, ¿qué harías tú en mi lugar?", se preguntó por décima vez. Conocía muy bien a su prometido para saber la respuesta a esa pregunta: Jin GuangYao no hubiese confiado.

No queriendo dudar más en su única ayuda, el joven alfa comenzó a apreciar la vista de la ciudad extranjera. Notó los colores tan vivos de algunas viviendas, con construcciones tan detalladas y diferentes a las que estaba acostumbrado, de los ropajes de las personas, como se veía niños jugando en la calle... no era muy diferente en ese sentido a su país.

Pero notó algunas cosas que le llamó la atención, como porqué los omegas con los que se cruzaba no parecían levantar la vista del suelo. Pero no quiso darle mucha importancia por el momento.

En cambio, vio maravillado como el paisaje a su alrededor cambiaba; de un momento a otro ya no se veía mucha gente ni comercio y las construcciones eran menos detalladas más simples.

El Viaje InesperadoWhere stories live. Discover now