21| "El error más bonito"

323 24 64
                                    

Narra Amelia

Salgo de tomar una ducha, envuelta en una bata y con mi cabello húmedo. Comienzo a sentir los nervios que me invaden, en tan solo cuatro horas estaré en mi primera firma de ejemplares en los Estados Unidos.
Ayer estaba ansiosa, no podía creerlo. Pero hoy, el miedo me invadió, temo que no sea como lo imaginé.
Camino hacia la ventana de mi cuarto y observo la mañana soleada de Seattle. Espero que el sol que comienza a iluminar la ciudad con sus cálidos rayos otoñales sea una buena señal.
Pero mi mirada viaja más allá cuando veo a mi guardaespaldas caminando por el jardín junto a Macie. Parece que ambos están regresando de la huerta, lo noto porque Owen carga con una canasta llena de vegetales entre sus manos.
Sonrío ante ese gesto, ante su interés por ayudar y por acercarse un poco más a lo que tanto le gusta: cocinar. Muerdo mi labio y lo aprecio como si fuera lo último que estoy haciendo.
Mi mente recuerda la conversación que tuvimos la noche anterior. Fue una conversación distinta, llena de intimidad y entendimiento. Owen y yo ya no nos negamos a admitir ciertas cosas, a admitir la complicidad que nos une.
Muerdo mi labio inconscientemente, es tan lindo que podría observarlo todo el día y no me cansaría. Incluso a un par de metros, cada detalle de él continua pareciéndome indescriptible y único.
Sé que nada de lo que sucede entre nosotros es seguro, pero cuando estoy con el pelirrojo me siento tan bien que sospecho que jamás he disfrutado pasar el rato con alguien tanto como lo hago con él. No necesariamente disfruto los momentos en los que tenemos sexo, sino que disfruto hasta lo más mínimo, disfruto incluso la seriedad con la que su rostro se torna cuando está ocupando el rol de guardaespaldas.
Un golpe suave en la puerta me hace estremecer y salgo de mí hipnosis, lanzo un suspiro asustado y volteo a ver.
–¿Quién es? –pregunto mientras cierro un poco más el escote de mi bata para ocultar mi desnudez.
–Soy yo –responde mamá del otro lado.
Sonrío al instante y recuerdo que hace horas mamá decidió confiar en mí y en mis libros, o al menos eso pareció.
–Adelante –respondo dándole la espalda a la ventana y fingiendo que no estaba espiando a mi guardaespaldas.
La puerta se abre con delicadeza y mamá aparece allí, ríe sorprendida al verme usando solo una bata y duda sus próximos pasos.
–Espero que no te moleste verme así –respondo riendo.
–Estás ocultando todas las partes de tu cuerpo que podrían avergonzarnos a ambas –ríe y cierra la puerta detrás de ella– así que estaremos bien.
Sonrío y me siento en la cama mientras analizo a la mujer que me dio la vida.
–¿Cómo te sientes? –me pregunta y se sienta a mi lado.
Debato mi respuesta y la observo pensativa.
–Me siento diminuta –dije en voz baja.
Mamá sonríe confundida al escucharme e inclina un poco su cabeza.
–Ayer tenía más valentía para enfrentar la situación. Hoy solo... siento que tal vez todo será distinto a lo que imaginé —explico.
–¿Cuál es tu miedo? –pregunta sin rodeos.
Me sorprende lo rápido que ha logrado analizarme y muerdo mi labio avergonzada; observo mis manos sobre mi regazo y juego con ellas nerviosa.
–Mi miedo es... –intento decir y suspiro– que nadie vaya a la firma de ejemplares. Que la gente no se interese.
Mamá ríe a mi lado y la observo sorprendida, apoya una de sus manos sobre las mías y me brinda calidez.
–He comenzado a leer el primer libro –me comenta y me sorprendo completamente.
–No pensé que lo harías tan rápido –confieso nerviosa.
–Es lo más interesante y atractivo que he leído en mi larga vida –confiesa sin rodeos– ¡y vaya que he leído libros! pero ninguno comenzó transmitiéndome tantas cosas como la primera página de esa historia.
Sus palabras me sorprenden tanto que no tengo respuesta alguna para emitir. No puedo creer que mi mamá esté admitiendo una cosa así.
–Cualquiera que lea tan solo el prólogo de alguna de tus historias necesitará saber más, necesitarán saber quién está detrás de todas esas poderosas palabras –añade.
–Mami, no sé qué... –digo casi sin aliento– decir.
–Lo sé, debe parecerte una broma de mi parte, pero estoy hablando en serio. Y aunque todavía una parte de mí te imagina en la política, realmente sé que tu vida corre a través de tu verdadera pasión, la escritura y las historias –admite y sonríe.
Sonrío y asiento con timidez.
–Te irá de maravilla hoy, confía en ti como siempre lo has hecho –añade y su mano viaja a mi mejilla para darme una pequeña caricia.
Cierro mis ojos al sentirla y apoyo mi cabeza en su hombro, tomo su mano entre las mías y la aprieto con calidez.
–No sabes cuánto significa para mí que estés aquí diciéndome esto. Es lo que más necesitaba –confieso.
Mamá besa mi cabeza y sonrío al sentir su gesto maternal, continúo con mis ojos cerrados y trato de relajarme en ese momento especial.
–Lamento no haberlo dicho antes –susurra en mi oído.
–Nunca es tarde –respondo con mi voz un poco temblorosa y emocionada. 
Nos mantenemos en silencio, ambas disfrutamos de este momento de calma y dulzura que no estamos acostumbradas a tener. Por un segundo parece extraño, pero termina siendo mágico.
–Debería ir a hablar con tu guardaespaldas antes de que el tiempo comience a correr –dice mamá al cabo de unos minutos– tengo un par de sugerencias que hacerle.
–¿Por qué? –pregunto y salgo de su hombro, la observo confundida– no es necesario.
–Quiero hablarle de tu seguridad, es bueno que recuerde que hoy más que nunca debe protegerte –responde encogiéndose de hombros.
–No es necesario que seas grosera con él y lo trates mal –le recuerdo preocupada, sabiendo que no puedo cambiar su decisión– Owen sabe lo que hace y no necesita que lo regañen.
–Okay, Amelia. Prometo no ser grosera –ríe confundida y besa mi cabeza.
Se levanta de la cama y comienza a caminar hacia la puerta.
–¿Vas a ir a la firma de ejemplares? –pregunto mordiendo mi labio y extrañando el momento dulce que acabamos de terminar.
–Está en mis planes asistir –responde sonriendo mientras lleva su mano al picaporte.
Sonrío aliviada y un poco ansiosa, la idea de vivir un momento tan especial junto a mamá me ilusiona demasiado.
Finalmente ella sale del cuarto y cierra la puerta, el silencio me invade y vuelvo a estar sola; suspiro, acomodo mi bata y observo la ventana desde la cama.
Pero un impulso dentro de mí me hace ponerme de pie y caminar hacia allí como lo hice hace minutos. Observo el jardín, intento buscarlo con mi mirada.
Owen ya no está allí, sonrío apenada y muerdo mi labio mientras deseo volver a estar a solas con él muy pronto.

Her safety ✦| OmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora