27| "Mi novia"

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Narra Owen

A la mañana siguiente mi alarma suena y la apago antes de que la mujer que duerme plácidamente a mi lado se despierte.
Son las 7:30 AM, y debo volver a mi posición de guardaespaldas.
Observo a mi alrededor y todavía se siente raro estar en el cuarto de Amelia, pero sin embargo la noche fue perfecta. Toda su esencia es perfecta.
Volteo a verla y enfrento su rostro dormido, sonrío con mis ojos achinados de sueño y la contemplo. A veces, cuando la observo, imagino toda mi vida con ella. Imagino un futuro.
Hace horas confesamos que nos amamos, y eso significa el inicio de algo que no queremos que termine. Eso significa que ya no somos amantes, entre nosotros hay amor y parece ser amor verdadero.
Amelia Shepherd es mi amor verdadero.
Quiero rodearla con mis brazos y llenarla de besos y caricias, pero no quiero interrumpir su sueño lleno de calma. Así que simplemente, comienzo a alejarme de ella e intento salir de la cama.
Ojalá algún día ninguno tenga que escapar de la cama del otro para volver a la realidad, que no exista la prisa.
Pero esta vez algo me tranquiliza: Amelia sabe que la amo y que, al final del día, volveremos a estar en los brazos del otro.

Narra Amelia

Mi teléfono suena y me despierto sobresaltada, mi visión está nublada por el sueño y siento un escalofrío provocado por mis brazos saliendo de abajo de todas las mantas que cubrían mi cuerpo. Hago un esfuerzo sobrenatural y capto el dispositivo entre mis manos mientras me incorporo un poco en la cama e intento conectarme con la realidad:
–¿Hola? –pregunto con mi voz ronca.
–Hey, buenos días –la voz de Derek me saluda del otro lado– ¿Interrumpo algo?
Su pregunta me despierta completamente y observo a mi alrededor. Estoy sola en mi cama, otra vez. El guardaespaldas se fue.
Una decepción estruja mi pecho y observo las sábanas removidas a mi lado con desconcierto.
Pero entre el desorden de las finas mantas veo una gota de su esencia. Un papel pequeño con letras negras. Una nota.
Me inclino y la tomo entre mis manos. Es casi diminuta, pero allí lo encuentro:
"Buenos días. No quise despertarte, eres muy bonita cuando duermes. Nos vemos luego :) "
Sonrío y muerdo mi labio. Sé que Owen escribió esas pocas palabras, noto su esencia llena de seriedad pero al mismo tiempo de dulzura.
–¿Amelia? ¿Sigues allí? –pregunta Derek.
–Sí –digo emitiendo una pequeña risa llena de debilidad– estoy aquí.
Observo la nota entre mis manos y aprecio su caligrafía: delicada pero con prisa. Una parte de mi lo imagina buscando un papel y algo para escribir en el medio de la oscuridad.
–¿Estás sola? –pregunta mi hermano con timidez.
–Por supuesto –digo fingiendo que no dormí abrazada al amor de mi vida– ¿qué sucede?
–Tengo que hablar contigo sobre un pequeño evento al que fuimos convocados tú y yo –me comenta– pero tal vez sería mejor si lo hablamos en persona, junto a Owen.
–¿Qué tipo de evento? –pregunto intrigada.
–Uno al que te gustaría asistir. ¿Puedo ir a casa y comentarte? –insiste.
–Derek –río– es tu casa también. ¿Por qué crees que no podrías venir?
–Porque tal vez podría descubrirte mientras disfrutas tu libertad sin mamá y Kathleen –ríe mi hermano y yo río junto a él– tú sabes por qué lo digo, Amy.

Narra Owen

Estoy dándole órdenes a un par de guardaespaldas cuando la veo salir de la casa, observando a su alrededor con su mirada perdida. Aún lleva la remera enorme con la que ha dormido, pero decidió agregarle un pantalón holgado y cómodo para cubrir la desnudez de sus piernas. Nos observa a todos, y comprendo que intenta encontrarme. Mi corazón late con fuerzas y no puedo evitar que una pequeña sonrisa se forme entre mis labios.
–Vuelvan a sus posiciones, hablaremos luego –les digo a los hombres que me rodean, entre ellos Nathan, y comienzo a caminar hacia ella. 
Ajusto mi corbata a medida que me acerco y la dulce mujer finalmente me ve.
–Hey, buenos días –digo con naturalidad para que nadie sospeche nada.
Subo un par de escalones para quedar a su nivel y ella sonríe al verme, con cierta timidez.
–¿Cómo estás? –pregunto inclinando un poco mi cabeza mientras la observo hipnotizado.
–Bien, no puedo quejarme, he dormido bien –bromea ella y ambos reímos.
Por supuesto que durmió bien, yo también dormí bien. Dormimos entre los brazos del otro, y ahora se siente muy raro no poder hacer nada para acercarme a ella y llenarla de besos.
–¿La próxima podrías despertarme? –pregunta mordiendo un poco su labio.
Sonrío y su pregunta me debilita, la manera tan dulce en la que esboza las palabras me vuelve loco.
–¿Leíste la nota, al menos? –bajo mi voz y ella ríe.
–Por supuesto –dice con encanto– pero...
Da un paso hacia mí y procura que nadie nos observa, su rostro se torna un poco serio y honesto:
–Quiero despertar contigo –susurra– no me importa la hora que sea, nadie nos controla y quiero aprovechar la oportunidad.
–Okay –asiento en un susurro– ¿entonces no te importará despertar temprano?
–No importará si despierto con un par de besos –responde y ambos sonreímos.
No podemos evitarlo.
–Okay, lo tendré en cuenta para mañana –respondo y ella muerde su labio con dulzura.
–Okay –dice, hace una pausa y observa a nuestro alrededor– Derek tiene algo que comentarnos, vendrá en un par de minutos.
–¿A nosotros? –pregunto nervioso.
–No es lo que piensas –ríe Amelia con naturalidad– se trata de un evento, pero no sé específicamente qué evento, fue demasiado misterioso.
–Supongo que lo sabremos cuando decida  contarnos –sonrío con simpatía.
Amelia y yo nos quedamos contemplándonos en silencio por algunos segundos, como si el tiempo no corriera, como si nadie existiera.
–Estaré escribiendo en el escritorio de papá –me comenta rompiendo el hechizo de amor en el que nuestras miradas su han sumergido.
–Okay, ¿nos vemos luego? –pregunto sintiendo que voy a echarla de menos.
No puedo esperar a tenerla entre mis brazos otra vez.
–Nos vemos –responde rozando un poco su mano con la mía y sonríe.
Me hipnotiza con sus ojos azules y me pierdo en ellos. Amelia sabe cómo volverme loco de encanto.
Mi mano extraña su roce cuando se aleja y se dirige a la casa nuevamente, me mantengo contemplándola hasta que desaparece de mi vista.
Mi mente vuelve a la realidad y me percato de que debo seguir con mi tarea, acomodo mi corbata y vuelvo a mi posición. Aunque ya es demasiado tarde, levanto mi mirada y veo a Riggs observándome desde su lugar, conozco su mirada y sé que está intentando descifrar lo que vio.
También sé que, pese a la rivalidad que tenemos, él es una de las personas que más me conoce. Sé que, posiblemente, ha descubierto la manera en la que observo a la escritora, y seguramente ha visto el roce de manos.

Her safety ✦| OmeliaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant