25| "Si no fueramos la escritora y el guardaespaldas..."

174 14 5
                                    

nota: capítulo sin corregir, lamento la existencia de posibles errores. Pese a eso, espero que lo disfruten tanto como yo ❤️

Narra Owen

Siento movimientos a mi lado y mis ojos se abren al instante, pero finalmente recuerdo que estoy junto a ella, durmiendo en una cama cómoda y pequeña.
Amelia intenta salir de mi lado sin despertarme, la poca luz del amanecer no le permite percatarse de que estoy despierto y contemplándola.
Experimento un sentimiento extraño, uno que no me deja soportar el hecho de sentir que se aleja, así que simplemente la rodeo con mis brazos y detengo sus intentos de alejarse mientras me aferro con fuerzas a ella.
La dulce escritora lanza una pequeña risa al sentirme y nota que estoy despierto, se relaja, vuelve a recostarse a mi lado y me mira a los ojos.
–Tengo que irme –susurra acariciando mis labios con sus dedos, admirándome con dulzura.
Nos miramos a los ojos y no digo nada, quisiera confesar tantas cosas que muero por decirle, pero la realidad no me lo permite.
–Debo irme ya mismo si quiero que no nos descubran, volveré en la noche, otra vez –vuelve a susurrar y acaricia mis mejillas.
–¿Y acaso te ibas a ir sin despertarme? –susurro con mi voz ronca y aún somnolienta.
Amelia sonríe y roza su nariz con la mía, cierro mis ojos ante esa especie de caricia y ella rodea mi cuello para abrazarme y acercarse más a mí.
Definitivamente daría todo lo que tengo por poder vivir esta intimidad sin tener que escondernos del mundo.
–No quería despertarte porque quería que pudieras descansar bien –susurra con dulzura.
Abro mis ojos y la observo, sonrío ante su confesión y ante la manera en la que intenta cuidarme y protegerme con la ternura que tanto me gusta de ella.
–Okay, entonces regresa por la noche –susurro mirando sus labios.
–Por supuesto que lo haré, esta cama resultó ser muy cómoda –susurra cerca de mi boca y me besa con calma.
Disfruto ese beso y deseo que el tiempo se congele en este momento, pero Amelia tiene razón, tiene que irse si queremos volver a estar juntos por la noche.
–Te veo en el desayuno –susurra aún cerca de mis labios– te quiero.
Y sin más, sale de entre mis brazos y toma coraje para alejarse de la cama.
Sonrío apenado y la observo caminar hacia la puerta, desbloquea el seguro y voltea a observarme. Me sonríe con encanto, vistiendo su pijama y con sus ojos achinados, muerde su labio y finalmente sale del cuarto.
Suspiro al sentir la puerta cerrarse, se ha alejado. Observo el espacio de la cama que ha dejado, su espacio.
Y es en ese momento en donde la realidad me invade. Mi restaurante está hecho cenizas, y hay alguien que quiere arruinar a Amelia y a los que la rodean.
Cierro mis ojos y muerdo mi labio apenado, me tomo unos segundos y realmente me pregunto cómo sería una vida con Amelia sin tener que vivir escondidos de todo y de todos. Definitivamente sería asombrosa, pero eso no puede suceder en esta vida...

Narra Amelia

Dos horas luego de continuar mi sueño en mi cuarto, decido que es momento de empezar el día y desayunar.
Bajo las escaleras con calma y sueño y observo que la mesa ya está preparada. Pero hay más lugares preparados de los que imaginaba. Al parecer no solo seremos Kathleen, mamá y yo.
–Amy, buenos días –sonríe mamá cuando mis pies tocan el suelo.
Sonrío y ella viene hacia mi para besar mi frente. Me gusta el cambio que ha tenido en pocos días, la manera en la que lentamente decidió ser más sincera y dulce con todos.
–¿Podrías convencer a Owen para que desayune con nosotros? –pregunta sin rodeos.
–Mami, no creo que Owen quiera –confieso y sonrío apenada– pero es muy dulce de tu parte considerarlo.
–Seguramente ha pasado una mala noche pensando en su restaurante. Me gustaría, al menos, que pudiera tener un buen desayuno para comenzar el día –añade sonriendo con pena.
–Okay, veré que puedo hacer –respondo.
–Está en la cocina, ayudando a Macie con unas cosas –responde ella y se aleja de mí para subir las escaleras.
Bueno, por lo menos sé que mamá no sospecha nada. Ella piensa que Owen pasó la noche solo y con sus penas, no imagina que yo estaba allí para hacerle compañía. Tal vez todo salió a la perfección.
Muerdo mi labio pensativa y comienzo a caminar hacia la cocina, ansiando ver al hombre con el que pasé la noche durmiendo.
Esperaba encontrármelo tomando su café y chequeando su celular, con su ceño fruncido y demostrando seriedad. Pero en realidad me sorprendo al verlo junto a Macie, ayudándola a servir el desayuno en diferentes bandejas. Ambos están concentrados y sin hablar, pero completamente entregados a lo que están haciendo. Sonrío, enternecida por el dulce guardaespaldas que no deja de sorprenderme.
—Señorita, Amelia –dice Macie asustada al verme– lo lamento...
Owen levanta su mirada y al verme sonríe, sin poder ocultar la simpatía. Sonrío también, sumergida en su sonrisa y sintiendo mi estómago temblar con un leve cosquilleo.
–El señor Owen solo estaba... –intenta explicar la dulce Macie temiendo que la regañe.
–Me parece bien que Owen te esté dando una mano –digo con calma– no hay problema, Macie –vuelvo a sonreír.
La dulce mujer sonríe con timidez y agradece con una leve inclinación de cabeza.
–¿Necesitas algo? –pregunta Owen con dulzura al ver que me quedo de pie y lo observo.
Macie toma un par de bandejas y comienza a dirigirse hacia el comedor, dejándonos a solas y dándonos espacio.
–¿Cómo te sientes? –pregunto caminando hacia él.
Owen sonríe con timidez al escucharme y se encoge de hombros.
–Estoy tratando de ser un poco positivo –confiesa.
Quedo frente a él y la diferencia de altura se hace notable.
–Si me disculpas... iré al restaurante en un rato. Tal vez pase la mañana allí, necesito ver qué puedo recuperar –me comenta desalentado.
–¿Puedo acompañarte? –digo al instante.
–Amelia, sabes que diré que no –sonríe apenado– es peligroso. No puedo llevarte allí.
–Pero quiero ayudar –respondo sin entender.
–Me ayudarás quedándote aquí, segura, en tu hogar, con guardaespaldas que están cuidando el perímetro –me explica.
Suspiro y lo observo pensativa.
–Estaré bien. Iré y volveré en un par de horas –añade para tranquilizarme– no me llama demasiado la atención tener que irme de tu lado y no protegerte, pero necesito solucionar este desastre.
–Yo causé el desastre –digo bajando la mirada.
–Amy... tú no... –Owen intenta dar un paso hacia mí y tocar mis hombros, pero se detiene al instante y se percata de que ahora mismo solo somos el guardaespaldas y la escritora, y que hay mucha gente a nuestro al rededor, detrás de las paredes de esta cocina– yo no creo que hayas sido tú.
Sonrío apenada, poco convencida por su respuesta, aún sigo sintiendo culpa, quiero compensar lo que le sucedió por mí, pero no sé cómo. Suspiro y recuerdo lo que he venido a hacer:
–Mamá quiere que desayunes con nosotros –digo.
–Dile que agradezco la invitación pero... –intenta decir– es demasiado.
–Solo es desayunar, Owen –digo ilusionada, una parte de mí quiere llevarlo a la mesa, hacerlo parte de ese momento familiar– es una forma de agradecerte.
–No creo que sea conveniente ocupar un lugar en la mesa –sonríe con timidez– de verdad, lo agradezco.
–En realidad, sí es conveniente –la voz de mamá nos sobresalta y entra a la cocina.
Ambos la observamos, sorprendidos. Sé que Owen y yo nos preguntamos si realmente escuchó lo que hablamos antes. Si tal vez escuchó que llamo "Amy" o vio que estuvo a punto de tocarme...
–Señora Shepherd... –dice Owen– realmente lo agradezco, pero no es lo conveniente.
–Señor Hunt, no voy a aceptar un no como respuesta. El desayuno ya está servido y solo faltan ustedes –anuncia mamá sonriendo con autoridad.

Her safety ✦| OmeliaWhere stories live. Discover now