20| "Guardando el secreto de los enamorados"

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La noche anterior...

Narra Owen

Salgo de la ducha vistiendo solo ropa interior, tarareando una canción casi silenciosa con mis labios y sumergido en mi mente.
Pero al llegar a mi cuarto la realidad vuelve a mí y encuentro a Amelia en mi cama, vistiendo una de mis remeras color azul oscuro y con su pelo recogido. Está concentrada en su celular pero levanta su mirada para observarme y sonríe con cansancio.
–Buen tarareo –dice mordiendo su labio y me percato de que me escuchó cantar.
–Ahora sabes mi secreto –digo observándola de pie y sin unirme a ella.
Me encanta esta espontaneidad que estamos viviendo. Tuvimos sexo, y luego, Amelia decidió esperarme en la cama mientras yo tomé una ducha.
Aprecio la naturalidad de su aspecto y sonrío con debilidad; suspiro resignado y comienzo a caminar hacia la cama.
Me coloco sobre ella con cuidado y mis labios se dirigen hacia su cuello, Amelia ríe al sentirme y se aferra a mis hombros.
Subo mis besos, beso su mentón, sus mejillas, sus labios, sus comisuras, y finalmente viajo al lóbulo de su oreja.
Ella se estremece bajo mi cuerpo y sus piernas envuelven mi cintura otra vez. Pero me detengo ante ese gesto y la observo, está cansada, y mi intención no es volver a desnudarla para hacerle el amor, quiero disfrutarla de otra manera.
–¿Quieres comer algo? –pregunto saliendo de sobre su cuerpo.
–Comí en la cena –responde sonriendo y extrañando mi cercanía.
–Pero dudo que hayas comido demasiado con la presencia de la señora Robinson allí –sonrío y beso su frente.
–Esa mujer no me impedirá comer, jamás lo hará –confiesa con seriedad y se cruza de brazos.
–Pero sin embargo tu estómago está rugiendo... –digo riendo y rozo su nariz con la mía– podría prepararte un sándwich.
Amelia me observa avergonzada y yo vuelvo a acercarme a ella para besar su mejilla, dejo un par de besos pequeños allí y ella ríe.
–Preparo buenos sándwiches –insisto.
–Todo lo que cocines y hagas es bueno –responde mordiendo su labio inferior– eres chef.
–Pero mis sándwiches son mi especialidad –bromeo y la miro a los ojos– ¿qué opinas si voy a prepararte uno antes de dormir? aunque primero buscaré unos pantalones.
Amelia ríe ante mi insistencia y suspira, asiente y sus manos se dirigen a mis mejillas.
–Okay –responde. 
Beso una última vez sus labios antes de alejarme y ella sonríe al sentirme mientras prolonga el beso por un par de segundos, yo también sonrío.
A pesar de saber que estoy haciendo las cosas mal y con las palabras de Teddy en mi cabeza acusándome de estar enamorándome, me gusta tener a Amelia en mi departamento.

* * *

–¿Puedo espiarte mientras haces el famoso sándwich o temes que robe tu receta? –bromea Amelia llegando a la cocina.
Volteo a verla y la observo con una sonrisa, me hipnotizo al verla llevar mi remera larga hasta sus muslos y noto la perfección y finura de sus piernas.
Me sonríe con timidez y luego camina hacia mí; continúo preparando el sándwich y siento sus manos sobre mis caderas mientras apoya su frente mi espalda. Muerdo mi labio al sentirla y me estremezco al sentir sus labios sobre mi piel mientras deja un pequeño beso allí.
–No distraigas al chef –susurro.
–El chef me distrae todo el tiempo a mí, esta podría ser la venganza –susurra en mi oído y ríe– hueles bien.
Termino el sándwich, lo dejo en un plato y lo tomo entre mis manos para voltear a verla nuevamente.
Amelia sonríe y su mirada se posa en mis manos, observa la comida que acabo de preparar y muerde su labio.
–Come –digo sonriendo.
Ella me aprecia y su mirada es intensa, sonríe con vergüenza y toma el plato de mis manos.
–Prometo que va a gustarte –bromeo.
–No tengo dudas de eso –responde mientras se pone en puntas de pie para besarme.
Tomo su cintura entre mis manos y respondo el beso, intento auto-controlarme para no llevarla de nuevo a la cama.
Amelia rompe el beso y sus labios me rozan una vez más, sonríe y me mira a los ojos:
–Gracias –susurra y se aleja de mí para caminar hacia la mesa.
Sonrío con mucha debilidad y suspiro mientras observo la manera dulce, natural y seductora con la que se pasea por mi casa, sus piernas me llaman a ser tocadas.

Her safety ✦| OmeliaWhere stories live. Discover now