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(Parte 2/2)

–Jackson, debes calmarte...- murmuró intentando que la preocupación en su voz pasara desapercibida, quería estar junto a él, consolarlo debidamente y tranquilizarlo. Nada bueno resultaba de un Jackson inestable.

El muchacho soltaba hipidos mientras secaba sus lágrimas con furia. El cigarrillo que había dejado consumirse en el cenicero empezó a apestar la habitación completamente a nicotina; sus manos estaban llenas de marcas rojas al haberlas rascado fuertemente, no podía manejar la situación, era demasiado para él.

–Quiero volver, no puedo hacerlo N-Namjoon.- habló con voz quebrada. –Lo intenté, de verdad, se suponía que sería fácil.

–Jack, si fuera fácil cualquiera habría podido hacerlo.

–No, Nam, no lo entiendes, yo... yo jodí todo esto.- murmuró limpiando las lágrimas de su rostro. –Si tan sólo hubiera tenido más control...

–¿De qué hablas?- preguntó Namjoon con un tono preocupado del otro lado de la línea. Jackson soltó una risa amarga antes de responder.

En ese momento le dijo todo, se desahogó por completo, desde cómo había intentado embotellar sus emociones, su bizarra relación con Jaebeom, las dudas de Mark y la manera en la que se había convertido en un juguete para ambos muchachos.

No pasó mucho tiempo después para que el llanto del hongkonés cesara, de vez en cuando soltaba algunos hipidos, pero al menos sus lágrimas se habían detenido, Namjoon solo se limitó a escucharlo y brindarle palabras de consuelo, no podía hacer más ante la situación.

–Y bien, ¿Qué harás?- Jackson sorbió su nariz antes de contestar.

–Iré a la maldita despedida de soltero, luego a esa estúpida boda y tomaré el primer vuelo a China tan pronto acabe con esta mierda.- murmuró esas palabras con furia, estaba harto de llorar por ese tipo de cosas, era momento de ser fuerte por él mismo.

–Jackson...- la voz de su amigo seguía llena de preocupación, por lo que Jackson rió un poco para aminorar el ambiente.

–Descuida, no incendiaré nada con la colilla de mi cigarrillo o beberé más de la cuenta, confía en mí.- Namjoon soltó un suspiro resignado.

–Si me entero de que hiciste una de tus estupideces...

–Me portaré bien, mamá. Lo prometo.- lo interrumpió y sorbió su nariz de nuevo dibujando una sonrisa inocente. Intercambio unas cuantas palabras más con Namjoon antes de colgar la llamada; Jackson soltó todo el aire que había retenido en sus pulmones, aún no terminaba de creerse lo que había ocurrido hace un momento con Mark.

Su mente estaba completamente confundida, no lo terminaba de entender, creyó que Mark simplemente lo veía como su mejor amigo, porque eso eran, solo un par de chicos que se conocieron en la universidad y estuvieron ahí el uno para el otro sin importar qué... una linda amistad que duraría por un largo tiempo.


–Vamos, Jack, sólo serán siete minutos.

"Solo siete minutos en el paraíso".

–No lo sé, Mark.- habló inseguro. –Es un espacio muy pequeño para ambos.

–Ese es el punto.- murmuró sonriendo. –Siete minutos y eso es todo, no seas un bebé llorón.- el mayor se canso de insistir y tomó la mano de Jackson, jalándolo hacia el diminuto espacio donde estarían encerrados.

–Pero... ¿y Sana?- Jackson comenzaba a quedarse sin excusas, no quería mencionarlo, cuando se dio cuenta de eso sus palabras ya habían sido dichas. El mayor dejo de jalonearlo por un momento y lo miró de frente.

–¿Qué tiene que ver Sana?

–Ella es tu novia, deberías estar con ella en ese espacio, no conmigo.- Mark meditó las palabras frías del rubio, Jackson estaba apunto de soltarse de su agarre pero el mayor no lo dejó.

–Lo arreglaré después, andando.- el tono de Mark seguía siendo juguetón, y antes de que Jackson pudiera decir alguna otra excusa, las puertas del estrecho armario se cerraron, dejando a ambos adolescentes bastante juntos en la oscuridad.


Mark miró fijamente el paisaje que le brindaba al ciudad desde la azotea del hotel, no quería volver a su habitación, no se sentía bien dormir a lado de Sana cuando había actuado de esa manera tan impulsiva.

Había cruzado la línea, una que tanto trabajo le había costado remarcar entre su amigo y él, todos los límites que había puesto los mando a la mierda en un segundo. Estaba molesto consigo mismo y la culpa lo carcomía por dentro; pero no precisamente por besar a Jackson.

Aún recordaba la textura de sus labios, eran tan suaves y con un sabor dulce que aún no lograba descifrar si se trataba de fresa o cereza. Era bastante obvio, ese beso no formaba parte de la lista de sus arrepentimientos, pero uno de ellos quizá es no tener a Jackson para sí mismo, podría besarlo de nuevo cuántas veces quisiera y con el tiempo, descubrir el sabor de la dulzura de sus labios.

El estadounidense sacudió su cabeza, ¿en qué demonios estaba pensando? Mañana sería su despedida de soltero, la última noche que estaría solo y también la última vez que vería a Jackson.

La taza caliente entre sus manos frías se sentía como un consuelo, el sol comenzaba a iluminar de a poco la hermosa ciudad de Los Ángeles, el amanecer más hermoso que había visto desde que llegó ahí.

Jackson nunca supo decir que no, le costaba demasiado hacerlo, y no porque fuera la mejor persona del mundo, sino por la inmensa curiosidad al querer conocer su capacidad, si podría realmente cumplir o no. Lo tomaba como un desafío, sin embargo, en ésta ocasión, sentía que estaba perdiendo.

Tomó una gran bocanada de aire antes de soltarla fuertemente en un suspiro cansado, sus pensamientos estaban jodiendo tanto en la noche que ni siquiera pudo dormir. Su torso desnudo únicamente era cubierto por una chamarra de cuero, lo suficientemente gruesa para aguantar el frío de la madrugada, si seguía así, terminaría por perder la cabeza.

La tranquilidad que transmitía la mañana se vio interrumpida por un par de golpes en su puerta, hizo una mueca antes de volver al interior de la habitación, abandonando el calor que brindaba su taza sobre una mesita y se dirigió a la puerta para abrirla.

Quizá debió preguntar antes quién era...

don't run away; markson/jackbeomWhere stories live. Discover now