5| "Las primeras sonrisas honestas"

173 21 6
                                    

Narra Owen

Las instrucciones de la señorita Amelia solo me llevan a estacionar al costado de la carretera, en la acera de lo que parece ser un mirador abandonado. Casi no hay luces, es un lugar desierto, vacío y lo noto inseguro.
La casa de los Shepherd está casi en las afueras de la ciudad y solo bastaron unos 2km más afuera para llegar a este lugar. Me parece curioso jamás haberlo notado antes, tal vez porque está abandonado y nadie opta por venir aquí...
-¿De verdad quería venir aquí? -pregunto sin detener el auto.
-Por supuesto -responde la señorita Shepherd desde atrás, con decisión y parquedad en su voz, sé que está molesta y mi presencia la molesta aún más.
-Pero señorita Amelia, este lugar es inseguro -añado.
-Basta de decirme señora o señorita, soy Amelia, solo Amelia -responde y sin decir más se baja del auto.
Me deja solo, desafiando nuevamente mi tarea y poniéndome a prueba. Decido apagar el motor del coche y bajarme, pero antes, me aseguro de que mi navaja esté al alcance de mis manos en caso de que deba usarla para defender a esta indescifrable mujer. No confío en este lugar, tampoco sé si confío en ella.
Me bajo del auto y veo cómo la señorita Amelia camina hacia lo que parece ser un precipicio, por un segundo mi corazón se acelera en un intento de protegerla. ¿Será que siempre va a ponerme a prueba?
-Tenga cuidado -elevo mi voz.
Ella voltea a verme y me mira con seriedad.
-¿Qué piensa? ¿qué voy a arrojarme por aquí? -pregunta molesta- deje de tratarme como una estúpida.
Suspiro y camino hacia ella, se sorprende al ver que rompo su espacio personal y me paro a su lado pero con una distancia considerable.
-Disculpe si quería privacidad, pero yo no voy a dejarla aquí sola -respondo y fijo mis ojos en la vista panorámica que ese mirador tétrico y abandonado nos está dando.
La vista tal vez es lo único lindo de aquí. Pero me sorprende que Amelia Shepherd haya sido capaz de fijarse en un lugar tan abandonado a primera vista.
-Debo acostumbrarme a su presencia molesta, señor Hunt -dice y se cruza de brazos, seria y observándome.
La observo y veo cómo la luz tenue de la ciudad a lo lejos ilumina su rostro. Me observa seria, molesta, sé que me odia y posiblemente yo a ella también.
-Señorita Amelia, si quería estar sola y lloriquear, era mejor encerrarse en su cuarto -digo sin filtro alguno, dispuesto a que sepa que no voy a dejar que vuelva a rebajarme.
Ella se sorprende, su boca se entre abre y sus ojos tienen un brillo leve, un brillo que no es de alegría.
-Le dije que me llame Amelia -insiste, pero su voz está débil.
Me sorprendo al notar que realmente está frustrada y enojada. Tal vez notó mi expresión de sorpresa en mi rostro y por eso se aleja un poco de mí para que deje de observarla.
Me quedo en donde estoy. Por un momento siento que mi comentario fue demasiado atrevido, y que he terminado de frustrarla y juzgarla.
-¿Sabe qué? si usted quiere que la llame Amelia, entonces usted también debería decirme Owen, solo Owen -digo y la observo.
Me da la espalda, no se molesta en girar. Me pregunto si está llorando o si está conteniendo el llanto solo por mí.
-Tal vez así yo dejaría de molestarla menos, y usted dejaría de parecerme demasiado amargada -digo, y ahora sé que estoy tratando de animarla.
Animarla para irme pronto de allí y dejar de ser parte de ese drama.
-¿Sabe por qué lo contraté? -preguntó aún dándome la espalda.
Frunzo el ceño. Me molesta todo el misterio que intenta montar, se está victimizando.
-No, por supuesto que no lo sé. Tampoco sé por qué se tomó el atrevimiento de entrevistarme usted y no su madre o su representante -respondo.
La señorita Amelia finalmente voltea a verme y sonríe, pero sonríe con decepción.
-Usted también cree que no puedo hacer las cosas por mi propia cuenta. Es uno más de toda la gente que me detesta -dice sin rodeos.
-No dije eso -respondo.
Ella vuelve hacia mí, su cuerpo detenido frente al mío. Puedo ver su rostro agotado y amargado.
-Lo elegí porque hubo algo en usted que ningún otro aspirante había hecho -me dice y se cruza de brazos, seria, enojada- cuando Louis le preguntó si sabía quiénes éramos mi mamá y yo usted dudo. Por un momento no lo supo.
No respondo, intento ver a qué quiere llegar, pero sé que realmente supo analizarme bien en un principio. Yo no recordé quiénes eran la primera vez que las vi, tiene razón.
-Me gustó su desinterés por saber quiénes éramos. Supe que así funcionaría bien, usted no pretendía nada de la persona a la que iba a proteger -añadió.
-Así es mi trabajo, no debo pretender nada de nadie -respondo.
-Pero seguramente ahora sí pretende cosas de mí que no puede evitar. Pretende que deje de ser tan molesta y odiosa, lo sé. Usted pretende cosas de mí que los medios le hicieron creer -respondió.
La miro a los ojos y veo sus ojos llenos de lágrimas, estoy seguro de que no llora por mí, pero sin embargo soy el que tiene que ver esa escena.
-No confío en los medios de comunicación -respondo.
-Entonces si no lo hace, quítese la maldita imagen que tiene de mí, lo que le hicieron creer -responde mordiendo su labio enojada.
-Amelia... -intento decir con poca paciencia.
-Owen -dice con decisión.
Me callo y suspiro, jamás nadie que protegí me hizo semejante teatro. No sé por qué no renuncié cuando debía.
-¿Cuál es su verdadera imagen, entonces? ¿la de una escritora saboteada por la política? Amelia, déjeme decirle que puede hacer más cosas por usted misma que ir al programa de Tom Koracick -respondo.
-¿Cómo sabe tanto de repente? -pregunta cruzándose de brazos.
-Porque usted no está para ese tipo de cosas y se le nota en la cara -digo- usted no quiere ser mediática como su padre, usted solo quiere que la gente lea sus libros.
-Pero para que lean mis libros necesito ser mediática -responde.
-¿En España era mediática? -pregunto en un tono desafiante.
-Yo... -intenta decirme- no. No era mediática.
-¿Entonces por qué no hace lo mismo aquí? la gente sentirá curiosidad por usted y por lo que hace si deja de intentar encajar en lugares tan estúpidos como "Buenas tardes Seattle" -digo finalmente.
Amelia se sorprende por mi vocabulario y de repente, sin esperarlo, me dedica su primera sonrisa. Una sonrisa espontánea y sincera. Me tomo los segundos que la prolonga para admirarla, veo un poco de bondad en su sonrisa, de sinceridad.
-Wow -responde- creo que nadie jamás fue tan sincero conmigo. Ni siquiera mi madre.
Sonrío espontáneamente porque me sorprende su reacción, de repente deja de odiarme para admitir que acabo de hacer las cosas bien. Deja de quemarme con su mirada para observarme con ojos sinceros.
Por al menos tres segundos, los dos nos sonreímos. Nos detenemos en eso, en sonreír.
Pero rápidamente mi celular vibra dentro de los bolsillos de mi traje. Amelia lo nota.
-Puede contestar -dice señalando mi bolsillo.
Saco mi teléfono rápidamente porque temo que sea Lucas quien llama, pero en su lugar aparece el nombre de Teddy.
-¿Es tu esposa? contesta -dice retrocediendo un paso.
-No -miento, no quiero que sepa cosas sobre mí.
Silencio mi teléfono y lo guardo en mi bolsillo nuevamente. Fijo mi mirada en mis pies por algunos milisegundos y cuando vuelvo a poner mis ojos a la altura de Amelia Shepherd me sorprendo.
Me sorprendo al verla con su mano extendida hacia mí. Observo sus dedos, finos, que apuntan hacia mí y luego observo su rostro.
-¿Podemos darle un nuevo giro a tu profesión? -pregunta.
-¿A qué se refiere? -pregunto.
-A eso mismo -sonríe con pequeñez- no quiero que me trates de usted. No soy una señora, seguramente tenemos la misma edad.
-¿Y qué debo decir? -pregunto.
-Solo dime Amelia, y háblame de la misma forma en la que le hablas a tus amigos -responde.
-Pero yo no protejo a mis amigos -respondo.
-Por favor, Owen. Nos estoy dando la posibilidad de que tu rol como guardaespaldas sea lo mejor para los dos -añade un poco cansada, resignada.
Su mano sigue extendida, esperando por la mía, perdiendo toda su dignidad y autoridad. No sé si lo hago por lástima, o porque realmente quiero comenzar a verle cosas buenas a este nuevo trabajo, pero finalmente me resigno y estrecho su mano.
Su mano que es mucho más pequeña que la mía, posiblemente incluso más pequeña que la de Teddy. Me sorprendo, siento cómo mi mano toma completamente la suya, está fría pero por unos segundos la mía le brinda calor.
-Te diré Amelia, y dejaré de tratarte como una señora -respondo- pero no soy tu amigo, soy tu guardaespaldas.
-No me lo recuerdes, es una pesadilla -responde ella y su respuesta tan natural me hace sonreír.
Otra sonrisa espontánea que la molesta Amelia Shepherd logra sacarme. Intento no lucir sorprendido, pero no puedo creerlo.

Narra Amelia

No puedo creer que sepa sonreír y mucho menos hablar como una persona un tanto amigable. Pero de repente me siento cómoda, por un momento el hecho de tener un guardaespaldas no me asfixia. Por un momento veo en Owen algo que me da confianza, algo que me indica que él no está ahí por mí, sino por él. Y me gusta esa actitud, me gusta que por primera vez alguien no se haya interesado en mí por mi familia y por todo lo que supuestamente debería hacerme sentir superior a todos.
Sonrío y soy la primera en soltar nuestras manos. Noto que por unos segundos, mi mano retomó la temperatura que le faltaba, es que su mano es el doble que la mía. Yo soy diminuta a su lado.
-¿Ya notaste que este mirador es seguro? -respondo mientras señalo la vista.
-¿Seguro para quién? ¿para ti? -me pregunta e intenta no sonreír, pero sé que quiere burlarse de mí.
-He venido aquí antes, sola -confieso y me mira sorprendido- puede estar abandonado pero la vista es asombrosa.
Owen ya no responde. Sé que no quiere romper su seriedad y lo respeto.
-Solo recuerde que no debe volver aquí sola -añade.
-¿Recuerde? ¿otra vez vuelves al formalismo? -pregunto confundida.
Pero él sonríe y por dos segundos cierra sus ojos recordando nuestro nuevo pacto.
-Es la costumbre -confiesa.
-Hay que desacostumbrarse a lo que es costumbre -respondo.
-Entonces sigue tu propio consejo -me responde con rapidez, admiro la capacidad que tiene para hacerme quedar sin palabras.
Sé que esa última respuesta abarca muchos aspectos de mi vida y por un momento no sé qué pensar de mí.
-Llévame de vuelta a casa. Y después de eso, ya puedes irte -digo- no voy a volver a salir, estoy cansada y quiero dormir.
-Seguramente eso dijiste ayer y terminaste en un club con tu hermana -responde.
-Ahora hablo en serio. Además, sé que primero debo tener tu aprobación -respondo y me encojo de hombros, resignada.
-Me alegra que recuerdes eso -me confiesa y me señala el auto- vamos.

***

Estoy de vuelta en casa. Ya no siento la misma furia y angustia que sentí cuando me fui de aquí una hora antes.
Pero sin embargo, sé que tengo que pensar en demasiadas cosas sobre mí y sobre mi nueva vida en Seattle.
Me saco mis tacones, que me duelen demasiado, y comienzo a subir la escalera en absoluto silencio.
Mamá debe dormir y Kathleen seguramente debe estar en alguna fiesta.
Siento alivio al estar caminando sola, sin ninguna mirada, siento alivio de estar caminando hacia mi cuarto y mi privacidad.
Me adentro en mi habitación y cierro la puerta, arrojo mis zapatos al suelo, mi celular a la mesa de noche y sin dudarlo me arrojo a mí misma a mi cama de dos plazas.
Caigo y siento el colchón rebotar por debajo de mí, siento alivio. Llevo mis manos a mi estómago y suspiro intentando recordar todo lo que pasó en un mismo día mientras miro el techo del cuarto.
-Necesito averiguar qué diablos estoy haciendo en Seattle -susurro y muerdo mi labio- tiene que haber algo bueno.
Cierro mis ojos y la oscuridad me invade.
Aunque solo un recuerdo devuelve colores a mis ojos cerrados, a mi mente, un recuerdo inesperado, pero tal vez fue lo único que logré en el día: el recuerdo de mi guardaespaldas dedicándome una sonrisa sincera y espontánea, mientras me quemaba con sus palabras y su verdad.
Su sonrisa se repite por algunos segundos más y finalmente, mi mente y mi imaginación tienen el deseo de reactivarse.
Acabo de encontrar la inspiración.

Narra Owen

Llego a mi departamento y al entrar, sé que Teddy está aquí porque veo su abrigo en mi sofá. Sonrío y me quito mi saco y mi corbata con rapidez.
Hay un silencio abrasador, el silencio tranquilo de estar en casa que me alegra demasiado. Arrojo las prendas al sofá y me quito mis zapatos para no hacer ruido, los hago a un lado y comienzo a caminar hacia mi cuarto.
Y cuando llego a mi cuarto la veo, Teddy está allí, profundamente dormida en mi cama. Tal vez intentó llamarme para decirme que me estaba esperando y me siento culpable por haber ignorado su llamada, pero no podía responder frente a Amelia, no quería exponer a mi novia.
La observo completamente en paz y me recuesto a su lado, la rodeo con mi brazo y ella ni siquiera despierta. Beso su hombro y la aferro más contra mi cuerpo. Ni siquiera me importa estar con el pantalón de guardaespaldas y una camisa, no tengo intenciones de volver a salir de la cama por un par de horas.
Cierro mis ojos y siento cómo el sueño y el relax me invaden. Me siento tranquilo y, dentro de todo, creo que mi trabajo está empezando a ser un poco más agradable.
Estoy a punto de dormirme pero de repente, la imagen de Amelia Shepherd extendiéndome su mano con una sonrisa me sorprende. La imagen ronda en mi cabeza y no deja de repetirse, un recuerdo que mi mente no desea olvidar y no entiendo por qué.
Abro mis ojos sorprendido y sacudo mi cabeza para olvidarme del recuerdo, parece funcionar. Demasiado de Amelia Shepherd por hoy, ya veré lo que me deparará el mañana. Ya veré lo que Amelia Shepherd tendrá para mí al día siguiente.
Ojalá que sean más sonrisas agradables...

. . .

¿Listos para lo interesante? ❤ ¡gracias por leer!

Her safety ✦| OmeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora