Iba a ser la boda del año, quizás del siglo, todo el mundo de la cultivación la esperaba.
No así Jiang Cheng.
No le interesaba asistir a la boda de Lan XiChen y Jin GuangYao.
Tenía otros asuntos más importantes que resolver que asistir a una estúp...
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Un nuevo día comenzaba en el desierto y con ello el viaje debía continuar. La caravana y sus miembros se preparaban para continuar su travesía, ya habían dejado atrás el pueblo y su festival la noche anterior. Nada había cambiado para ellos, se relajaron, divirtieron y aprovisionaron. Fue un descanso del extenuante viaje, unas bienvenidas vacaciones.
Pero para los dos cultivadores no fue igual. Permanecieron más silenciosos que nunca, decaídos, casi no comían y no hablaban entre ellos como siempre.
Algo había pasado entre ellos, los miembros de la caravana querían curiosear, pero el único que podía saber algo era su jefe, pero este estaba igual de desconcertado que sus empleados.
Asuf recordó como después del incidente del festival de los omegas, y que Jiang WanYin fuera vestido con aquel ropaje que le quedaba tan bien y huyera de la vista de todos arrastrado por el celoso alfa que le acompañaba, unas horas pasaron sin saber nada de ellos, los buscó por el festival, por todo el pueblo inclusive, pero no los encontró. Hasta que después de algunas horas ambos aparecieron, pálidos como una hoja de papel, con tristeza y molestia repartida por igual en aquellos ojos hinchados por las lágrimas.
Les preguntó dónde estuvieron y que sucedió, pero ninguno dijo nada, Jiang WanYin pasó a su lado sin darle ni siquiera una mirada y Lan XiChen lo miró como diciéndole "Ahora no, déjanos".
Así que lo hizo, no realizó más preguntas y les dio su espacio, a pesar que la curiosidad lo estaba consumiendo. Quería saber que ocurrió, podía deducir que fue grave. También quiso saber cómo el omega volvió a vestir sus ropas, él estaba seguro que las ropas que vestía el omega en ese instante eran las mismas que llevaba durante esa mañana y que se supone que quedaron en el templo.
Se tragó las preguntas, dando órdenes a todos sus miembros que se prepararan porque temprano en la mañana siguiente continuarían su travesía.
El plan ya estaba en marcha y debían continuar.
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Días pasaron viajando nuevamente por el desierto, por fin estaban a solo un día del puerto donde tomarían la embarcación que los llevaría a aquella ciudad en la Tianzhu.
Si bien era pasado el mediodía, Asuf decidió descansar en esos momentos y pasar la noche en un hermoso y espectacular oasis a pocos kilómetros de dicho puerto. El oasis era tan grande y frondoso que parecía un verdadero bosque en medio del desierto. Con altas palmeras y vegetación, entregando su frescura y protección en contra del caluroso desierto y del despiadado sol a quien lo necesitará.
Los dos cultivadores no prestaron atención al maravilloso paisaje que tenían enfrente ambos muy perdidos en sus pensamientos para dase cuenta de su alrededor.
Y ambos los agobiaba lo mismo: lo estúpido que fueron. Se lamentaban lo sucedido, perdieron una gran oportunidad, quizá la única que tendrían.
